Cacho Fernández / cfernandez@elpopular.com.ar

Mientras Alberto Fernández padecía una gastritis que le proporcionaría la posibilidad de abandonar el barco del Gobierno si la situación se le ponía espesa, la Vicepresidenta les habló a los suyos en el acto de la militancia. Fue, como se suele decir, conformarse con pescar solo en su pecera, porque por el estilo y el contenido de su discurso no parece poder sumar más votos que los que ya tenía.

La actitud de Cristina terminó por conformar una verdadera paradoja porque se situó como peronista furiosa, cuando no lo parece haber sido con esa intensidad y convicción. Y también le dedicó varios minutos al tema seguridad y propuso llenar de gendarmes el Conurbano y militarizarlo, cuando siempre despreció una solución represiva a la inseguridad. Difícil de entender.

Pero, como se planteó en esta columna la semana pasada, la Vice intentó polarizar con Javier Milei y no con Mauricio Macri, lo que lo dejaría a Juntos por el Cambio en el centro de esta estructura dialéctica, según el esquema hegeliano.

En medio de un desordenado y errático discurso, Cristina se encontró con que no podía disparar munición gruesa contra su gobierno porque atentaría contra las posibilidades electorales de su propio Gobierno. 

Igual lanzó algunos dardos contra el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, y también, aunque podría semejarse a un error no forzado, castigó a su hijo predilecto no biológico, esto es, Axel Kicillof, por el tema seguridad.

Por razones obvias, y por la posibilidad cierta de que Alberto le tire el gobierno por la cabeza para que ella se haga definitivamente cargo de la crisis, Cristina debió quedarse a mitad de camino de ambos y eso la hizo confusa y no tan letal como suele serlo. Pero lo eligió a Milei para subirlo al ring y colocarlo en el rincón opuesto. Juntos por el Cambio terminó quedando en el centro de la escena como una especie de alternativa electoral. ¿Eso es lo que desea Cristina o fue otro error no forzado de una Vicepresidenta absolutamente confundida y caótica y que va perdiendo la sagacidad política?

En un acto de campaña, o de virtual lanzamiento de campaña, Cristina destacó enfáticamente la figura de Perón. (La necesidad tuvo cara de hereje para la Vice) pues ella sabe que en primer lugar debe parecer peronista y centrar en ello su futura campaña por la Provincia, por sus fueros o por la posteridad, "por la Patria, por la vida, por el oro o el facón", como dice el tango "Dios te salve m'hijo". Cristina está obsesionada por cómo va a quedar en la historia, si como heroína o villana. Pero también la Vice alude a la promesa de "recuperar la alegría", o el supuesto paraíso perdido del credo de algunas religiones.

Contradicciones

Algunos no creen que aspire a la Presidencia, y menos ahora que Alberto Fernández estaría a un paso de tirarle el Gobierno por la cabeza apelando en su repentina gastritis erosiva. Las condiciones son demasiado críticas para hacerlo y, como dijo un amigo, Cristina sólo sirve para repartir y no para juntar.

Como un emblema de la contradicción, Cristina fustigó a la denominada "mano dura" y pidió por la Gendarmería para el Conurbano bonaerense, se erigió junto con su esposo como los salvadores de la patria "a partir de 2001", cuando el kirchnerismo asume recién en 2003. Cabe decir que desde 2001 a 2003, la inflación era del 4,6%. Hoy está en el 100 por ciento.

Habló de su gobierno en tercera persona, como lo solía hacer Menotti cuando hablaba de sí mismo o de lo propio, pero se olvidó que fue ella misma quien eligió la fórmula presidencial y no tiene más remedio que hacerse cargo de Alberto.

Se autoadjudicó, sin embargo, ser la portadora de lo nuevo, y a la vez de la continuidad. Pero ¿de qué?, ¿de la inflación del 100%, del 37 % de pobreza, de la falta de trabajo? ¿De qué habla Cristina? ¿No era que volvían mejores? 

En el marco de este laberíntico discurso, Cristina se fue pisando los cordones permanentemente, tal como se los pisó Rubinstein, el viceministro de Economía, cuando admitió que una devaluación podría derivar en un "Rodrigazo".

Eslóganes

Cristina no se lanzó pero destacó que el peronismo sin ella no es nada ni cambia nada. En fin, una manifestación narcisista dentro de la cual también no le quedó otra alternativa que hablar de la inflación, sólo que la atribuyó no al déficit fiscal ni a la política monetaria, sino a fuerzas tan oscuras y esotéricas como el fantasma que un video pretendía transmitir que el portero de una clínica dialogaba y luego consignaba el nombre de una persona fallecida el día anterior. Hasta la política se ha vuelto esotérica y fantasmagórica. El país ya tiene el clima del film "El conjuro".

Detrás quedaba un pretendido relato histórico muy esloganizado, una especie de catecismo peronista, destacaba solo unos puntos archiconocidos: el regreso de Perón y su conocimiento de una juventud que había imaginado que el peronismo era una especie de colectivo que los dejaba cerca del socialismo mientras el viejo líder se disponía a manejar los hilos de un delegado que no duró más de dos meses en el gobierno por presión del peronismo "facho" que tenía más ganas de "aniquilar" a esa juventud que acogerla en el movimiento. Perón tampoco pudo con esa contradicción interna y se murió antes de lo previsto y mucho antes de la idealización que el jueves hizo Cristina de su persona.

Confundida

La Vice se planteó como lo nuevo y a la vez como continuidad, puso en la grieta a Milei y colocó en el centro a Juntos por el Cambio, algo electoralmente inconveniente para su propio espacio y bastante favorable para las "palomas" de Juntos. 

La confusión de la Vice es inconmensurable. Se erigió siempre como garantista y progre y se plantó como una especie de mano dura. 

Destacó al trabajo como el gran ordenador social, pero solo ha sabido repartir planes que sustituyen al empleo. Y además convocó a un acuerdo tipo Moncloa cuando nunca dialogó con nadie, ni con su delegado presidencial. Pero aún así logró alinear a cegetistas, piqueteros, con Grabois junto con camporistas, aunque no se sabe aún si esto le alcanzará para gobernar. 

El sueño peronista de un capitalismo humanista con justicia social, y el ascenso social para erradicar el fatalismo de nacimiento quedó tan lejano como aquel sueño de unidad nacional cuando Perón regreso de su exilio. Cristina recitó una vez más la liturgia que quedó después de aquel fracaso y preparó el escenario para éste y el subsiguiente.

Hilario y la Séptima

En el plano seccional, Hilario Galli descartó que el conflicto en la estructura de poder azuleño fuese a entorpecer la unidad de "Juntos" en la Sección y advirtió que el objetivo es "gobernar las ciudades que no estamos gobernando".

Con el radicalismo parece reinar una gran tranquilidad y aplaudió la posibilidad de Primarias en todos los niveles. "Somos el producto de una PASO contra Cladera", subrayó.

Advirtió, contra las versiones que circulan, que "no voy a ser candidato a primer concejal", para suplantarlo a Ezequiel en caso de que éste, ante sendos probables triunfos tanto aquí como en la Nación, sea invitado a ocupar un ministerio. Pero remarcó que "estaré para donde me necesiten y destacó que el macrismo es cabecera de las secciones y se definió en la interna del Pro: "Yo prefiero que ganen Horacio y el Colo (Santilli)", en la Primaria macrista.

En tanto, el Intendente fijó su posición con respecto a uno de los temas más sensibles de su gobierno, esto es, las tasas municipales, ya sea para reafirmar que sigue en pie el requisito de tenerlas al día como condición para tramitar la licencia para conducir, y además ir hacia la eliminación progresiva del papel, promoviendo la digitalización del pago de las contribuciones con algunos incentivos. "Se va a extender el plazo para erradicar las boletas de papel, porque aún hay mucha gente que no se adhirió al sistema de boleta electrónica", dijo el Jefe comunal disparando o extendiendo una polémica que había surgido hace unos días.

Acuerdos y desacuerdos

El secretario de Gobierno, Hilario Galli, graficó esa imposibilidad argentina de llegar a acuerdos estratégicos en "no haber podido siquiera generar una economía regional". Y en verdad, hace 20 años, cuando se traccionaba el TOAR, el Municipio local ploteaba los vehículos oficiales con la leyenda "Olavarría, capital de la región", contradiciendo esta alianza de iguales a nivel regional que se pretendía impulsar.  

"No podemos llegar a un acuerdo hacia adelante -reprochó Galli- somos muy pendulares y además se rechaza todo lo que hace el otro como se rechazó un logro del gobierno de Macri como lo fue la matriz energética y la licitación para sacar un gasoducto que nunca se llevó adelante".

"No nos pudimos poner de acuerdo con las localidades vecinas", se quejó, tras lo cual añadió; "la política está muy personalizada y creo que debemos ser más estratégicos".

Según el secretario de Gobierno, "hoy tenemos valores mineros récords y un superávit mayor a los 200 millones de pesos, entonces -dijo refiriéndose a las obras- esto nos da la posibilidad de financiarle a la Provincia y poder esperar sus plazos de pago que son de dos, tres y cuatro meses y también cinco meses. Con una inflación como la que tenemos, se podrían perder unos 30 millones".

De todos modos destacó la "buena relación que se tiene con la Provincia", algo que ha dado sus frutos así como la sensatez en la relación que se tiene con el diputado provincial César Valicenti".

Sin embargo, y pese a la buen plan de vacunación que hubo, puntualizó que "hubo equivocaciones porque se vacunó en lugares que no estaban preparados porque ya existía una infraestructura municipal para hacerlo. Pero sabemos que a veces las decisiones no se toman acá, sino que vienen de arriba".

Bloopers y discursos

Realmente llamó la atención la falta de energía y contenido que tuvo el discurso de Cristina, una persona que ha demostrado históricamente su solidez en la oratoria. Pero esta vez recordaba al de Juan Manuel Casella cuando habló una vez en la vereda del Banco Nación. "No sabemos ni cuándo aplaudir, y el del bombo no sabe tampoco cuando tocar"..., reprochaban irónicamente algunos militantes de la Coordinadora. Pero en el caso del entonces candidato a gobernador lo condenó su estilo, a Cristina la condena estuvo en sus propias contradicciones que la dejó a medio camino de todos los temas.

El país está en modo Kelly Omos, la ministra de Trabajo, que sugiere atender más el Mundial que la inflación. El otro blooper lo dio Mauricio Macri al destacar a la alemana como "una raza superior", un eslogan racista que fue el sustrato ideológico del nazismo. También Javier Milei promovía el libre comercio de órganos. ¿Qué le pasa a nuestra clase dirigente?, ¿sus ideas u opiniones son producto de la necedad, de la locura o de la ignorancia? Todas ellas características absolutamente censurables para gente que pretende conducir los destinos de una sociedad.