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"Hoy es la fiesta del Sí. En el Sí de María está el Sí de toda la historia de la salvación, en el momento de la Anunciación del Arcángel Gabriel a María cuando le contestó: `He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra´ María estaba diciendo Sí a Dios. Y este Sí hace que Dios se haga hombre, se haga carne". (Papa Francisco). Y la fiesta fue en Nazaret, donde Dios por medio de María, hija santísima de Joaquín y de Ana, intervino en la historia, a través de un niño que fue concebido para traer la salvación al mundo entero. Puso en manos de la Virgen, el precio de nuestra salvación. Gracias al Si de María, a su respuesta, fuimos restablecidos para ser llamados a una nueva vida. Se inaugura ¨la plenitud de los tiempos".

Eva, creada en el paraíso sin corrupción, ni suciedad, sin enfermedad, ni dolor, se mostro débil y enferma. Dios eligió a María para santificarla, para que la habite el Espíritu Santo. Y el ángel la encontró en su casa y la saludó: "Dios te salve llena de gracia, el Señor está contigo". ¿Qué mayor elogio podemos hacer a la Virgen gloriosa y santa? Ella está por encima de todos los seres de la tierra, exceptuando a Dios. ¡Ni la lengua del cielo, ni de la tierra, ni incluso la de los ángeles son suficientes para alabarla! Ella engendra a Cristo que la precede.

Dios no impuso su voluntad, buscó primero el consentimiento de María. Ella representa a toda la humanidad. Habla por todos nosotros cuando responde a la invitación del ángel y consuma la unión nupcial entre Dios y la humanidad. "Hágase en mi según su Palabra". Y la Palabra de Dios se hizo carne. Este acontecimiento lo celebramos cada vez que rezamos los misterios de gozo en el rosario , actualizamos este momento sublime en la historia de la humanidad. Nos da esperanza, la esperanza segura de que Dios continuará participando en nuestra historia, actuando con poder creativo para realizar objetivos que serían imposibles para los cálculos humanos. Nos invita a dejar que el Espíritu Santo habite en nosotros y a recibir la Palabra de Dios en nuestro corazón y así nos prepara para responder con amor y para amarnos los unos a los otros.

La docilidad de María denuncia y prefigura la que manifestará Jesús durante su vida pública hasta el Calvario. La Virgen hace de la voluntad del Padre, el principio inspirador de toda su vida, buscando en ella la fuerza necesaria para el cumplimiento de la misión que se le confió. El sí de María es un asentimiento de fe. Una fe generosa, fuerte: supera todas las dificultades, incomprensiones, crisis; una fe operante: quiere colaborar fuertemente con los designios de Dios sobre nosotros. El hecho de que la Anunciación del Señor esté situada dentro del tiempo cuaresmal, nos hace comprender su significado redentor pues, la Encarnación está íntimamente ligada a la Redención, que Jesús realizó derramando su sangre por nosotros en la cruz. Esta fiesta del Sí, es también una fiesta cristológica, porque celebra un misterio central de Cristo: la Encarnación.

El sí de María es el reflejo perfecto del sí de Cristo mismo cuando entra al mundo. La obediencia del Hijo, se refleja en la obediencia de la Madre, gracias al encuentro de estos dos sí, Dios puede asumir un rostro de hombre. Esta respuesta permite que Dios pueda seguir visitando a la humanidad con misericordia. De este modo, el sí de Jesús y María se renueva en el sí de los santos, especialmente en los mártires, como san Maximiliano Kolbe, que entregan su vida a causa del Evangelio. Viviendo esta fiesta con corazón agradecido nos adentramos en el camino de tantos hombres y mujeres que dijeron su Si e hicieron resplandecer la Obra de la Redención.