Cacho Fernández cfernandez@elpopular.com.ar

Perón solía decir que la viscera más sensible es el bolsillo. Con ello pretendía representar la preeminencia de lo económico en la decisión de votar por oficialismo u oposición. Y los números hoy contribuyen a una posible derrota del kirchnerismo.

Tal vez esto haya contribuido además a la amenaza de Cristina Kirchner de no presentarse como candidata a nada en estos comicios de 2023.

Efectivamente, si se tiene en cuenta el bolsillo como decía el creador del peronismo, los datos son siniestros. Según el informe de la UCA, durante el tercer trimestre de este año 43,1% de los argentinos son pobres, es decir, casi la mitad de la población. Y eso sin contar a los planes sociales. Es difícil recordar un momento en el que la realidad social argentina haya estado peor que ésta.

Además, la pobreza real llega al 50%, un dato solo superado en el gobierno de Eduardo Duhalde cuando éste hizo la demencial devaluación del 40 por ciento en un solo día de febrero de 2002, y llevó el índice de pobreza a un 52 por ciento.

Aparte, la indigencia pero también sin el toque cosmético de los planes sociales, llega a los casi 20 puntos (19,6%), una cifra alarmante que demuestra la caída estrepitosa del país en sus aspectos socio-económicos.

Los datos del informe de la UCA son una pesadilla. Dice que en los últimos doce años, y siendo gobernados en sus ? partes por el kirchnerismo, la indigencia se duplicó entre los menores de 17 años y se triplicó entre los mayores de 60. Y solo la quinta parte de la población no es pobre.

Quizás sea por ello que Cristina no quiera ser candidata a nada. Los argentinos ya la castigaron en las elecciones intermedias de 2021 y todo indicaría, de acuerdo a la "sensibilidad" del bolsillo, la votarían en contra en las próximas.

Todos los esfuerzos por revertir la situación electoral a través del plan durar de Sergio Massa podrían fracasar, pero aún el final parece incierto. Posiblemente el kirchnerismo (o el cristinismo) se termine refugiando en la Provincia de Buenos Aires para construir allí su retaguardia final e intentar recuperarse desde ese escenario.

Cristina, Milani y Lugones

La proscripción es un argumento falaz porque la Vicepresidente puede ser candidata a lo que desée, pero esta realidad social la conduciría a una derrota tal como lo reflejan las encuestas. No se debe descartar el temor a un bullying permanente a causa de su reciente condena por el delito de corrupción.

De inmediato, la Vice y sus seguidores salieron a querer contrarrestar con un apoyo político a la derrota judicial, algo muy frecuente en el peronismo que viene suponiendo históricamente que las movilizaciones están por encima de las instituciones. La misma Cristina y la dirigente del Frente de Izquierda Miriam Bregman, apoyan un mecansimo por el que los jueces, como los políticos partidarios, deben ser elegidos por el voto popular, respaldando de ese modo el modelo de la denominada "justicia partidaria" o también los denominados "tribunales populares" tan vigentes en los regímenes totalitarios y/o autoritarios de gobierno. Si hasta el ex general Milani salió con tono amenazante ¿un golpe de Estado?, y dijo que "ya no existe salida pacífica a tamañas injusticias y semejante connivencia del partido judicial con el poder económico y mediático. Sea en el corto o en el mediano plazo, esta situación terminará de la peor manera". Se pareció a los discursos militares previos a cualquier golpe o, la famosa "hora de la espada" del ultraderechista Leopoldo Lugones, como cita oportunamente el periodista Roberto García.

No es la primera vez que un militar preferido de un gobierno peronista acaba siendo un actor de un golpe institucional y fascista. Basta recordar a Massera quien fue nombrado por Perón y terminó golpeando a Isabel, su sucesora y viuda. Sin ningún problema el gobernador Capitanich suspendió las Paso, así como una reacción emocional contra el fallo y sin preocuparse en gambetear al fascismo. ¿Qué sigue ahora, entonces?, ¿hasta dónde continúa esta reacción del cristinismo contra la Justicia?. ¿Y si mejor se preocupan por resolver la pobreza y la inflación?... Digo, nomás... Pero el Gobierno quiere empatarle el partido a la Justicia, aunque sea con un gol con la mano.

Peronismo y centralidad

No hay ninguna duda que la centralidad del peronismo a nivel nacional la tiene Cristina y que en Olavarría la tiene La Cámpora. Jamás prosperó una alternativa peronista independiente de esa facción, y lo mismo podría ocurrir con el grupo "Olavarría al frente" que dice conducir el senador Eduardo "Bali" Bucca, pero que en realidad estarían compartiendo la conducción con José Eseverri.

A José todos lo daban por retirado, pero sigue tan "vivo" y activo como lo estuvo hasta que representó la experiencia frustrada de Roberto Lavagna y lo rescató su amigo el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, una de las principales cajas que se quedó el massismo dentro de esa alianza extraña que hizo Sergio con su derrotada y humillada en 2013.

Como dijo alguien, Cristina con su renuncia (algo muy propio del peronismo porque en cada renunciamiento hay una victimización) puso a su espacio al filo de un vértigo indecible. Porque no hay nadie que reemplace a la jefa sin ser cuestionado por el camporismo que no reconoce otra conducción que la de su progenitora.

Esto, en Olavarría, es muy visible y ningún espacio político, ni siquiera el eseverrismo que renegó mil veces de ella, pudo sustituir a La Cámpora como jefa de ese peronismo al que se incorporó en 2005. Ni siquiera Miguel Santellán pudo rendirse ante su poder.

El eseverrismo supone que una candidatura de Massa, en caso de que le vaya algo bien con su plan de "durar", significaría una suerte de triunfo contra el kirchnerismo del que se fueron en 2013 pero intentaron volver en 2015 de la mano de Aníbal Fernández. "Sería una batalla ganada, aunque debimos esperar un poco y tragarnos algunos sapos", dijo un exponente de esta simbiosis política. Puede ser, pero Massa ya no es el mismo ni el eseverrismo ya no es lo que fue. Ambos atravesaron el río de Heráclito.

Sergio Massa entrampado

En 2014 Sergio Massa sintió que irremediablemente se precipitaba al vacío y fue Malena Galmarini, su esposa, quien hoy maneja AYSA, quien lo empujó a levantar la cabeza en el estadio de Vélez frente a sus seguidores porque se le caía su sueño de ser algún día la primera dama.

Luego, el tigrense se alió al cristinismo para sobrevivir cuando lo había fustigado furiosamente y de la peor forma, hasta prometió echar a "todos los ñoquis de La Cámpora", se animó a decir.

El entrismo le dio a Massa algunos réditos pero le modificó la identidad y mucho más hoy con la multiplidad de dólares y ajustes diversos.

La gente ya no lo ve de la misma manera y, más aún, el mismo contribuyó a su propio descenso a los "infiernos" (como dice el Credo) de medir apenas 12 puntos de imagen positiva, menos que Cristina y Macri) a cambio de aumentar sus posibilidades de ser candidato presidencial, cosa que parece muy complicada porque tiene un rechazo del 68 por ciento.

Su convicción es que no tenía otra alternativa de serlo si se quedaba en la tercera vía y apostó al entrismo en el Frente de Todos. Habrá que esperar como evoluciona o involuciona en los próximos sondeos porque la verdad en política está en los resultados. Es claro que Cristina será candidata a algo y que Massa deberá enarbolar su figura y mostrarla como el estandarte de su propia contradicción.

Definiciones

El intendente Ezequiel Galli admitió sin decirlo que va a ser candidato. Dijo que "la ley lo habilita a serlo y que "si sirve, lo será". Pero, como Mauricio Macri, advirtió que su decisión queda supeditada a lo que opine su familia, algo que seguramente pasará, tanto en Galli como en Macri, a un plano secundario. Pero también puso en juego algo que siempre está latente: lo que se le diga en su espacio.

Efectivamente, el jefe comunal parece tener una promesa de Rodríguez Larreta de llevárselo si el porteño ganase las elecciones internas y luego la general de 2023. Y a Ezequiel parece seducirlo esa probable idea porque su lugar, ante una eventual licencia, lo ocuparía Hilario Galli como primer concejal de la lista dispuesto a una sucesión institucional por licencia en el cargo del Intendente. En un momento se habló de este plan pero no se sabe si sigue presente.

Hay recursos suficientes para una buena gestión porque lo que no lo da el impuesto a la piedra, lo aporta la inflación. Entonces, ya parece un hecho que Galli, Wesner, Arouxet, alguien de la izquierda y algún candidato vecinal competirán por el sillón de Amparo Castro. Pero seguramente Ezequiel irá por un tercer mandato y La Cámpora probará con un nombre diferente para ver si puede tener mejor suerte.