"Así, con la bloquera, fui criando a mis quince hijos. Tal es así que tengo una hija que está en la oficina, que está casada y tiene tres hijos; tengo otros dos hijos que están cortando en otro sector de la fábrica. Todos pasaron por acá. Una de mis hijas es hija en la Unidad 38, pero como era la más grande fue la que arrancó trabajando conmigo en la bloquera. Hubo clientes que me apoyaron un montón y yo que le puse mucha garra porque trabajaba sábado, domingo y feriados, aunque lloviera o tronara" siguió diciendo el propietario de la reconocida bloquera ubicada en la rotonda de acceso a Sierra Chica.

"No es que fuera una deshonra ser ciruja, pero no quería volver a hacerlo porque la bloqueera era un futuro y poniéndole garra todo se puede conseguir. Hoy por hoy, digo que estoy triunfando. Hace un par de años pasé momentos muy complicados, pero en los últimos siete meses me cambió la vida por completo. Me acuesto cansado, muy cansado, pero no estresado. Esa es la diferencia" dijo Pochito, feliz por este presente, por este año que en plena pandemia su situación cambió radicalmente.

"La construcción reflotó totalmente en estos últimos siete meses, sin dudas. Siento en el alma que esta pandemia esté perjudicnado a mucha gente, a amigos y a empresarios, pero en la construccion mejoró todo. Tengo pedidos entregar a 30, 60 y 90 días, no doy abasto, me falta material para hacer toda la producción; tengo seis empleados y hace siete meses éramos mi señora y yo, nadie más. Estaba en la ruina. Debía 300 mil pesos de luz; tenía un florero de centro de mesa, pero no se veían las flores porque las tapaban las boletas que tenía para pagar", dice Urban.

"Hoy por hoy no debo nada. Todo se dio en siete meses. Tengo cheques dados porque tengo cuenta en el banco, pero hasta febrero están todos cubiertos. Y mi producción a full. Tengo el honor y el orgullo de contar que esta semana vino un cliente de Mar del Plata y me dijo que le tenía que hacer los bloques; vino a Sierra Chica a ver a su familia. Vio el cartel que decía 43 pesos cada uno y yo no quería comprometerme porque tengo todos los turnos dados y la producción completa. Pero me dijo que quería 6 mil bloques para dentro de 30 días y los pagaba 45 pesos, porque me decía que se la mercadería que yo le vendo es de primera, "porque sé la calidad de tus bloques, sé tu trayectoria y cómo trabajan. Quiero darte esa mano que alguna vez la necesitaste". Y para mi es un halago, es un triunfo de la vida haberle puesto tanta garra para hoy estar viviendo este momento" señaló Pocho.

"Si el gobierno no cambia de rumbo, más allá de la pandemia, como se está moviendo todo en cuatro años vamos a estar muy bien. No habrá otra etapa de la construcción como ésta, porque se mueve de manera impresionante. No sé si es porque la gente no puede salir de vacaciones, pero se ha movido muchísimo. Yo tengo algunos clientes con poco poder adquisitivo, pero poco eh!, y arrancaron la casita remándola y hoy dejaron sus casas de manera espectacular. A veces compraban una bolsita de cemento y cal, y ahora llevan 200 bloques. Es otra cosa, la gente respira de otra manera" agregó el sierrachiquense.

"Por día hago 2.500 bloques. Tenemos dos cortadores. Esa cantidad es un equipo por día y son 60 mil por mes que se venden. Espero que siga así. Durante el gobierno anterior yo tenía pala, la camioneta de reparto, y me tocó perderlo todo. Me lo comí. La construcción se murió en esa época y yo quería tener esto abierto. A esta empresita que me la dio don Helios Eseverri. Cuando fui a pedirle ayuda le dije que un radical le estaba dando una mano a un peronista; era imposible, pero ese vasco era especial. Me lo dio, lo logré y hoy no la quiero soltar. No me entregaré nunca, ya que ahora repunté y me acuesto tranquilo, no tengo que decirles a los acreedores que me aguanten. Estuve fundido y hoy estoy resucitando" continuó contando Juan Carlos.

"Hace 7 años yo tenía una producción de dos equipos por día, eran 5 mil bloques, y con 16 personas trabajando. En los últimos cuatro años, con mis hijos que se fueron casando y se fueron, más algún empleado, fuimos levantando. Hoy ya somos 7 y me gustaría volver a tener esa gente. No es tanta la producción, sino que hay que devolver de alguna manera porque hay gente que necesita trabajo. Yo pago por día. No debo ni me deben los empleados, pero cada uno se lleva su dinero. Hoy yo me acuesto tranquilo y estoy satisfecho, porque puedo colaborar. La empresita sirve para algo, no es para embolsar y nada más. Te cuento un detalle: hace 4 años, a veces no comíamos al mediodía, porque esto ya es complicado como trabajo y porque cuidábamos el mango, y hoy mis empleados ganan bien; tengo una señora que les hace la comida al mediodía y paran una hora, y les pago la comida. Hoy me siento orgulloso de eso también. Siento que hoy se está viviendo distinto" terminó diciendo Juan Carlos Urban.