En el ámbito cristiano se conoce como Anunciación al episodio de la vida de la Virgen María en el que el Ángel Gabriel le anuncia que va a ser la madre de Jesús. Este episodio aparece narrado en el Evangelio de Lucas. Es entonces cuando el ángel se presenta ante ella y le anuncia su maternidad. Como respuesta, María da su SI generoso: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho".

El Concilio Vaticano II, comentando el episodio de la Anunciación, subraya de modo especial el valor del consentimiento de María a las palabras del mensajero divino. A diferencia de cuanto sucede en otras narraciones bíblicas semejantes, el ángel lo espera expresamente: "El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida" (Lumen gentium, 56).

La Lumen gentium recuerda el contraste entre el modo de actuar de Eva y el de María, que san Ireneo ilustra así: "De la misma manera que aquella -es decir, Eva- había sido seducida por el discurso de un ángel, hasta el punto de alejarse de Dios desobedeciendo a su palabra, así ésta -es decir, María- recibió la buena nueva por el discurso de un ángel, para llevar en su seno a Dios, obedeciendo a su palabra; y como aquélla había sido seducida para desobedecer a Dios, ésta se dejó convencer a obedecer a Dios; por ello, la Virgen María se convirtió en abogada de la virgen Eva. Y de la misma forma que el género humano había quedado sujeto a la muerte a causa de una virgen, fue librado de ella por una Virgen; así la desobediencia de una virgen fue contrarrestada por la obediencia de una Virgen..." (Adv. Haer., 5, 19, 1).

Al pronunciar su "sí" total al proyecto divino, María es plenamente libre ante Dios. Al mismo tiempo, se siente personalmente responsable ante la humanidad, cuyo futuro está vinculado a su respuesta.

Dios pone el destino de todos en las manos de una joven. El "sí" de María es la premisa para que se realice el designio que Dios, en su amor, trazó para la salvación del mundo.

El Catecismo de la Iglesia católica resume de modo sintético y eficaz el valor decisivo para toda la humanidad del consentimiento libre de María al plan divino de la salvación: "La Virgen María colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres. Ella pronunció su ‘sí’ ocupando el lugar de toda la naturaleza humana. Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes" (n. 511).

Así pues, María, con su modo de actuar, nos recuerda la grave responsabilidad que cada uno tiene de acoger el plan divino sobre la propia vida. Obedeciendo sin reservas a la voluntad salvífica de Dios que se le manifestó a través de las palabras del ángel, se presenta como modelo para aquellos a quienes el Señor proclama bienaventurados, porque "oyen la palabra de Dios y la guardan" (Lc. 11,28).

En este año mariano nacional nos encontramos celebrando el Si renovado de María : "este tiempo será una ocasión para honrar al Dios Altísimo que "se hizo providencia maternal en la persona de la Santísima Madre de su Hijo Jesucristo", quien ha dejado una imagen frágil "con rostro curtido y afligido propio de los nativos, a los que el Padre Eterno vino a consolar y esperanzar" en la sagrada imagen de la ‘Pura y Limpia Concepción’, a la que tiernamente llamamos Virgen del Valle" (Carta pastoral de monseñor Luis Urbanc, obispo de Catamarca).

(*) Voluntario de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría, contactoskolbe@gmail.com.