Claudia Rafael

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La muerte al desnudo, el rictus de prepotencia en el rostro de un policía acuartelado, el papa Francisco sonriendo y saludando a miles de fieles en las calles de Copacabana durante las Jornadas Mundiales de la Juventud o un joven saltando en patineta desde un vagón a otro de un tren que atraviesa las vías de Avellaneda. Esas imágenes y muchísimas más forman parte de la 25ª muestra anual de fotoperiodismo de la Argra (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina) que se expone en el primer piso del Palais de Glace, en el barrio porteño de Recoleta, y que se extenderá hasta el 18 de agosto. En la planta baja, la exposición que irrumpe como un sacudón de los tiempos narra la historia misma del país a lo largo de los últimos 30 años. No son necesarias las palabras. La gigantografía refleja una escena hoy impensable: un millón de personas en la 9 de Julio para el acto de cierre de campaña de Alfonsín, en octubre de 1983. Luciano Benjamín Menéndez amenaza con un cuchillo, en 1984, a los jóvenes que le gritan "asesino" en la puerta de Canal 13. Carlos Saúl Menem con patillas y un revólver en la mano, durante la inauguración de una sede de Gendarmería. Son las fotos que hacen historia.

Como ahora también hizo historia aquella que hace unos pocos años captó el fotógrafo de EL POPULAR Marcelo Kehler y que fue la imagen elegida en 2014 por la Comisión Provincial por la Memoria para la campaña contra la violencia institucional. "Debemos levantar las banderas para decir que no necesitamos cuidarnos de nuestros pibes, sino que tenemos que cuidar a nuestros pibes", se lee a un costado con la firma del sacerdote Carlos Cajade, fallecido en octubre de 2005 y uno de los impulsores del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo. En esa imagen, captada en la calle San Martín, a escasa media cuadra de la plaza central, se ve a tres niños de espaldas y a varios policías que los retuvieron durante largo rato contra una pared.

La primera muestra colectiva de fotoperiodismo argentino se armó en los inicios de octubre de 1981 con 70 expositores y un total de 200 imágenes. Muchas de esas fotos habían sido censuradas o, directamente, eran inéditas. Todavía el país estaba hundido en la última dictadura militar y ni siquiera se había producido la Guerra de Malvinas, después de la cual, se abrieron muchas libertades. Para aquel octubre, subyacían los temores por lo que podía suceder. Apenas dos meses antes, en el contexto de aquel fenómeno maravilloso como fue Teatro Abierto había sido incendiado el Teatro Picadero.

Las dos muestras actualmente abiertas en el Palais de Glace son una radiografía del país. En un caso, constituyen un relato fotográfico de los momentos más salientes del año pasado. En el otro, permite hacer una recorrida de tres décadas que -sobre todo para los más jóvenes y con la guía adecuada- posibilitan conocer la historia misma. Los carapintadas con los rostros camuflados; el Alfonsín de "con la democracia se come, se cura y se educa"; Jorge Julio López, dos veces desaparecido, durante la visita a la Comisaría 5ª de La Plata en la que estuvo detenido y fue torturado en el ya lejano 1977. Y, cómo no, la imagen de Miguel Osvaldo Etchecolatz cuando escuchaba la condena a perpetua.

Hay algunas imágenes de las que cuesta desprenderse. Y, en esa categoría, indudablemente se encuentra la del cuerpo ensangrentado del maestro Carlos Fuentealba con dos compañeras de lucha, a un costado, gritando de desesperación. Son la historia de un país en tensión constante a través del congelamiento de un instante. Estar ahí, en el momento exacto, y disparar para captar lo que -quizás- en algunos años será historia: los mineros de Río Turbio, con una hilera de borceguíes en el primer plano; los cereales derramados en las rutas durante el conflicto con el campo; el nacimiento de los piquetes que llegarían para quedarse.