La lucha de la menta es el símbolo de mis días. Un invierno de más, un verano de menos y se acabó. Pero cada mañana está allí, haciendo lo que mejor sabe hacer. La gente cree que no vale la pena prestarle atención, yo creo que en una hoja puede estar contenida tu vida entera si sabes mirarla bien, un mapa de rutas, la famosa respuesta a por qué viniste y a por qué te vas. No hay mucha diferencia entre los objetivos de la menta y los nuestros. Por eso la plagio, la utilizo como metáfora de mi música: depende ahora de la menta. He decidido que dependa de algo honesto y no del dinero -a fin de cuentas mi menta tiene mucho mas honor que mucha gente que he conocido-.

Mi música es ahora como esta pequeña planta que a pesar del tiempo existe, como si las modas le fueran ajenas, como si el frío invierno del negocio musical pudiera afectarla y dejarla sin hojas. ¿Se imaginan una menta despojada de sus hojas por el último Top 40? Por eso allí estoy cada mañana de menta y música, libre ya de las agobiantes hierbas de la envidia invasora, libre de la necesidad de ser más grande que el árbol de al lado, libre ya de una buena vez por todas del egoísmo del éxito.

Por estos lugares, mi menta no tiene nombre como ya no lo tiene mi música. El único que tiene nombre soy yo y en eso estoy, tratando de librarme de él mientras tomo mate y el rojo sol amarillo naranja se asoma despistado desde la misma esquina de siempre, como si fuera la primera vez que lo hace.

Producción periodística: Guillermo Del Zotto.