Daniel Puertas

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En pocas semanas más la Sociedad de Fomento Pueblo Nuevo deberá celebrar su asamblea para la renovación de autoridades, aunque si hay entusiasmo en los vecinos por esta circunstancia se lo mantiene muy en secreto. Nadie ha planteado, al menos públicamente, intenciones de conformar una lista alternativa, aunque en charlas privadas repiten una queja expresadas con distintas palabras pero con el mismo sentido: "ahora Fomento es una dependencia municipal".

Con eso quieren decir, sencillamente, que la entidad dejó de pertenecerle al barrio, que ya no despierta ese orgullo simple y confortante de tener una institución forjada a lo largo de muchos años por decenas de vecinos anónimos que se había convertido en una referencia comunitaria inevitable.

La Sociedad de Fomento Pueblo Nuevo fue a lo largo de décadas un soporte necesario para la educación, para la salud, para el deporte, para la cultura. Ninguna otra entidad fomentista local creció tanto, fue tan importante, no sólo para Pueblo Nuevo sino para toda la ciudad.

Con sus tradicionales bailes de domingo consiguió una solidez económica que sobrevivió a las recurrentes crisis económicas del país. Hoy, cuando ya funciona prácticamente como una discoteca una vez a la semana, perdió el manejo de la base de su economía por imposición del gobierno municipal y más de uno tiene dudas si el alquiler que le pagan será suficiente para afrontar el eventual costo que le pueden suponer los juicios laborales que le han entablado.

Con un evidente malestar, más de un vecino saca cuentas en el aire sobre las posibles ganancias del empresario César Saldain y, tal vez con exageración, aseguran que un solo domingo es suficiente para pagar el alquiler completo, por lo que los otros tres o cuatro son sólo ganancia.

"Pagan entrada entre 600 y 800 personas por semana", asegura alguien que no aclara si ese cálculo surge de documentos concretos o del ojímetro, y agrega enseguida que la recaudación de la cantina duplica siempre al de las entradas.

Pero si no le daban al empresario el manejo de los bailes, el Municipio no le concedía la autorización a Fomento Pueblo Nuevo para los bailes. Es decir, debían optar entre recibir 25.000 pesos por mes o quedarse sin nada. Las razones por las cuales el gobierno municipal resolvió quitarle a Fomento Pueblo Nuevo su fuente de ingresos nunca fueron suficientemente explicadas y es, ciertamente, difícil de comprender si no se quiere pensar mal.

La excusa para esa decisión fue la convulsión popular originada por la muerte del adolescente Christopher Jonathan Stramessi, muerto en circunstancias que sólo pueden conjeturarse pero muy probablemente accidentales, después de ser expulsado del baile por un incidente y su evidente ebriedad y librar una pelea a puñetazos en la calle.

Aunque Jonathan murió en el arroyo Tapalqué y no en Fomento, la ira que se desató tras el hallazgo del cuerpo llevó a que se atacara el local durante los disturbios que incluyeron pedradas contra la comisaría y el incendio de un automóvil.

Como es lógico, con ese disparador la comunidad discutió exaltadamente los excesos de la noche de Olavarría, con el cóctel peligroso de las drogas y el alcohol. Con rapidez de reflejos, el gobierno municipal revocó el permiso de Fomento para realizar bailes y acentuó los controles sobre otros boliches. Sería interesante verificar cómo están hoy las cosas.

La Sociedad de Fomento perdió así la base de su economía y unas cuantas personas se encontraron en el trance amargo de quedarse sin trabajo.

Con lógica inentendible, el Municipio decidió que sólo devolvería el permiso si Saldain se hacía cargo de los bailes y, lógicamente, de la parte del león en las ganancias. Una de las consecuencias fue que un miembro de la Comisión Directiva que hasta entonces manejaba el negocio le inició un juicio laboral a la sociedad de fomento. No fue el único.

Pidiendo reserva de identidad, allegados a la entidad aseguran que no hay ningún contrato firmado con el empresario, por lo que incluso temen que si lo dejan afuera también les inicie un juicio laboral. De todos modos, se supone que la Municipalidad se habrá asegurado, al menos, que todo esté en regla, especialmente si se tiene en cuenta que el actual presidente es Mario Sosa, funcionario municipal.

"Cuando tiene que darle un espacio a alguien, la Municipalidad lo manda a Fomento Pueblo Nuevo", aseguran los vecinos disconformes, que sostienen que los gastos que se puedan ocasionar siguen corriendo por cuenta de la entidad barrial.

Hace un tiempo hubo comentarios sobre el llamado telefónico a un dirigente fomentista desde una oficina municipal para preguntarle qué pensaban hacer con el subsidio de 50.000 pesos recibido. "¿Qué subsidio?", preguntó asombrado el fomentista.

Dicen que después le dijeron que ese llamado había sido un error. Los suspicaces siguen comentando el hecho.