Cacho Fernández - cfernandez@elpopular.com.ar 

Mientras el cristinismo duro insiste con basar su campaña electoral en una supuesta proscripción que habría sufrido Cristina pero que no se puede sostener por ningún lado, la Vicepresidenta corre el riesgo de perder aliados por ello. De entrada nomás, Aníbal Fernández, la vanguardia del albertismo y la fuerza de choque del Presidente, se animó a decirle a Cristina que no está proscripta y fue ella misma la que se negó a ir por una candidatura y lo hizo como reacción al fallo que la condenaba en primera instancia a 6 años de prisión, aunque todavía falta muchos pasos para quedar firme.

Luego fue Emilio Pérsico quien puso en duda que ella pudiera sumar un 40 por ciento de los votos necesarios para ir a una segunda vuelta. Posteriormente, Estela de Carlotto la cruzó, jugando un poco con la ambigüedad por querer utilizar el 24 de marzo para los propios intereses de la Vicepresidenta, a quien se le sumó luego Nora Cortiñas, la titular de Madres Línea Fundadora. De paso, cabe decir que tardaron mucho los organismos de derechos humanos para independizarse el partido gobernante pese a que la temática debe ser universal y no partidaria. Al menos no debería ser así. 

No sirvió entonces pedirle u ordenarle a Alberto que se baje de la reelección. El Presidente se fortaleció y comenzó a sumar críticos de Cristina y del cristinismo. Es decir, todos los movimientos de los duros aceleraron la formación de una suerte de albertismo que hasta la mesa político-electoral distaba mucho de conformarse. Como hubiese dicho Perón, "ellos lo van a hacer todo".

Los movimientos de Cristina y del camporismo solo hicieron que quienes son peronistas busquen rápidamente un espacio que los represente genuinamente. De esa manera se cuatro senadores del FDT más la esposa de Juan Schiaretti ya formaron su propio bloque dentro del Senado "Unión Federal" y fracturaron la bancada kirchnerista. Fue demasiado para una Cristina que se dejó llevar por lo emocional y se comió todas las curvas por no saber frenar a tiempo, lo que evidencia primero un deterioro de su poder interno, y segundo, que sin la suma de ese poder, no sabe maniobrar políticamente.

La estrategia de Alberto

Junto con Aníbal Fernández, salió luego a cruzarlo Agustín Rossi, quien pretendió gambetear la arremetida del quilmeño apoyando a la Vice, aunque hay quienes lo ven como una jugada de Alberto para desgastar a la Vice sin gastarlo a su jefe de Gabinete, especulando que ante una crisis de su partido, y una discordancia entre De Pedro y Olmos, los dos apoderados del PJ, será él mismo quien tenga la última palabra en el armado de las listas electorales. Ya no serían ambos apoderados sino en ese caso de conflicto institucional, el propio presidente haría pesar su propia birome. Son detalles o sutilezas pero gravitan fuertemente y Alberto, como un buen ex burócrata, sabe mucho de ello.

Quedaría por ver si Rossi simuló su apoyo a la Vice o lo hizo por naturaleza. Es posible que sea esto último pero más allá de la intencionalidad del santafesino, su conducta le servirá mucho al Presidente para continuar su arremetida o resistencia contra Cristina, por quien hasta el año pasado sentía un profundo terror a su poder.

Pero la gente se harta de obedecer, y Alberto parece que es una persona que no quiere desaparecer más sino plantarse, a su manera claro, frente a Cristina. Por ahí no le queda otra alternativa para sobrevivir políticamente y lo hace solamente por una lógica de supervivencia, por el mismo motivo que el camporismo va a intentar sostenerla a Cristina porque sin ella no podrían preservar el poder más o menos decisivo que hoy tienen.

En medio de esas turbulencias, la realidad también colabora con la inestabilidad política y el desenfreno de la guerra interna. La deuda en pesos es de 24 billones, los salarios terminaron el año con una caída de entre el 13 y el 25 por ciento respecto de la inflación que hoy parece indetenible y dos de cada tres chicos pasan hambre. Los bancarios del cristinista Palazzo van al paro en rechazo del límite de paritarias que puso Massa quien no termina nunca de derrumbarse desde su caída que comenzó en 2013, al día siguiente de ganar las elecciones. La tensión entre los bancarios y Massa podría leerse como una batalla más dentro de la interminable guerra entre el cristinismo y los moderados que hoy atraviesa el Frente de Todos.

Con novedad en el Frente

En Olavarría, el grupo que lider Eduardo "Bali" Bucca se acerca a Alberto Fernández y su grupo se prepara con muchas ganas para unas futuras Paso. Algo similar podría ocurrir con Eduardo Rodríguez si se anima a presentarse como pre-candidato por el Frente Renovador-Frente de Todos. ¿Se animará a enfrentar a la Cámpora o terminará negociando?. Al parecer, el massismo ya puso en marcha un mecanismo de independización que sería la puesta en marcha de la precandidatura de Sergio Massa para la presidencia del país, algo que es desde hace tiempo una deuda pendiente del tigrense quien en 2013 ya se imaginaba presidente pero su caída de 2014 le demostró que el escenario no estaba para anchas avenidas del centro y que la población quería dirimir la polarización de una vez por todas.

Hoy, el ministro de Economía no encuentra otra manera que la unidad con el kirchnerismo y el entrismo para poder cumplir con su sueño presidencial. El tema es saber si el cristinismo se resignará nuevamente a tener un delegado como Alberto o querrá entronizar uno/a de su propio riñón. El problema es que nadie mide como para serlo, ni Cristina, ni De Pedro, ni nadie del núcleo duro, y más allá de la ideología, los votos son amores.

Lo cierto es que con motivo del aniversario de Bolívar, los intendentes massistas, entre ellos el anfitrión, Marcos Pisano (a quien se lo ve mucho más definido que el senador Bucca) y Eduardo Rodríguez, aspirante a serlo en Olavarría, quien fue invitado al encuentro sugerido por el propio Massa, iniciaron el punto de partida de la unidad del FR y el primer paso, quizás, de una casi segura precandidatura del titular del espacio. Aunque dependerá exclusivamente de la marcha de la economía la cual hoy no colabora mucho con el proyecto del tigrense.

Turbulencias macristas

En la vereda de enfrente también se pelean y con similar intensidad. Efectivamente, en un lanzamiento bastante críptico lleno de simbolismos y metáforas, Horacio Rodríguez Larreta decidió primerearlos a todos, pero de movida nomás, Mauricio Macri le soltó la mano y se la dio a su amiga María Eugenia Vidal, a quien le abortó su reelección en la Provincia cuando tenía todas las de ganar y con la alianza del massismo.

Mientras el kirchnerismo cristinista habla de una proscripción que nadie cree, el Pro propone cambios profundos lejos de la tibieza que cuestionan los halcones de Macri, Bullrich y Ritondo y el libertario Javier Milei promete terminar con la casta que él se dispone a integrar. Promete una reforma fiscal y laboral, algo imposible, fundamentalmente esto último, a la luz de lo que debió padecer Raúl Alfonsín simplemente porque pretendió democratizar las estructuras sindicales e introducirles algun control sobre los fondos que aportan los afiliados y de los cuales depende el funcionamiento de las obras sociales. 

La pelea entre Larreta y Macri es la versión de halcones vs palomas que se da también en el kirchnerismo entre cristinistas y moderados. El Jefe de la Ciudad reaccionó contra el apoyo que le dio Mauricio a Vidal y su ambiguo juicio acerca de su lanzamiento. El ex presidente había dicho que estaba a favor de la competencia y Larreta le respondió: "han ganado unos y otros y estamos cada vez peor", incluyendo la gestión de Macri entre los responsables de este deterioro. Podría decirse que con flores no se están tirando y el Jefe de la CABA juega decididamente a mostrarse lejos de la grieta y de los halcones como Macri y Bullrich, y apostar a una salida conciliadora con el radicalismo y algunos moderados del oficialismo nacional.

Todo por definirse

En el Pro local, el Intendente juega abiertamente con Rodríguez Larreta mientras que el pichettismo apuesta a una opción más vinculada a Macri y a Bullrich marcando claras diferencias ideológicas y metodológicas con el kirchnerismo. Pichetto y el ex presidente suponen que a esta grieta hay que resolverla con el triunfo sobre el oficialismo para erradicarlos de algún modo del escenario político nacional y no admiten, como lo expressó claramente Patricia Bullrich con el mundo K, presuponiendo, como lo podía suponer Aristóteles, que no existe un diálogo fructífero entre dos posiciones tan opuestas y que las discusiones solo prosperan entre matices. Esto también es un dilema no resuelto en la historia nacional que muestra claramente que los opuestos han fracasado invariablemente.

En tanto, el radicalismo se debate primero en la interna radical del distrito y luego en la nacional con final todavía impredecible. Morales, Lousteau y Manes disputarán la Nación y Sebastián Matrella y Marcelo Spina lo harán en lo local, aunque el sector de Evolución jugará seguramnte su alernativa de género con Belén Vergel. 

El ex decano de Ingeniería y ex rector de la Unicén debe remontar la derrota, aunque algo ajustada en la última interna. Y Galli se encuentra con un contendiente algo inesperado, Dalton Jáuregui, quien bajaría de la mano de Vidal y Ritondo, aunque su destino podría resolverse con un lugar en alguna lista seccional.

Podría decirse que hoy por hoy Ezequiel Galli marcha con cierta tranquilidad y previsibilidad hacia un nuevo mandato con su frente interno consolidado (acuerdo total con Mario Cura y el peronismo pichettista, pero falta dirimir su inerna con el radicalismo todavía), salvo que el Frente de Todos se anime a una Paso que lo podría sacar de ese estancamiento electoral en el que se encuentra desde hace años. Y para hacerlo, el camporismo no tiene otra alternativa que poner en marcha el mecanismo de la democracia interna, pero la verdadera, la de los votos, y no un simulacro que termina invariablemente con la política del dedo. Si se anima a abrir el espacio puede cambiar un poco la historia del peronismo local, caso contrario estarían a punto de encauzar un nuevo fracaso.