Nelson Mandela (1918-2013) ha sido uno de los personajes -y referentes- claves en la historia del siglo 20 y sin lugar a dudas el aniversario de su liberación, tras una larga condena cumplida en la prisión Víctor Verster de Robben Island vecina a Ciudad del Cabo en Sudáfrica, el país en el que luchó denodadamente contra el apartheid, es motivo suficiente para repasar la forma en que la televisión y el cine estadounidenses le dieron espacio a un puñado de momentos culminantes de su vida.

Quizás el más recordado de todos sea "Invictus" (2009), que dirigió nada menos que el polifacético Clint Eastwood, quien recupera la historia de Mandela, como líder de la liberación étnica del sur de África, y sus intentos una vez electo presidente para garantizar el fin del sistema de exclusión racial apartheid, es decir la construcción de una democracia sin discriminación por color de piel o religión.

En la estrategia de Mandela, interpretado por el sobresaliente Morgan Freeman, para utilizar al campeonato mundial de rubgy de 1995, en el cual su país era anfitrión, con el propósito de acercar a negros y blancos, el líder se propuso una jugada estratégica al utilizar los símbolos del régimen racista (el himno nacional y el equipo de rugby Springbok, es decir la Selección Sudafricana de Rugby) para cristalizar su idea de una Sudáfrica sin grietas.

El cineasta acierta en su mirada no obstante elude los episodios que tuvieron que ver con la vía insurreccional armada del Umkhonto we Sizwe (Partido Comunista Sudafricano), brazo armado del Congreso Nacional de aquel país, opuesto al racismo, así como así como su viaje a la Argelia liberada, pero es lógico aceptar que el cine tiene, en especial el estadounidense, este tipo de licencias potabilizadoras para un público poco permeable a esas reacciones de acción directa.

Para interpretarlo el actor y director en este segundo apartado de títulos cómo "Los imperdonables", "Gran Torino" y "Los puentes de Madison", eligió a Morgan Freeman, secundado por Matt Damon cómo el rugbier Francois Pieenar, líder de los Springboks en aquel 1995 de consagración mundialista. Más allá del tema en cuestión, Eastwood elige la corrección política, que tiene como propósito recuperar la figura de Mandela y darle un protagonismo trascendente en un momento que marcaría un antes y un después en la historia del extremo sur del continente africano.

Sin embargo mucho antes de este ejemplo existieron otros, el primero surgido de la televisión, presentado 3 años antes de su liberación decidida después de 27 de prisión en 1990, hecho del cual en estos días se cumplen 31.

De 1987 es "Mandela", un telefilme producido por HBO Pictures, Polymouse y Titus dirigido por el respetable Philip Saville, según un guión de Ronald Harwood, maravillosamente interpretado por Danny Glover, que como todo el equipo de filmación se trasladó a Zimbabue.

A la hora de rodar "Malcolm X" (1993), acerca de la historia del líder negro norteamericano, el director Spike Lee tuvo la idea de invitar al auténtico Mandela para una breve participación en su filme donde terminó interpretando a un maestro de Soweto.

Ese mismo año Hollywood volvería. a tocar su historia.

De aquel 1993 es "Mandela: Un largo camino a la libertad", que en dos horas y media cuenta la historia del luchador desde su infancia rural hasta su llegada a la presidencia, un camino con muchos triunfos y traspiés, particularmente los que tuvieron lugar desde la segunda mitad de la década del 40 cuando se impone el régimen del apartheid en forma sanguinaria.

Esta vez el elegido para interpretarlo fue Idris Elba, acompañado por Naomi Harris, según la dirección de Justin Chadwick, y el guión escrito por William Nicholson según la autobiografía del líder sudafricano.

En este resumen del original de 800 páginas, los autores logran resumir 50 años de historia desde sus primeros días en la política en 1942 como abogado en Johannesburgo, y militante del movimiento que lo llevaría a la cárcel.

La película sigue la relación de Mandela con Winnie Madikizela, su decisión de incorporarse a la acción directa, terrorismo incluido, su juicio y encarcelamiento, y como un cuarto de siglo después Sudáfrica se vuelve ingobernable y el régimen del apartheid se ve obligado a iniciar negociaciones con Mandela.

De 1997 es el telefilme "Mandela y DeKlerk", en el que un ya veterano Sidney Poitier interpreta a Mandela, mientras Michael Caine al presidente sudafricano Frederick Willem DeKlerk, el hombre que impulsó las reformas que abolirían el apartheid y que lo dejaría finalmente en libertad, los dos ganadores del Premio Nobel de la Paz en 1992 por pergeñar la transición hacia una democracia no racial en Sudáfrica.

Dirigida con prolijidad por Joseph Sargent, basada en la obra de Richard Wesley, tiene a su favor a dos monstruos del cine como Poitier, entonces con 70 años, (ahora tiene 93), en una de sus interpretaciones más conmovedoras y Caine, dueño de un talento inigualable para la transformación y en este caso la creación de un personaje tan singular.

La última de la lista, hasta ahora, es "Endgame" (2009), que toma el momento clave al Congreso Nacional Africano en su batalla armada contra la política del apartheid, mientras el presidente P.W. Botha se aferra a los últimos hilos de poder y el país se encuentra al borde de la sangrienta insurrección.

El relato se sumerge en los centros de control de conflicto, la prisión de Mandela, la sede parlamentaria y en hechos relacionados con la Consolidated Gold, una empresa minera británica que, convencida de que la resolución de los conflictos sudafricanos les reportaría muchas ganancias, inicia tratativas encubiertas no oficiales entre las partes enfrentadas.

La dirección es de Pete Travis según la novela de Robert Harvey, con William Hurt y Chiwetel Ejiofor, y Clarke Peters como Mandela, qué es el relato es un personaje secundario más allá del protagonismo en la historia real.

Muchas miradas para un mismo personaje que todavía hoy sigue siendo para buena parte del mundo, una figura a reconstruir como un puzzle, más allá de su tiempo y de sus circunstancias, alguien que escribió páginas claves de la historia del siglo 20.