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Pasó la tercera edición del Festival de Jazz Olavarría 2021 y todos quedaron conformes. Desde los organizadores hasta los protagonistas, pasando por quienes respaldan este proyecto artístico que año tras año muestra un paulatino crecimiento. Por supuesto, el año pasado fue imposible realizarlo debido a la pandemia, pero este año sí pudo llevarse a cabo y la incertidumbre era, de alguna manera, una de las aristas que más preocupaban.

Pero Ignacio Montoya Carlotto, Ingrid Féniger y Luciana Mateos -integrantes del grupo organizador, llamado Talleres Colgantes- quedaron contentos luego de tres jornadas realmente exitosas.

Es que la pandemia ha obligado a replantear absolutamente todo lo que se emprende y más allá del aforo reducido (que era del 30 por ciento en el Teatro Municipal, con capacidad para 1.040 personas) estaba la inquietud sobre la reacción de la gente, ya que permanece cierto temor a concurrir a espectáculos públicos aunque se tomen todas las prevenciones del caso. Es que, además, el jazz tiene un público mayor, que es el que más miedo tiene a la hora de salir de su casa.

Pero la jornada de apertura, que se llevó a cabo en el hall del teatro con la presentación de Montoya Carlotto y Féniger, ya mostró que hubo una enorme aceptación, una gran respuesta de la gente y entonces los organizadores seguramente comenzaron a relajarse un poco más. Un poco, al menos. Porque faltaban dos noches, las de sábado y domingo, en el escenario del mítico escenario olavarriense y con cuatro grupos que si bien tenían integrantes conocidos porque dos de ellos tenían olavarrienses, generaban cierta inquietud porque sus nombres no eran de los más famosos.

El viernes abrieron "Pacho" Montoya Carlotto en piano e Ingrid Féniger en saxo, dos figuras más que reconocidas. El sábado abrió el "Inés Maddio Grupo", que lidera la cantante y música azuleña Inés Maddio, ya una olavarriense más (con su hermano Juan Simón en batería y el gran Quique Ferrari en bajo) para cerrar el grupo "MorroTronik", liderado por el pianista Noel Morroni, que si bien ha grabado un par de discos no impactaba tanto -para algunos, claro-, y se llevó todos los aplausos.

El domingo se pudo disfrutar de otra gran jornada, en el cierre, con la apertura de "Haiku" (otro grupo con nombres locales reconocidos como Estaban Landoni y Valentin Reiniers) para cerrar "Juana Sallies Grupo", una banda que lidera la cantante sureña Juana Sallies acompañada por músicos de capital y de La Plata. Pero con una particularidad: Juana es hija de olavarrienses (Jorge Sallies y "Tachi" Merlos), por lo que cantar en Olavarría, y en el teatro, le generaba una emoción que superaba lo normal, pero salió airosa de ese tremendo desafío.

Pero todo salió excelente. Fueron tres noches a puro jazz, del bueno, y todos quedaron más que conformes: los organizadores (apenados, de alguna manera, porque no pudieron efectuar otras actividades aledañas al festival, pero por la pandemia estaban imposibilidados de encararlas) y los músicos, que bajaron del escenario felices porque recibieron el aplauso de la gente y porque volvieron a sentir la adrenalina lógica que siempre existe cuando hay que "salir a tocar", esa emoción propia del artista que felizmente volvió.

En la charla que El Popular tuvo con Ingrid Féniger y con Ignacio Montoya Carlotto para hablar del festival, del balance que hicieron, de cómo lo vivieron internamente y de lo que se puede venir el próximo año (pandemia mediante), ambos contaron distintos aspectos relacionados con la organización, quedaron felices porque la música volvió al teatro y porque la gente también disfrutó con este género que sigue creciendo en Olavarría y, por otra parte, suma generaciones más jóvenes que aseguran su futuro.