Silvana Melo

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El 15 de noviembre de 1992 Inés Creimer atendió el teléfono. Hacía un año que vivía en Olavarría con su compañero, el músico Eduardo Chino Correa. Habían decidido dejar una vida en La Plata para construirse otra que, sin saberlo, sería definitoria. "Recién pasé por la casa de Cecilia; estaba la policía y me parece que las mataron a todas". En el teléfono sonaba la voz de su hermano Matías. Inexplicablemente, Inés pensó. Debe haber sido el padre. Lo pensó en voz alta. Y no supo por qué. La que había muerto asesinada, con toda su familia, era Cecilia Barreda. Amiga desde sus cinco años. El padre, el odontólogo Ricardo Barreda.

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