Todo, "calzadas en las zapatillas que elijamos: urbanas, deportivas, con bases diferentes y con diseños que nos hacen lucir impecables, tanto para permanecer en casa como para ir a la oficina", define Andrea Ardanuy, la propietaria de Berna.

En esta primavera-verano, los jeans "vienen anchos, mas cortos, las lonas son rústicas, menos elastizadas, para que nos queden grandes, tipo ochentoso". También están los más achupinados, "más baggy, una especie de Mom fit, esos que tienen un calce amplio y son más cortos". Las líneas han privilegiado también el pantalón pinzado, ya sea de denim o de otros géneros, como el punto Roma, el rib o el algodón. Las pinzas aparecen adelante, atrás e incluso en las botamangas. Muy ochentoso todo lo de los jeans", resumirá, sin olvidar los pantalones piyama, un furor del invierno que seguirá vigente.

Los slouchy -un pantalón tan desgarbado como su nombre-, los baggy, los Mom fit y los pinzados son los indispensables, pero continúan el oxford, el recto, con roturas, al cuerpo, sin llegar a ser el must de la temporada.

Las remeras, camisetas y suéteres que los acompañan vienen amplios, en géneros livianos que no terminan de definir las siluetas.

En cuanto a la paleta de colores, las tonalidades explotan: muchos colores pasteles, a pleno los naranjas, los rosados, mucho mostaza y los amarillos se usan muchísimo, tanto como ubicarse al tope de la temporada.

Para Ardanuy, otro obligado de la temporada son "las chaquetas de ecocuero y las camperas de jean, un verdadero clásico que se utiliza todo el año y que cierran perfectamente un buen look".

Si hay un modo de definir la moda de estos días es con la palabra "informal", tal vez en consonancia con la situación global en la que nos colocó el Covid-19. "De allí -analiza Andrea- que se pusiera de moda esta suerte de comodidad total y con ella, los pantalones tornaran más amplios, igual que las remeras. Y como calzado, también se optara por la informalidad y se eligieran, definitivamente, las zapatillas".

Esa cuestión ya se puso de manifiesto durante la temporada anterior, cuando la demanda se limitó a las botas más cómodas. La línea orientada a la noche, que las fábricas produjeron, quedó en las estanterías, ante la realidad del confinamiento y la suspensión de todos los encuentros sociales y salidas. En esta nueva temporada, y debido a la situación económica, las producciones de calzados "recién están arrancando, a diferencia de otros años en los que las colecciones se largaban enteras". Esta vez, se han lanzado colecciones cápsula, esto es reducidas respecto de las colecciones habituales, que suelen superar los 70 modelos.

Zapatillas, zapatillas y más zapatillas. Entre ellas, apenas alguna sandalia tipo ojota con punta cuadrada. "Se llaman snikers, son zapatillas muy cancheras, algunas también muy clásicas, con detalles en color y mezclando lo deportivo con cuero". Las bases del calzado también se adecuan a la nueva normalidad y se transforman en chunkys, muy armadas, con muchos recortes, más altas que lo normal y en combinaciones de tonos pasteles, rosas y nude, sin descartar los flúo. O aparecen pintadas, con detalles y mucho diseño.

"Llegaron para quedarse", sintetiza Andrea Ardanuy sobre el calzado que busca hacernos sentir cómodas a toda hora y que combina en esta finalidad con la indumentaria, planteada para toda hora y todo tipo de actividad.