Después de una década de trabajo y permanente progreso (fue futbolista de Atlanta, Platense, Racing, Belgrano de Córdoba y Pontevedra de España), su labor fue observada por distintos entrenadores en Pontevedra, Móstoles, Rayo Majadahonda y academias privadas.

Semanas atrás, el nuevo entrenador del Burgos, Julián Calero, lo contactó y desde allí empezó la conexión. Le ofreció el cargo a Ragg y por eso el olavarriense firmó su contrato para empezar otro objetivo.

El Burgos se armó para ascender, de la mano de los empresarios argentinos Antonio y Franco Caselli, que en 2019 desembolsaron una importante cantidad de dinero (casi 2,8 millones de euros) para adquirir el 87,57% de las acciones del club (el resto es de los socios) y luego una suma similar para equilibrar las cuentas y armar el plantel (ya estaba Leonardo Pisculichi) con el fichaje estrella de Barovero, quien dejó huella en sus cuatro años en River Plate, lo mismo que en las cuatro temporadas que militó en el fútbol de México.

Y ahora llega a Burgos por una decisión de vida (cobrá el 10 por ciento de lo que cobraba hasta ahora) con un único objetivo: ayudar a lograr el ascenso a Segunda División. Burgos regresó a los trabajos con el inicio del mes.