Claudia Rafael

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Si los despachos de cemento en el país se habían reducido en 500.000 toneladas en este abril pandémico -uno de los niveles más bajos de los últimos 14 años- septiembre y octubre mostraron un crecimiento de los despachos que vuelve a ubicar a Argentina en cifras pre-pandémicas. Un siglo atrás, los ritmos eran otros, las preocupaciones también y se multiplicaban las ilusiones de un futuro industrial. En 1920 -de acuerdo a los archivos de este diario- "los conocidos hacendados de Olavarría, señores Juan y Alfredo Fortabat, han descubierto en sus posesiones de San Jacinto una nueva riqueza, consistente en grandes yacimientos de caolín, de 1,50 a 3,50 metros de espesor, cuya producción se calcula en más de un millón de toneladas, siendo el costo de extracción de alrededor de 10 pesos y su precio de venta de 20 a 25 pesos la tonelada"

Estaba naciendo -anunciaba la noticia- "el imperio cementero más grande de la Argentina y uno de los mayores del mundo".

Hacía dos años, en 2018 y 2019, Argentina había atravesado -como buena parte del mundo pero con menor impacto- la famosa gripe española que en el país dejó 15.000 muertes. Y en una coincidencia de los tiempos, el presidente Hipólito Yrigoyen fue fustigado, con particular énfasis por el diario La Nación, por "clientelismo" por la ayuda social a los más golpeados. "La epidemia de gripe, por su dimensión y por su impacto, desnudó las falencias de un Estado que todavía estaba en conformación, la impotencia de una medicina que aún no se consolidaba como garante de la salud y el desequilibrio económico y geográfico de la sociedad", se lee en "Historia de una epidemia olvidada. La pandemia de gripe española en la Argentina, 1918-1919".

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