Daniel Puertas

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De qué harían si ganaran se habla muy poco, pero esto forma parte de los usos y costumbres.

Aunque hay marcadas diferencias de formación, experiencia y concepciones del mundo y de la política, previsiblemente la multitud de candidatos se divide entre oficialistas y opositores y de una u otra manera todos atan su suerte a la del actual Gobierno.

Los primeros apuestan a que Cristina Fernández de Kirchner termine su administración en un clima de normalidad y sin que estén en riesgo los principales logros económicos. Los segundos a que si no se produce el apocalipsis que tantas veces anunciaron, al menos las cosas se hayan complicado tanto que la mayoría de los votantes clame desesperadamente por un cambio.

Como los partidos políticos siguen aquejados por una crisis de representatividad que ya se insinúa crónica, por ahora los dirigentes siguen entendiendo la política como una cuestión de figuras individuales con la fuerza suficiente como para llevar en sus hombros a una buena cantidad de personas, por impresentables que puedan ser algunas.

En ese contexto, la alianza de radicales y socialistas es la que más se preocupa por el respeto a las estructuras partidarias y las tradiciones doctrinarias, pero en los momento decisivos juega el mismo juego que el resto, aunque, si se cree algo en las encuestas, por ahora pierde siempre.

Los candidatos ya lanzados son Daniel Scioli, Sergio Massa, Florencio Randazzo, Julio Cobos, Sergio Urribarri, Agustín Rossi, Mauricio Macri, Julián Domínguez y Hermes Binner.

De todos ellos, los sondeos dicen que los mejor posicionados son Massa y Scioli, seguidos casi siempre por Mauricio Macri. Ahora se habla de un buen crecimiento de Florencio Randazzo y de que Binner le lleva ventaja a Cobos en el UNEN.

Todo esto puede cambiar abruptamente según la marcha de los acontecimientos del país, pero sirve para observar tendencias.

Sea como sea, las chances de Scioli dependen fundamentalmente del Gobierno, ya que es difícil imaginarlo vencedor en un escenario donde la administración kirchnerista termine desbordada por los problemas, mientras que, por el contrario, si todo va bien lo más probable es que la mayoría apueste por la continuidad de un modelo que trajo crecimiento económico.

En tanto, Massa generó un fenómeno político el año pasado que todavía le permite seguir al frente en los sondeos y podría acomodar su discurso a cualquier circunstancia. Si al Gobierno le va bien, reivindicará su pasado kirchnerista y prometerá mejorar lo que ya está bien; si le va mal, se ofrecerá como la alternativa capaz de evitar el desastre.

La principal dificultad que tendrá que afrontar el ex intendente de Tigre es mantener unido al heterogéneo Frente Renovador, que ya comienza a crujir por las luchas personales de los aspirantes a la Gobernación. Por ahora a Massa le ha ido bien usando la ambigüedad en las cuestiones importantes y dando definiciones tajantes y efectistas en los temas que cree tienen mayor impacto en las mayorías, pero pocos políticos perdonan que le prometan una candidatura que después le sea arrebatada.

Mauricio Macri tiene una franja de adherentes más o menos fija, que le permite dominar la Ciudad de Buenos Aires y tener gente en posiciones de poder en otros puntos del país, pero eso es insuficiente para garantizarle el cumplimiento de sus sueños presidenciales, especialmente cuando tiene a Massa compitiendo con él por casi la misma franja de votantes.

Binner y Cobos parecen condenados al karma de luchar por el segundo o tercer puesto, y no han encontrado ninguna estrategia eficaz para salir de esa trampa. Deberán competir por el voto progresista con el ganador de las primarias oficialistas y por el voto de centroderecha con los opositores, y la tendencia indica que a lo sumo en ambos casos deberían conformarse con un empate, lo que no les permitirá reunir los sufragios necesarios para el triunfo.

Son los más necesitados de una estrategia diferente, pero el tiempo corre y todavía no hay indicios de que la hayan encontrado.

Lo que todavía está por definirse es qué harán el Pro y el FA UNEN si para el invierno del año que viene los sondeos los siguen mostrando en franca lucha por el tercer y cuarto puesto. En ese caso, la tentación de aliarse -como ya lo están haciendo en algunas provincias- puede ser muy fuerte, aunque todavía muchos recuerden el fracaso del frente de Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez.

Una de las incógnitas más importantes respecto de las próximas presidenciales es el rol que asignarán a las PASO los candidatos y sus partidos. En el oficialismo puede haber un récord de postulantes y es dudoso que haya un dedo salvador, aunque más de uno debe estar rogando por que aparezca.

Massa es el candidato presidencial indiscutido de su espacio, pero hay unos cuantos anotados en la carrera por la Gobernación que deberían dirimir la candidatura en las primarias. El buen resultado que le dio al UNEN la interna abierta en la CABA les hizo pensar que podían trasladarla al resto del país, aunque no son pocos los cultores de la rosca que preferirían mantener las viejas tradiciones.

Si las PASO se convierten en aquello para lo que fueron creadas, el año que viene puede ser apasionante para la política nacional.