Daniel Lovano / dlovano@elpopular.com.ar

El Cruce Colombia 2019 tuvo como protagonistas a dos olavarrienses que sortearon los obstáculos naturales al mismo tiempo que disfrutaron la incomparable, paradisíaca belleza patagónica a ambos lados de la Cordillera de Los Andes.

Germán Aranzábal y Martín Franco compitieron en la categoría por equipos, franja etaria mayores de 80 años (entre ambos), y quedaron cuartos entre sus pares y octavos en la clasificación general.

"¿En serio que querés que hable de nuestra carrera? Lo nuestro fue humilde, no estuvimos a la altura de Tito González, que un año ganó esta carrera". Así abrió la charla Germán Aranzábal.

Modo, tiempo, o lugar, atravesar el cordón andino de un lado al otro a través de 100 kilómetros siempre es una hazaña que vale la pena relatar y escuchar.

"Como experiencia fue espectacular, por los paisajes que se ven y por el nivel de exigencia que tiene la prueba. Nosotros, con Martín, habíamos corrido otras pruebas en el Sur, pero esta es mucho más dura, tiene una infraestructura imponente, y un folclore que la hace distinta a las demás" relató Germán.

El Cruce Colombia 2019 tiene como objetivo sortear Los Andes, uniendo Argentina y Chile, a través de 100 kilómetros, en tres etapas. "Me llamó mucho la atención -advirtió- que había más extranjeros que argentinos en esta carrera. Cruzamos muchos brasileños, mexicanos, franceses, ingleses y todos de muy buen nivel".

Los corredores atraviesan montañas y volcanes, cumbres nevadas, bosques, lagos, valles y zonas rocosas.

"Me impactó la parte donde se empieza a correr alrededor de un lago, por la nieve. Los paisajes alrededor del volcán Lanín, con arroyitos que van por abajo de la nieve, son fatales. Son lugares a los que si no se llega de esta manera, no se llega" describió.

A pesar de realizarse durante el verano, las amplitudes térmicas constituyen otro obstáculo que deben superar los atletas.

Algunas ediciones han sido acompañadas por temperaturas primaverales; pero no son extrañas situaciones climáticas adversas, que pueden incluir frío, nieve, intensos vientos y lluvias copiosas.

En este sentido, Germán contó que la porción más dura fueron los "últimos siete kilómetros de la segunda etapa, a orillas del lago Lácar. Muchas piedras, donde nos quedábamos enterrados. Por momentos le decía a Martín de seguir caminando, porque creí que no llegábamos más".

La exigencia física para los aventureros requiere de un intenso entrenamiento previo.

El clima y la montaña imponen dificultades que no son para que sorteen los runners que andan todas las siestas trotando en los parques públicos.

Sin embargo, Germán se encontró con algunas sorpresas. "Es una carrera altamente recomendable, pero hay que ir bien preparado" opinó, y acotó: "Yo me entreno todos los días y tardé casi cuatro horas en cada una de las tres etapas, pero corrimos con gente que tardó 8 horas".

"No son atletas que estén en condiciones de afrontar este tipo de pruebas, pero se largan igual. Yo soy de la idea que hay que llegar bien entrenado para poder disfrutarla. Sino se padece, y al tercer día se hace insoportable" reflexionó.

La carrera dejó anécdotas como para contar, pero no con atletas que llevan sus cuerpos y sus mentes hasta el extremo para tener la satisfacción de cruzar el arco de llegada; todo lo contrario.

Germán reveló una situación que le tocó vivir con una pareja brasileña que terminó ganando la categoría mixtos: "No lo podíamos creer. El tipo cada tanto se paraba y dejaba ir a su compañera sola; después salía, la alcanzaba y le reprochaba de mala manera que no había ido más rápido. Una cosa absurda".