Cristina inauguró un nuevo debate al proponer entregar la gestión de los planes sociales a los intendentes quitándosela a los movimientos sociales, a quienes ella acusó de tercerizar el sistema. La propuesta es toda una trampa, y peligrosa para los jefes comunales.

¿Como no acordarse de las administraciones que se hicieron con el Plan Trabajar de parte de los municipios?. Bastaría con retroceder a 1987 y años posteriores para ver lo que pasó cuando esos planes sociales comenzaron a administrarse desde las gestiones municipales. Por unos pocos pesos, el gobierno nacional y provincial les transfirió astutamente toda la responsabilidad de la pobreza a las comunas y los intendentes debieron hacerse cargo en gestionar planes por contraprestaciones con lo cual esos beneficios se transformaron en una manera de volver al trabajo precario cuando no al esclavismo.

En Olavarría, hubo algunos liderazgos sociales, por decirlo así que se transformaron en verdaderos capataces implacables, casi verdugos, para certificar que el beneficiario estaba cumpliendo con su tarea por poquísimos, miserables pesos que ni siquiera llegaban o se transferían por mitades.

Habría que retroceder a la gestión de Juan Manuel García Blanco para comprobar las movilizaciones frente al Palacio San Martín, constsantes, casi rutinarias o las concentraciones que e iban haciendo en las sociedades de fomento para citarlo al Intendente que hacía malabares para salir del paso porque la plata no llegaba a tiempo. Eran verdaderas celadas generadas desde el mismo peronismo que Juan Manuel sorteaba airosamente por su capacidad de surfearlas porque los fondos no llegaban. Al jefe comunal lo condenaban a transformarse en un gambeteador tan grande como Messi, y en un atajador de penales tan eficaz como "El Dibu" Martínez.

Esa fue la astucia del Gobeirno nacional, la de transferir a los municipios la responsabilidad política de la pobreza y el desempleo. Y ahora, Cristina K., que tal vez no esté enterada de aquella experiencia, y el intendente de Pehuajó, están a punto de repetir esa experiencia que condena a los jefes comunales a ser los responsables del desastre económico que se está padeciendo.

Si por ahí no se recuerda aquellos años, basta con mirar el método Rodríguez Saá para constatar ese fraude laboral que es el obligar a los beneficiarios de planes sociales a dar una contraprestación por el subsidio que recibían. Si eso no es explotación o esclavismo, entonces, ¿cómo se lo puede llamar?.

En San Luis se puede observar un contingente de planeros pintando un puente por unos miserables pesos que no solo los re-victimiza sino que además los convierte en ladrones de empleos genuinos porque hace una tarea que bien podrían estar haciendo trabajadores con mejores sueldos.

El sistema clientelar que rige en la Argentina no sólo es explotador, humillante, sino que es un retroceso al modo de producción esclavista que hoy con algunas sutilezas se practica en China o en otros modelos parecidos. Sólo falta que aparezca algún Espartaco que redima a esos nuevos esclavos. El discurso de la Vicepresidenta inevitablemente conduce a esos sistemas, y ahora, con su versión ajustadora obliga a los jubilados a reclamar el subsidio en los servicios cuando desde hace tiempo rige la TIS. En fin, un manoseo espantoso para un sector que no para de sufrir.

Volviendo, no estaría de más que García Blanco le cuente a la Vice lo que debió padecer desde 1987 a 1991 con ese modelo que lo condenó a padecer la gestión de los Planes Trabajar. El sistema les transfiere a los intendentes algo de clientelismo muy útil para épocas electorales pero a cambio de padecimientos varios.

El peor de los errores que podrían cometer los intendentes sería el de someterse docilmente al modelo de Cristina y a cambio de esa porción de clientelismo aceptar gestionar los planes. En tanto, Cristina se quiere quedar con el manejo de los planes a través de los jefes comunales obedientes. Y se junta con Melconián porque ya no sabe cómo rodearlo a Guzmán.

Cristina retro

La Vicepresidenta propone un salario universal básico, algo así como una igualación forzosa al modo de Procusto, aquel apersonaje de la mitología griega, como una manera de combatir la marginalidad y la pobreza pero nivelando hacia abajo. Es una manera de abandonar la idea de un sistema económico y político que puede generar trabajo genuino y la esperanza del ascenso social a través del trabajo.

Cristina Kirchner es afín a esos sistemas duales de igualación forzada para las grandes mayorías y con salarios miserables, conviviendo, por decirlo así, con ultraminorías ricas y poderosas que incluyen a dirigentes políticos, enriquecidos por la función pública. Su propuesta de un salario universal básico se inscribe en este tipo de sociedades totalitarias (China y otras similares) pero también participan de las hipótesis delirantes de algunos pensadores que vaticinan un futuro sustentado en esos esquemas pre-capitalistas, cuasi feudales y sin movilidad social.

Paritaria sin fin

La paritaria municipal estaría cerca de cerrarse. La negociación viene siendo muy larga desde hace mucho tiempo, como en la última parte de la gestión de Helios Eseveerri, las dos de su hijo José y el período de Galli.

Los procesos de paritarias son tan prolongados como la negociación de este gobierno con el FMI, la de Fatpren por los sueldos de los periodistas, y duran tanto y son tan complicadas como las discusiones de los aumentos del boleto de colectivo en el Concejo Deliberante, fundamentalmente las de hace una década. ¿Tan difícil es encontrar puntos de acuerdo?.

Ahora, luego introducir una cláusula de revisión en noviembre parece que está -por fin- por llegar a iun cierre. No era tan difícil hallar la manera, era solamentre dejarla semiabierta para volver a sentarse por si acaso.

Mientras tanto y en el contexto emocional de la paritaria, se evidenció una fuerte interna médica en el Hospital Municipal conta el Secretario de Salud, lo que no es ninguna novedad en el centro de salud municipal. Un clásico, diría un amigo.

La historia sanitaria olavarriense está atravesada por este tipo de internas, denuncias tardías y ocasionales, que se inscriben en una pulseada interminable por los altos cargos dentro del area de Salud. Las tuvo Helios Eseverri durante el conflicto de Hector Cura con un médico tucumano fogoneado entonces por el mismo jefe comunal para generar divisiones que afianzaran su poder, luego también hubo algo parecido con el ataque que sufrió Ramiro Borzi durante la gestión de José Eseverri porque no se quería admitir como jefe a un profesional que venía de las ciencias sociales y no de la biología. Es decir, una pelea político-epistemológica.

Y ahora es Germán Caputo a quien le toca padecer esta interna interminable. Su antecesor, el doctor Germán Maroni, en una suerte de guerra entre germanes, lo acusa por su gestión durante la pandemia, algo muy grave que podría tener derivaciones impensadas. En el Municipio también se preguntaron las causas de este arrebato emocional y creen ver que pudo haberse disparado por otros factores intervinientes referidos a otras cosas que no tendrían que ver con lo sanitario. Pero no dicen más que eso. El tema es que ya no se trataría un ataque solo sobre Caputo sino que las denuncias de Maroni por presuntas malas praxis van contra la gestión y la política sanitaria.