Frente a la situación de confinamiento como única medida conocida para contener el avance del COVID-19, un grupo de investigadores de España, Colombia y Argentina confeccionó un informe que advierte sobre el riesgo de contagio residencial. La pregunta que funcionó como motor de la investigación en demografía residencial, fue si en tiempos de pandemia la vivienda protege a los mayores en América Latina. Mariana Marcos, investigadora del CONICET y de la UBA, Juan A. Módenes, investigador del Centre d''Estudis Demogràfics y Departamento de Geografía, Universitat Autònoma de Barcelona y Diva Marcela García, investigadora de la Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad Externado de Colombia, se propusieron dar respuesta en un estudio comparativo entre Argentina, Colombia y España.

El estudio internacional sostiene que, si de viviendas se trata, en España y en otros países del continente europeo, el COVID-19 afectó en mayor medida a los adultos de más de 65 años residentes en instituciones geriátricas, mientras que en América Latina los mayores viven en menor frecuencia en este tipo de instituciones, pero suelen corresidir en estructuras familiares complejas. En estos hogares también es habitual el contacto intergeneracional.

Condiciones residenciales como las que son usuales en América Latina, indica el estudio, generan oportunidades de contagio en el interior de las propias residencias: "Hay un grupo de contagios que se produce en casa, cuando algún miembro del hogar se enferma afuera y luego lleva el virus a su vivienda", sostiene Mariana Marcos, investigadora adjunta del CONICET en el Instituto de Investigación "Gino Germani"(UBA). La científica sostiene que la situación se agrava cuanto mayor sea el número de personas que convivan en la vivienda, porque multiplican las oportunidades de contagio. Esto es lo que los investigadores concuerdan en llamar el riesgo residencial.

Para medir la protección ofrecida por las viviendas para los adultos mayores, uno de los grupos más vulnerables, los científicos desarrollaron un cálculo en función de la conformación del hogar, las condiciones de la vivienda y la probabilidad de que algunos de los corresidentes tenga que trabajar y no pueda hacerlo en la modalidad teletrabajo. El resultado será la medida del riesgo doméstico.

El análisis publicado arroja que en Colombia el 67 por ciento de las personas mayores comparten la vivienda con alguien más que su pareja y el 52 por ciento se encuentra en una vivienda con altas probabilidades de que alguien tenga que trabajar fuera del hogar. Además, el 14.6 por ciento de los mayores colombianos padece condiciones de hacinamiento o déficit de servicio de agua. En Argentina la situación es más moderada: el 43 por ciento de los mayores comparte la vivienda con personas que no son su pareja y el 35 por ciento convive con alguien que podría trabajar fuera de casa. Existe hacinamiento o falta de agua corriente en el 5 por ciento de los casos argentinos. España se ubica en el polo opuesto: casi dos tercios de los mayores viven solos o con su pareja y el 75 por ciento reside en una vivienda donde nadie trabaja.

La combinatoria de estos datos muestra que el 51 por ciento de los mayores de 65 años que residen en Colombia se encuentran expuestos a un riesgo residencial alto. En Argentina la cifra desciende al 35 por ciento, mientras que en España se encuentran bajo un alto riesgo en un 19 por ciento.

Frente a lo expuesto los investigadores afirman que tener en cuenta cómo son las viviendas en América Latina y los grupos domésticos que las habitan, es fundamental para gestionar el aislamiento social preventivo.

El riesgo en América Latina

América Latina presenta una realidad diferente a la de Europa, en muchos lugares las condiciones residenciales no son las adecuadas para garantizar el resguardo frente a la pandemia. El hacinamiento, la falta de agua, la convivencia intergeneracional y la menor posibilidad de realizar teletrabajo, contribuyen al aumento en las cifras del riesgo residencial para los adultos mayores. Marcos sostiene que la pandemia pone en evidencia grandes deudas que tenemos como sociedad. "La vivienda es una de ellas y no protege a todos por igual".

Los investigadores acuerdan en aseverar que las pautas complejas de corresidencia están asociadas a situaciones laborales del hogar más precarias, a mayores dificultades para minimizar el contacto social y continuar con las pautas de higiene. Los números son determinantes: en Colombia viven en alto riesgo residencial 2 millones de personas de más de 65 años, en Argentina se estima 1.8 millones y en España la cifra alcanza los 1.7 millones.

Sin embargo, Marcos afirma que: "En la medida en que no haya como prevenir la enfermedad o como curar a las personas una vez enfermas, la única respuesta es evitar el contacto de las personas entre sí por lo que no existe una alternativa al confinamiento". Y agrega: "las situaciones que reflejan el estudio arrojan una luz de alerta sobre las posibles aperturas que podrían realizarse a futuro en el caso latinoamericano, puesto que las condiciones residenciales de la población son muy distintas a las del continente europeo".

Los autores del trabajo publicado señalan el potencial del método para medir el riesgo residencial e identificar de poblaciones y escenarios geográficos particularmente afectados. Además, confían en que los datos servirán para la confección de políticas públicas "que tengan en cuenta la realidad de la especificidad de nuestro país latinoamericano", concluye Marcos.