Un gran ingenio y enorme docencia de taller
El 23 de abril de 1950, luego de adquirir la cupé a Indolfo Letoile en Tandil, empezaba la historia de la mítica Galera.
Dante y "Tito" Emiliozzi, se sintieron seducidos por ese sentimiento de andar a fondo, y entendieron como se podía hacer, para que se concretará esa realidad. Siempre fueron sinónimo de velocidad, de metas que parecían imposible alcanzar. Les sobraba capacidad, y le ponían esfuerzo, ingenio y trabajo a sus objetivos.
El 23 de abril de 1950, luego de adquirir la cupé a Indolfo Letoile en Tandil, empezaba la historia de la mítica "Galera". Ese año corrieron dos carreras incursionando en un mundo nuevo. Fueron innovadores, armaron un motor Ford equipado con válvulas a la cabeza.
En esos tiempos, el desafío de los carreteros se caracterizaba por la presencia del piloto mecánico. Las carreras eran extensas y había que vivir detrás del volante diez y doce horas sin ningún tipo de descanso. Por eso, las posibilidades mayores estaban dadas para el piloto que tuviera conocimientos sólidos de mecánica, condición fundamental para subirse a esos tremendos bólidos. El piloto por excelencia, no tenía cabida en el Turismo Carretera de esos años.
Les costó sudor y lágrimas ganar a los notables gringos, en el 51 fueron terceros en La Pampa y segundos en la Vuelta de Tandil, detrás de Luis Angel de Dios. Un año después cuando ganaban en Chacabuco, los detuvo el tren, logrando el triunfo en aquella jornada, Raimundo Caparrós.
La primera victoria llegó en Chacabuco en una carrera reservada para "No Ganadores" en la temporada 1953, y luego cristalizaron su segunda momento de gloria el 13 de septiembre de esa temporada, en las 500 Millas Mercedinas. El público los convirtió en ídolos por años, fueron los grandes rivales de los Gálvez y se enfrentaron con la nueva generación de los sesenta con Pairetti, "Tuqui" Casá, "Maneco" Bordeu, Jorge Cupeiro, Rios, Rienzi, Copello y Gastón Perkins.
Ganaron y perdieron, pero sus abandonos y deserciones eran en la punta, en el frente de la trinchera. Marcaron una época, una realidad que los llevó a forjar cuatro campeonatos consecutivos y derrotar con enorme esfuerzo y convicción el progreso encarnado por la juventud teceísta. (Luis Orlando Sánchez)