La resistencia a los antibióticos podría echar por tierra todo un siglo de progreso médico y científico, advierten desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estima que más del 50 % se usa de manera inadecuada en muchos países, como por ejemplo para tratar virus en lugar de infecciones bacterianas.

Si las bacterias se vuelven multirresistentes a los antibióticos conocidos, enfermedades hoy consideradas simples y de fácil curación podrían volver a ser mortales. Además, cuando los antibióticos dejan de funcionar de manera efectiva, se necesitan tratamientos más costosos y admisiones hospitalarias. Todo un esfuerzo para los sistemas de salud.

Semanas atrás la OMS creó una herramienta para contener la propagación de la resistencia a los antibióticos y lanzó una campaña global para que los gobiernos la adopten.

En esa línea, el secretario de Salud nacional, Adolfo Rubinstein, advirtió sobre esta problemática en las redes sociales y compartió un instructivo para el uso responsable de los antibióticos.

"Utilizalos únicamente si te los receta un médico o un odontólogo; tomá el antibiótico siguiendo sus indicaciones en cuanto a duración del tratamiento, dosis y horarios; no uses antibióticos que te hayan sobrado ni los compartas con otra persona", señaló la cartera sanitaria en su página oficial.

"La resistencia a los antimicrobianos es uno de los riesgos contra la salud más urgentes de nuestra época y amenaza con deshacer un siglo de progreso médico", advirtió por su parte el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, al presentar la campaña, que fue llamada con el acrónimo inglés "AWaRe", que significa "ser consciente de algo" o "estar informado".

Para contener la resistencia antimicrobiana "creciente y hacer un uso más seguro y efectivo de los antibióticos", la OMS los clasificó en tres grupos.

El primer grupo son los antibióticos "de acceso", es decir aquellos que se administran para tratar las infecciones más comunes y graves; en el segundo grupo están los antibióticos "bajo vigilancia", que deberían estar siempre disponibles en el sistema de atención médica y, por último, figuran los "de reserva", que deben usarse con moderación o solo como último recurso.

"El objetivo es aumentar la proporción del consumo mundial de antibióticos en el grupo de acceso al menos en un 60 % y reducir el uso de los aquellos con mayor riesgo de resistencia que están en las categorías bajo vigilancia y de reserva", detalló el organismo internacional.

El uso de antibióticos en el primer grupo reduce el riesgo de resistencia porque son antibióticos de espectro reducido, que se dirigen a un microorganismo específico en lugar de a varios, explicaron.

"Todos los países deben lograr un equilibrio entre garantizar el acceso a los antibióticos que salvan vidas y disminuir la resistencia a los medicamentos, reservando el uso de algunos antibióticos para las infecciones más difíciles de tratar", dijo Ghebreyesus.

En pacientes hospitalizados

Una de las preocupaciones más urgentes para la OMS es la propagación de bacterias "gramnegativas resistentes", que se encuentran comúnmente en pacientes hospitalizados y causan infecciones como neumonía y meningitis.

Cuando los antibióticos dejan de funcionar de manera efectiva, se necesitan tratamientos más costosos y admisiones hospitalarias.

"Ya empezamos a ver signos de una era posterior a los antibióticos, con la aparición de infecciones que no se pueden tratar con lo que tenemos disponible", advirtió Mariângela Simão, directora de Acceso a Medicamentos de la OMS.

Y agregó: "Debemos proteger estos valiosos antibióticos de última línea para asegurarnos de que aún podamos tratar y prevenir infecciones graves".

Una esperanza

Investigadores franceses crearon nuevas moléculas eficaces para eliminar las bacterias resistentes a los tratamientos existentes y que parecen no desarrollar nuevas resistencias, lo que apunta a "candidatos prometedores al desarrollo de nuevos antibióticos".

Sus resultados en los roedores, publicados el 9 de julio en la revista estadounidense Plos Biology, tendrán que ser todavía confirmados en pruebas clínicas en seres humanos, según los equipos de bioquímicos y químicos del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica francés (Inserm) y de la Universidad de Rennes.

"Nos dimos cuenta de que una toxina fabricada por los estafilococos dorados, cuyo papel era facilitar la infección, era también capaz de matar a otras bacterias presentes en nuestro organismo", explicó Brice Felden, principal autor del estudio, en un comunicado. Los científicos modificaron entonces esta molécula para suprimir su toxicidad para el organismo, conservando al mismo tiempo sus propiedades antibacterianas. De la veintena de moléculas creadas, dos resultaron eficaces para tratar a ratones infectados con cepas resistentes de Estafilococo dorado y de Pseudomonas aeruginosa, bacteria que causa infecciones nosocomiales (adquiridas durante una hospitalización).

La actividad antibacteriana de estos compuestos se debe en parte a su capacidad de provocar una permeabilidad de la membrana de las bacterias infecciosas, lo que conlleva su muerte. No se ha observado ninguna toxicidad en las otras células ni órganos, "ya sea en el animal o en células humanas", precisan los investigadores.

Además, las bacterias en contacto con estos antibióticos no desarrollaron ninguna resistencia a estas nuevas moléculas, incluso cuando los científicos "crearon condiciones favorables al desarrollo" de estas resistencias. "La prudencia sigue imponiéndose en este punto ya que la experiencia fue realizada en plazos cortos, hasta 15 días", advirtió el texto.

"Creemos que estas nuevas moléculas representan candidatos al desarrollo de nuevos antibióticos, que pueden aportar tratamientos alternativos a la resistencia de los antimicrobianos", estimó Felden.