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En esta celebración del 26 de julio la Iglesia Católica conmemora la fiesta de los padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Jesús. Joaquín y Ana, patronos de los abuelos, fueron personas de fe y los encargados de educar en esa fe a María, sosteniendo en ella el amor hacia Dios.

Benedicto XVI, destacó -a través de las figuras de san Joaquín y santa Ana-, la importancia del rol de los abuelos, "son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida".

El papa Francisco, dijo: "los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!".

La ancianidad es una etapa de la vida a la que no siempre se llega bien, y la cual puede no ser justamente valorada. Hay lugares en los que se tiene en cuenta a los mayores celebrando su experiencia, y se los liga con la sabiduría. Otras sociedades, en cambio, miden a las personas por discapacidades productivas. Así, los ancianos son poco tenidos en cuenta, y llegan a ser los excluidos de la sociedad.

Todos conocemos abuelos jóvenes y no tan jóvenes. ¡Qué sería de tantas familias y niños sin ellos! He visto situaciones en que los abuelos se hacen cargo de la educación de los nietos, llevándolos a la escuela, hablando con los docentes, ayudando con las tareas. También acompañan en la catequesis, enseñan a rezar, a vivir en los valores familiares y sociales.

Algunas familias enfrentan con angustia la opción de las decisiones acerca de la salud o el lugar de vivienda. Surgen ideas y sentimientos encontrados y conflictos ante las decisiones de acudir a un hogar de ancianos. Hay hogares y hogares; algunos con calidez y otros no tanto. Hay familiares que visitan con frecuencia y otros que pasan tiempo sin hacerlo. Algunos abuelos no son respetados en su derecho a una ancianidad digna.

A la luz de una frase famosa de san Juan de la Cruz: "En el atardecer de la vida, seremos juzgados en el amor", es bueno ir haciendo memoria de nuestros actos de amor dando gracias a Dios, y pidiendo perdón por situaciones de egoísmo o falta de atención hacia nuestros mayores. Procuremos, en la medida de lo posible, que vivan con la serenidad y alegría que se merecen.

(*) Diácono de la parroquia Luján, Olavarría.