"Amamos a Jean-Paul Belmondo porque se nos parece. Era ese hombre entre los hombres", dijo en el Patio de Honor del Palacio los Inválidos, un recinto histórico de séptimo distrito de París, reservado para los grandes personajes y las grandes ocasiones.

Macron utilizó la figura del actor recordado por filmes como "Sin aliento", "Al final de la escapada" y "Pierrot el loco", cuando era ficha de Jean-Luc Godard, para tratar de insuflar un mensaje de esperanza.

"Fue inmortal no solamente por sus películas, sino porqué enseñó sus artes a la generación posterior", aseguró el mandatario francés.

Belmondo, con su gran sonrisa y su aire bonachón, dijo, forma parte de una "mitología de la Francia feliz" y agregó que "fueron seis décadas de cine y teatro en las que nos abrazó a todos".

Macron, que afronta unas difíciles elecciones presidenciales en 2022 volvió a aprovechar el adiós a una figura relevante del espéctaculo con fines políticos.

En diciembre de 2017 fue la muerte del cantante de rock Johnny Halliday, que provocó un auténtico fervor popular en las calles de París, desconocido desde el deceso de una figura como Edith Piaf.

Aunque finalmente con menos público de lo esperado, la ceremonia fue solemne: la entrada del ataúd al Patio de Honor, bajo un sol reluciente y el redoble de los tambores militares, suscitó emoción entre la familia del actor, entre ellos sus seis nietos que desfilaron hasta el estrado para agradecer los testimonios de simpatía nacional.

"Nunca cesó de buscar la felicidad, pero también de entregarla", había dicho poco antes Victor Belmondo, nieto y a su vez también actor.

Entre el público asistente se recortaron estrellas actuales del cine francés como el actor Jean Dujardin, así como un millar de fans.

Alain Delon, tres años más joven que él, se declaró el lunes "totalmente devastado" por la muerte de su amigo, y Brigitte Bardot declaró: "pienso en él, lo amaba. Lo echo de menos y no quiero hablar más de ello, el dolor más intenso es mudo".

El funeral de Belmondo será hoy, en la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, seguido de una cremación en la intimidad familiar. Télam