Daniel Lovano / dlovano@elpopular.com.ar

Las fiestas los volvió a reunir alrededor de una mesa, como el fútbol hace muchos años los juntó primero en Loma Negra y después en Ferro. Como sucede a menudo, la casa de Jorge Salguero fue el ámbito para el reencuentro entre Luis Alberto Barbieri y Abel Aníbal Alves.

Reflexiones para los que hoy quieren transitar su misma huella; recuerdos y más recuerdos que fueron aflorando: cuando el "Bocha" Leal le pegó el patadón al "Choclo" Peracca en la final Estudiantes - Loma Negra del ''83; cuando el "Ruso" Raúl Daniel Schmidt sacó de la cancha con un planchazo alevoso al "Chueco" Alves, en uno de los Loma Negra - Olimpo más recordados de aquellos tiempos; cuando el "Chueco" clavó en el ángulo del arco del recordado "Flaco" Casemayor el tiro libre que le dio a Ferro el título de Olavarría en 1990 y su primera clasificación para un torneo del Consejo Federal.

Así tantos otros, en una mañana entre amigos, con la familia del "Negro" y don Aníbal Alves con sus casi 90 y futboleros años como testigos de una charla que en lo periodístico daba para todo un día, y en el "off de récord" para todo un mes.

Luis llegó a Loma Negra en el comienzo de los años dorados, el "Chueco" con Cayetano Rodríguez, cuando se empezaba a liquidar una épica y una época única en el siglo y pico del fútbol argentino. Ese equipo que entró al Regional "sin querer queriendo", cuando a la empresa ya no le interesaba el fútbol profesional, y a punto estuvo de jugar su tercer Nacional en 4 años.

No lo hizo porque no logró ganar los puntos suficientes de local frente a Santamarina, Douglas Haig y Club Mercedes. Afuera les ganó a dos, e igualó en Tandil.

La selección de Olavarría dirigida por Vicente Martín, con Gabriel Rosatto de profe, también los juntó. "Jugamos la final en Tucumán; acá le ganamos fácil y allá armaron un combinado de San Martín y Atlético, con el Coyita Gutiérrez de ''9'', que enseguida se fue a Boca. Fue bravo adentro de la cancha y afuera ni hablar. Ahí me comí unos cuantos piedrazos y recortes de alambre que me tiraban con la gomera" contó Barbieri.

"En Ferro también teníamos una linda bandita, medio veterana, pero ganamos ese campeonato con el Bocha Porté de velocista" bromeó el "Chueco". Y la siguió: "El ''Bocha'' era el único jugador de Olavarría que jugaba en una cancha poceada. Estaba el Mula (Martel), el Oveja (Suárez), el Ruso (Hoffer), Marcelito (Acuña) y el Bagre (Aguirre). No... linda banda teníamos".

"Dos por tres nos juntamos entre ex jugadores, empezamos a remover estas historias, sale el tema Loma Negra y decimos ''puta madre''. Todos nos conocían por Loma Negra. A mí me fueron a buscar en enero del 81 y no me quise ir de Boca. ''Qué voy a dejar Boca, con Maradona, para jugar por Loma Negra'' dije. Después estos ''turros'' cobraban cinco mil dólares de premio por partido y nosotros mil" comparó Alves.

"La Chancha Mouzo (Roberto, el futbolista que más vistió la camiseta de Boca) me llamaba todos los meses y me decía ''Baby, llevame''. Y yo le contestaba que no manejaba la cosa. Se dijo que querían traer a Maradona, a Fillol, pero la Tía (Amalia de Fortabat) decía que yo era el mejor, je. Quedan esos recuerdo lindos, de gente linda" acotó Luis.

El "Chueco" Alves maneja todo el fútbol formativo de Camioneros. Es decir, participó en la primera elección de Boca con Mauricio Macri y ahora trabaja para el club de Hugo Moyano. Dos protagonistas antagónicos de la política argentina.

Luis es una pieza clave en la estructura municipal del deporte social. "Todos los fines de semana tenemos distintas categorías, que juegan por el premio fair play. Queremos que esos chicos en una situación social compleja vean que hay otras cosas afuera del barrio. Se puede jugar, se puede viajar, se pueden compartir cosas con otros chicos. En el último encuentro grande que tuvimos vinieron delegaciones de otros municipios para jugar con los casi 30 barrios de Olavarría, y el premio para 50 pibes fue llevarlos a Mar del Plata. Me siento bien, hago lo que me gusta y encima me pagan" celebró el ex arquero de Loma Negra.

El fútbol federado quedó atrás. "Trato de disfrutar de la familia, que no pude disfrutar cuando jugaba. Viajes, concentraciones, partidos, pretemporadas y uno pierde amigos, familia, el nacimiento de los hijos. Ahora, por suerte viajo bastante, y cuando estoy un poco rayado me refugio en el campo con mi hermana" reveló.

"Para todos los que hemos jugado al fútbol, transmitir nuestras vivencias es lo más hermoso que hay. Porque Baby transmite en función de sus vivencias, para dejar algo. Recuerdo que en un tiempo, cuando yo era capitán de la selección juvenil, el Flaco Menotti me llevó a charlar con héroes que han escrito la historia de fútbol argentino, como don Adolfo Perdernera. Esa vez puso la pelotita sobre la mesa y me dijo ''mire pibe, esto puede darle un montón de cosas: viajar en avión, ganar dinero, parar en los mejores hoteles, el mejor autito, llevar a la familia a los mejores lados, pero también exige un montón de cosas''. El fútbol a veces demanda tanto que se deben dejar muchas cosas de lado, pero cuando uno lo deja y empieza a trabajar en otros aspectos, todo es gratificante y en mi caso, como Camioneros es el club de un sindicato, hace una labor humanitaria excepcional con los chicos. Y hay muchos que por ahí llegan a la mañana sin haber cenado" aportó.

"Eso es lo que da el deporte, y los que formamos parte de él debemos educar, transmitir, hacer docencia. Todos estos chicos, cuando crezcan, van a tener un montón de los valores que se los habrá dado el fútbol y el deporte. Lástima que hay mucha gente, que puede colaborar, y lo ignora. Principalmente los políticos, que son los que más tienen que apoyar" subrayó el Chueco.

Los dos llegaron a lo máximo del fútbol argentino. Más de cuarenta años atrás el "Chueco" salió de Calera Feitis hacia Boca; hace casi medio siglo Luis dejaba su pueblo para probar suerte en la gran ciudad. "Yo no salí de Rojas, sino de un pueblito que se llama Los Indios. Creo que Calera Feitis es París al lado de mi pueblo; siempre digo que es un pueblo de primera, porque tiene una sola calle y cuando ponemos segunda en el auto ya salimos del pueblo" bromeó, esta vez Luis.

"El contraste fue muy grande. Para mí Buenos Aires estaba a años luz, y todo no era lo que es ahora. Ni hablar de la comunicación; hoy están los teléfonos celulares y las redes sociales para seguir en contacto con sus padres. Era bravo, pero era tan fuerte la ilusión de ser jugador de fútbol que atravesaba todas las angustias. Con 17 años, en la pensión, más de una vez armé el bolso para volverme al campo, donde comía y vivía tranquilo, sin problemas. Para ir a entrenar debía caminar 30 cuadras y a veces a la vuelta me llevaba el profe" recordó Baby.

"Pero después pensaba ''yo vine a triunfar en el fútbol; a esto lo tengo que superar''. Al otro día me levantaba con más ganas para ir a entrenar, y hoy uno ve que los chicos son más reacios a ese sacrificio. Pero bueno... cuando uno tiene posibilidades de hablar con los pibes, hay que hacerles ver cómo ha vivido uno y que todo lo de ahora es más fácil, más cómodo, pero sin esa ilusión no se puede triunfar. Porque hoy no es tan difícil llegar. No hay que dejar de inculcarles a los chicos esas ganas de triunfar, ese respeto por el compañero, por la gente mayor" opinó.

El "Chueco" confesó que más de una vez dejó llorando la casa de sus viejos tras el sueño de jugar en la primera de Boca. "Lo que dice Luis yo lo viví 30 años después, porque tengo 30 años menos que el Baby", una de las tantas chicanas del "Chueco".

"Qué, ya tenías Internet vos. Si de Feitis te mandaban palomas mensajeras" respondió Luis.

Alves recordó aquellos años 70, cuando cambió la camiseta celeste de Loma Negra por la de Boca: "Yo me iba en un camión de Feitis a Buenos Aires. Tardaba más de 15 horas en llegar. Si me iba en colectivo o en tren después no me alcanzaba para vivir allá. Haber sido jugador de fútbol es un privilegio de Dios. El amor que nosotros teníamos por el fútbol sobrepasaba todo sufrimiento. Las veces que habré llorado al lado del bolsón hecho. Todas esas vivencias hay que transmitirlas, y no hay que darse por vencido".

"Hoy, que estamos atravesando un momento muy difícil en el país, vivir de esta profesión es un regalo del cielo. Que los chicos la cuiden, que respeten al público, que respeten en la calle. No se deben olvidar jamás que juegan y en la tribuna están los amigos, los familiares, que se matan por acompañarlos. Y que estudien, que se preparen, porque el fútbol te abandona muy rápido y después la vida sigue. Es el granito de arena que podemos poner por nuestra sociedad" cerró Abel, el "Chueco" Alves.

Se dieron un abrazo, uno salió para Buenos Aires, el otro con su labor social en los barrios de la Ciudad.