enviado especial de EL POPULAR Medios

Por una horas, en realidad a lo largo de todo el fin de semana, la ciudad maravillosa que moja sus pies en la Bahía de Guanabara que se levanta a los pies del Pan de Azúcar, pareció convertirse en un nuevo estado de la República llevada por el folklore, el ritmo, la pasión, el color que sólo pueden imprimirles a los mundiales los hinchas argentinos, en este caso llegados de todos los puntos del país.

Una anticipo habían entregado con el banderazo del sábado a la altura de la avenida Atlántica y Rúa Figueredo Magalhaes. El domingo 15 de junio, todo Río de Janeiro amaneció temprano, pintado de celeste y blanco, e invadido por autos, camionetas y casa rodantes con chapas argentinas estacionadas en el exclusivo barrio carioca.

Asfixiados por una marea despersonalizada, de milagro aparecieron dos olavarrienses. Gabriela Caputo, una olavarriense que se fue de la ciudad en 1984, promoción 1983 de Normal, que está aquí junto con su esposo y una de sus tres hijas. Vinieron para ver el partido de la Argentina y retornarán de inmediato a la capital económica del Brasil.

"Dejé muchos amigos allá; vuelvo casi todos los años para reencontrarme con ellos y con los que ya no viven en Olavarría, pero mi vida está aquí" dijo, y mandó un especial saludo a su padre en el día de todos los padres argentinos.

"Nano" Quevedo había anunciado que andaría por acá, e hizo campamento en Buzios junto con un amigo tandilense, que además estudió dos años Educación Física en Olavarría. "Quiero agradecer a mis amigos, a mi familia y a todos los que estuvieron cerca para que pudiera cumplir mi sueño", dijo, sin poder ocultar su emoción.

Siete llegaron en una camioneta desde Mar del Plata, con la figura del Papa, Messi y Maradona ploteadas en la parte de atrás y la leyenda "que en Río va a haber Lío, va a haber Lío", pero el caso más increíble es el octavo marplatense, que durmió en la vereda cerca de la bicicleta que lo trajo hasta aquí, para regresar por la misma vía apenas terminado el partido con Bosnia, para el que no tenía entradas.

Omar, Julio y Roberto son de Parque Patricios y cayeron en una combi de dudosa imagen, aunque irreprochable luego de tantos kilómetros recorridos. "Salimos el miércoles al mediodía y estamos en Río desde el sábado a la mañana, después de hacer escala en Porto Alegre y de habernos perdido nueve veces en San Pablo", contó Omar, quemero, y admirador de Francisco Russo: "A Fatiga sólo le podemos decir gracias por habernos dado un título, y por el tiki taka de cuando estuvieron en Cappa".

Con algunos mejor no encontrarse seguido. Se aparecieron por la esquina de Avenida Atlántica y Figueredio Magalhaes y rechazaron la foto. La mayoría con la camiseta de Gimnasia, uno de ellos (con pinta de reo), vociferó "esperemos que no la vean del Aprevide". Sin palabras. después accedieron.

Ezequiel, Emanuel, otro Ezequiel y Santiago salieron el lunes pasado desde Cipolletti, con una garrafa atada en la parte de atrás de la camioneta y luego de tocar Rosario, Uruguayana, Florianópolis aparecieron por Río. "Este viaje salió durante una previa que hicimos antes de salir al boliche; yo tengo una F-100, otro una cabina y arrancamos. Algunos tienen entrada para Bosnia y cuartos, y otros para cuartos solo. Estamos medio tirados con el tema entradas", lamentó un Ezequiel.

El otro Ezequiel dijo que viajaron "con fideos, leche en polvo, arroz. Creo que vamos a comer arroz 20 días, pero nos queremos quedar acá para acompañar a la selección en todos los partidos que se pueda".

Alexis apareció dentro de una bandera de Rafaela, aunque es más cordobés que la peperina. "No se puede creer que haya tantos argentinos; nosotros vinimos hace un mes y medio para trabajar y juntar la plata para el Mundial desde acá", confesó.

"Somos tres y ninguno tiene entradas, pero no se pueden comprar porque nos salieron pidiendo 1.000 dólares, 1.500, para este partido con Bosnia", lamentó Pepe, otro cordobés, pero de Villa Carlos Paz.

Chino, dueño de la bandera de Atlético Rafaela, comparte estadía con ellos. "Si no se puede alentaremos desde afuera; los brasileños no puede creer, la gente de otros países menos. Copacabana es nuestra", resaltó.

Cera, otro grupo de argentinos accedía a sacarse una foto con una familia bosnia: papá el hijo y una hermosísima hija. De contrabando se sumó un cuarto argentino, que aprovechó y le estampó un beso un beso en la mejilla de la niña. "Ya estamos ganando 1-0", bromeó, y se perdió en la multitud.

No diferente fue el panorama al llegar al Estadio Maracaná, a través de sus distintas vías de acceso, pero especialmente conmovedor el desfile de argentinos por el puente que arranca en la Estación del Metro y termina dentro del estadio de fútbol más famoso del mundo.

Que en su retorno a la Copa del Mundo después del Maracanazo, fue casi territorio nacional, como Copacabana.