La celebración de la fiesta patronal en una comunidad habla de muchas cosas, de su historia, de su gente, de sus esfuerzos y sacrificios por llevar adelante una familia, habla de la Fe. Fe en el plano humano, fe en la palabra, en la confianza, en el progreso. Y también Fe en el orden divino como un don que viene de lo Alto y nos ayuda a concretar nuestros sueños y desafíos.

Cada comunidad tiene como patrono a un santo o a una advocación de la Virgen o de Nuestro Señor Jesucristo, para señalar que nunca debemos olvidar ni dejar de agradecer los beneficios recibidos desde lo Alto.

Celebrar la fiesta patronal es reconocer que somos criaturas débiles frágiles, pero que por misericordia divina y por el sacramento del bautismo hemos sido elevados a la dignidad de Hijos de Dios, somos hijos en el Hijo por el Espíritu Santo para la gloria del Padre. Tomando conciencia de esta dignidad sublime, nos ayuda a descubrirnos como hermanos entre nosotros, nos ayuda a superar el egoísmo y el individualismo, nos ayuda a formar una gran familia: la Iglesia.

La advocación de Nuestra Señora de la Asunción se debe a la ya antigua tradición sobre el paso de la Virgen María de este mundo al Cielo, y a la coronación de esta creencia con el Dogma proclamado por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950 que afirma: que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen, cumplido el curso de su vida terrena fue subida en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Que esta celebración aumente nuestra fe en Dios y nuestra esperanza y confianza entre nosotros, a creer firmemente que el "bien vencerá en el mundo, aunque el mal haga más ruido" (Benedicto XVI) y que depende también de cada uno ser instrumento de ese bien supremo que es Dios.

La Asunción nos invita a no decaer, a no perder la fe, a no ceder a los impulsos del materialismo que nos degrada y corrompe permanentemente. La Asunción nos invita a superarnos como personas, como cristianos a crecer, a madurar a santificar cada acontecimiento de nuestra vida con la fuerza del Amor.

El jueves por la tarde, la Imagen de la Virgen fue llevada hasta el Monasterio Trapense, para contar con las oraciones de las Hermanas de la comunidad y así comenzar espiritualmente estos días de preparación y celebración de la Fiesta Patronal.

Ayer sábado, la imagen de la Virgen recorrió las calles de nuestra comunidad y sus instituciones derramando a su paso la bendición de Jesús. Desde las 17 horas se celebró la santa misa, presidida por nuestro obispo diocesano monseñor Hugo Salaberry.

Hoy domingo continuarán las celebraciones con una procesión alrededor de la plaza principal, desde las 11 horas la celebración de la misa y bautismos y la realización de una feria del plato para colaborar con las obras de la parroquia.

Concluyo con unas palabras del papa Francisco, muy oportunas para estos tiempos: "Invito a la esperanza, que nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una ser, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza" (Papa Francisco Fratelli tutti 55).

(*) José Quattrocchio es el párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Hinojo.