Nuevamente, y como ya estamos acostumbrados, los jóvenes somos catalogados como los sujetos que alteran y peligran a la comunidad en general, dichos que llegaron hasta la boca del Presidente de la Nación, estigmatizando y criminalizando a una juventud como la causante de que el país no controle la situación sanitaria. Como jóvenes podemos hacer un "mea culpa" de que si llego fin de año y los cuidados a la hora de juntarnos con amigos (que hacía meses que no veíamos) no fueron los estrictamente recomendados.

Ahora bien, los cuidados fueron recomendados por el mismo gobierno nacional, encabezado por un señor que a pocas semanas de decretado el ASPO estaba abrazado con el gobernador de Formosa, y sacándose "selfies" con una multitud a las afueras de un acto, el mismo que decidió organizar la despedida de un ídolo popular en Casa Rosada, sabiendo lo que causaba su figura y que seguramente fuera masiva y descontrolada.

También el mismo gobierno que envió al Congreso de la Nación un tema necesario y adeudado para las mujeres argentinas, pero que sabía que implicaría marchas, concentraciones y vigilias a lo largo y ancho del país. Ese mismo gobierno es el que nos tilda de irresponsables. Nos culpan, nos marcan a fuego como los responsables, a nosotros, una franja etaria que seguramente no fue la más perjudicada, pero si una que esta cuarentena la marcó para siempre. Quien no recuerda su época de juventud, siendo sinónimo de rebeldía, de luchar por ese mundo injusto que nos rodea, "ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica", decía Salvador Allende.

Pero antes de juzgar y enjuiciar a los jóvenes, tengamos en cuenta que de los meses que llevamos en "cuarentena" hemos visto altas cifras de violencia institucional, con pibes desaparecidos, golpeados y baleados. Tengamos en cuenta también, que en la Provincia de Buenos Aires, hay alrededor de 4.000.000 de jóvenes (1), de los cuales, más de un 50% no terminó el secundario, y sólo un 20% tiene estudios superiores. Jóvenes, que registran preocupantes cifras en cuanto a desocupación, donde abunda el empleo no registrado y, en cuanto a salud, la mitad no posee cobertura.

Para terminar esta radiografía sobre la situación de la juventud, según la UCA, el segmento de la población más impactado por la crisis fueron los jóvenes de 18 a 29 años, que sufrieron un aumento del 90,6% en la tasa de indigencia para el 2º trimestre del 2020 (2).

Y claro que en materia de educación, estos números no alcanzan a dimensionar la verdadera situación, ya que muchos abandonaron sus estudios en 2020 y se calcula que la mayoría de ellos no volverá a retomar, con un panorama desalentador, en donde los escenarios en los cuales se hubiese concientizado y remarcado el uso de barbijo, el lavado de manos y demás cuidados en una gran parte de la población como lo son los estudiantes, se vio sólo limitado a una virtualidad que no alcanza, porque la brecha digital es amplia y donde la conexión se vuelve obsoleta a medida que nos alejamos de los grandes centros urbanos y entender que esas escuelas cerradas se soluciona con un envío de tareas y trabajos prácticos, es no entender el rol social de la educación, que no solo es intercambio de conocimientos sobre lo que la currícula establece, sino donde se nutren los ciudadanos responsables y comprometidos con el medio que los rodea.

Sin ánimo de asustar, apabullar o abrumar, este recorrido es a los efectos de entender que es muy fácil criminalizar a quienes se los ha vulnerado desde marzo del 2020 con medidas totalmente autoritarias y sin ningún tipo de conciencia del daño social y psicológico, donde a todo lo anteriormente descripto se le suman elevados números de consultas psicológicas, de trastornos de ansiedad y de no saber qué será de nuestro futuro, que nos preocupa y desorienta, sabiendo que quienes deben garantizarnos un bienestar y un futuro mejor, nos hunden y criminalizan.

Y como arranque diciendo, esto no es nuevo, en nuestra localidad hace años que los jóvenes están en tela de juicio, donde hemos discutido sobre las previas, los boliches, la nocturnidad en general. ¿Y cuál ha sido la respuesta estos temas? Cerrar, prohibir, clausurar. No fue la solución antes de la pandemia, tampoco lo será ahora. No nos faltan boliches o fiestas, nos falta que el Gobierno nos escuche, que nos tenga en cuenta. ¿Cuántos jóvenes participaron del Comité de Crisis? ¿A cuántos jóvenes invitó el señor Intendente a participar de espacios de debate y discusión? ¿Qué cantidad del presupuesto se dedicó a esta franja etaria?

Las respuestas son escasas, sin políticas públicas juveniles, sin ser escuchados y lamentablemente sin una Dirección de Juventud que nos entienda, la cual venimos reclamando hace mucho tiempo, sin ningún tipo de respuesta. Y esto no es ninguna utopía, porque Laprida fue pionera en materia de juventud cuando se convirtió en los años 90 en uno de los primeros municipios de la Provincia en tener un área dedicada a escuchar, contener y elaborar políticas públicas en pos de Juventud.

Ahora bien, los jóvenes no somos un grupo de criminales sin conciencia social ni egoístas sin magnitud de la situación sanitaria, sólo queremos ser escuchados, que se nos tenga en cuenta, queremos debatir, elaborar y crear soluciones, porque somos sujetos políticos actuales, que nos involucramos por muchas causas para hacer día a día un país más justo, equitativo e igualitario, el camino al que apostamos no es el del miedo, el castigo y el autoritarismo, por suerte, a eso lo dejamos atrás hace casi 40 años, apostamos y creemos en más educación y concientización.

Señoras y señores gobernantes, a ustedes que les gusta decirnos que somos el futuro, piénsenlo de esa manera: ¡tienen en sus manos el futuro del país, no lo desperdicien!

(1) Encuesta Provincial de Juventud - Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y Banco Interamericano del Desarrollo.

(2) "Pobreza más pobreza: deterioro de las condiciones de subsistencia económica en tiempos de pandemia"- Observatorio de la Deuda Social Argentina / Universidad Católica Argentina.

(*) Militante de la Juventud Radical