El primer tiempo se jugó al ritmo de este River austero, que "de la boca para afuera" había declamado a través de su cuerpo técnico y sus jugadores que viajaba a Brasil para reivindicarse de la floja campaña en la Superliga consiguiendo sus primeros tres puntos en esta Libertadores, pero esto lo desmentía en su postura táctica (4-4-2 con doble cinco de marca).

Este sistema con Leonardo Ponzio y Bruno Zuculini metidos cerca de los centrales, se pareció a una caricatura de ese River ganador que luciera en los buenos tiempos de la era Marcelo Gallardo.

Por eso la posesión del balón fue potestad de los cariocas, locales en el estadio Nilton Santos de su clásico rival de Río de Janeiro, Botafogo, y sin su público, a raíz de los incidentes provocados por su parcialidad en la segunda final de la Copa Sudamericana ante Independiente.

Claro que esas características del desarrollo fueron perjudiciales para el espectáculo, ya que se jugó siempre lejos de los arcos, al punto que la única chance de gol digna de contabilizar en toda esa etapa inicial tuvo lugar en el minuto final y fue a través de un tiro libre lanzado por Rodrigo Mora que el arquero Diego Alves desvió.

Y justamente el delantero uruguayo fue una de las sorpresas que mostró Gallardo. Es que Mora formó en ese 4-4-2 dupla atacante con Lucas Pratto, desplazando al banco de suplentes a Ignacio Scocco, hoy por hoy el delantero de mejor rendimiento.

Y todo esto lo pagaron caro River en general y Gallardo en particular, porque nunca encontraron una forma de juego que les resultara cómoda.

Es que lo que no puede subsanar el "Muñeco" son las flojas performances que vienen teniendo sus dirigidos no solamente en lo colectivo, sino especialmente en lo individual, empezando por su capitán, Leonardo Ponzio, artífice del penal que derivó a los ocho minutos del segundo tiempo en el primer tanto de los rojinegros convertido por Henrique Dourado.

Pero la fortuna fue la que le permitió suturar esa primera herida dos minutos más tarde por un "horror" defensivo de Flamengo, que perdieron a Mora en el juego aéreo tras un tiro libre de Nicolás De la Cruz.

Pero eso también resultó contradictoriamente nocivo para el juego riverplatense, porque volvió a conformarse con la igualdad en carácter de visitante, y eso volvió a resultarle fatal. A los 20 minutos hubo otro pelotazo frontal, pero este de jugada, al área de River, se durmió Lucas Martínez Quarta y apareciendo sin marca por detrás suyo Everton, quebró la resistencia de Franco Armani con un derechazo cruzado.

A partir de ahí River, obligado a atacar, fue pura impotencia y nunca supo acercarse con riesgo al arco de Flamengo.

Y cuando llegaba el telón del partido, a tres minutos del final llegó un "pantalonazo" del ingresado Camilo Mayada desde afuera del área que se le coló abajo, junto al palo derecho, al arquero Alves. Fue el empate definitivo para River.