Cacho Fernández

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Dicen que la feudalidad y el orden religioso se terminó con la Revolución Francesa, y que a partir de ella y el fin de la supremacía católica en casi todo el mundo, nacieron otras religiones que se llamaron ideologías.

Una ideología es un dogma, un sistema cerrado de verdades concebidas como absolutas, como definía el semiólogo Eliseo Verón.

En este país, las ideologías se aplicaron dogmáticamente, sin un proceso crítico previo y entremedio. El estatismo y el "nacionalismo" se aplicó a ultranza, también el liberalismo. Y tanto fue así que hoy debemos sufrir uno de los juicios más gravosos a YPF a lo primero (nos va a costar unos 3.000 millones de dólares) aunque detrás del dogma se hallaba el afán de venganza de Cristina Kirchner contra Eskenazzi, quien resolvió derivar sus acciones a un fondo buitre frente a la nacionalización de la petrolera antes nacional, luego española y posteriormente nacionalizada a un valor enorme. Los golpes de efecto político siempre fueron carísimos y los tuvo que pagar el pueblo argentino. Mientras tanto, la gestión anterior habilitaba la megaminería en la Cordillera haciéndole el juego a los capitales canadienses y norteamericanos que terminaban contaminando todo lo que se cruzaba.

Luego vino el otro dogma ideológico, el liberalismo, con sus perjuicios para casi toda la población. Los profetas sucesores de Adam Smith también lo aplicaron acríticamente, anunciaron una devaluación antes de tiempo, facilitaron por lo tanto un aumento de precios, y otro más cuando realmente devaluaron a lo bestia. El cepo K fue sustituido por una devaluación criminal y ambas cosas terminaron por destruir la economía en general. El país, de quedar bloqueado al exterior, pasó a quedar demasiado expuesto a cuanta catástrofe finanaciera ocurriese en el mundo. ¿No hay nada intermedio entre ambos modelos?. ¿Es que continuamos condenados a debatirnos en los extremos?

Maldito dogmatismo

Aristóteles solía decir que la verdad está en el punto medio. Entonces ¿por qué no regirse con un modelo que vincule la economía de mercado con la justicia y la contención social?. El ministro Dujovne se empeña en decir que los precios no son congelados sino cuidados, pero no dejaron firmado nada. Todo fue de palabra y con buenas maneras. La metodología nos retrotrajo a Pugliese en las aciagas jornadas de 1989 cuando le reprochaba al empresariado por haberle respondido con el corazón cuando él les había hablado al corazón.

A veces la ingenuidad se parece a la estupidez y es tan irritante como ésta. Muchas veces, la idiotez, como lo demostró Dostoievsky en "El príncipe idiota", es tan destructiva y autodestructiva como la perversidad.

Después de la angustia anterior, las medidas recientes parecen buenas, pero los precios se cuidan con rigor y no con delicadezas. Desgraciadamente no hay otra manera y no hay modo que el capital entienda que debe respetar lo pactado. Está comprobado históricamente que ambos poderes, el económico y el político se respetan por miedos mutuos y recíprocos.

Las otras cuatro medidas son más controlables pero tienen menos efecto político. Por lo tanto, justo la que está relacionada directamente con lo electoral, es la que el Gobierno toma con mayor liviandad.

Los precios cuidados no se cuidan solos, sino que hay que cuidarlos y con el mayor celo posible porque el Gobierno debiera entender que aquí sí se juega una cierta cantidad de votos necesarios para retener el poder político. ¿O quieren pasar a la historia como víctimas o mártires?.

Igual que en 2009

Pero, como decíamos anteriormente, las ideologías son las nuevas religiones, los nuevos cultos surgidos después de la Revolución Francesa. Para los dogmáticos, transgredir algún principio se semeja a una herejía. Dujovne y Macri creen que hacerlo es incurrir en un pecado mortal y que por ello serán condenados a los fuegos del averno, y del FMI. ¿No piensan que al Fondo le resultaría más importante negociar un dogma que perder el gobierno que les asegura el pago de la deuda?.

En el medio de esta puja de rigideces dogmáticas entre el macrismo y el cristinismo, surge Alternativa Federal que hoy se parece demasiado al racimo de candidatos que emergieron después del triunfo legislativo de Francisco De Narváez en 2009. Todos quieren ser candidatos y dan menos señales de unidad que la selección durante el Mundial de Rusia.

Por un lado, un Roberto Lavagna que busca su candidatura por aclamación, como un mesías largamente esperado. Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa que quieren Primarias contrariando el deseo del economista y Miguel Angel Pichetto que se amoldaría a este último pero que no puede hacer nada por calmar las ambiciones de sus compañeros de ruta.

El resultado es simple: cada uno mide un poco pero por separado y nadie asegura que todo esto se vaya a sumar. Por lo tanto, el escenario se parece demasiado al de 2015, como lo entrevé el diputado nacional de Cambiemos, Carlos Fernández, y los argentinos tendremos que optar, como planteó José Eseverri, entre los dos candidatos con peor imagen que hoy están en juego.

Tres para triunfar

Es por ello que en Olavarría, el intendente comenzó su campaña recorriendo barrios y acotando su mensaje electoral a lo estrictamente local y respaldándose en la gobernadora, María Eugenia Vidal, que mide diez puntos más que el Presidente.

Galli está bien en los barrios y las críticas que le hace la oposición con frecuencia no está llegando a los sectores más marginales.

El Intendente está siete puntos arriba de Macri y tres por debajo de Vidal, por lo tanto, no hay que ser demasiado inteligente como para darse cuenta que la estrategia de Galli es la correcta.

A falta de referencia nacional para Eseverri, el jefe comunal tendría que polarizar con Federico Aguilera quien hoy absorbería todos los votos de Cristina Kirchner en lo local, esto es, entre 27 y 30 puntos aproximadamente.

En tanto, Federico Aguilera asiste con cierto optimismo el crecimiento de Cristina, fruto de la crisis económica y siente que está cerca de poder sentarse esta vez en el sillón de Amparo Castro. Por su parte, el diputado César Valicenti buscaría sumar a Capuano pero para ello debe convencer a Santellán y luego al resto de la Séptima para poder ocupar los dos primeros lugares de la lista con dos olavarrienses. Y no se sabe qué le será más dificil.

Pero José Eseverri está bien por sí mismo, algo que no le serviría de mucho en una elección. Efectivamente, si Lavagna no se lanza, al ex intendente no le quedaría otra alternativa que jugar con una boleta corta, e históricamente el corte de boleta no es demasiado como para beneficiarlo. Por lo tanto, y después de negar cualquier vínculo electoral con Unidad Ciudadana, Eseverri debe estar implorando a los cielos que Alternativa Federal sume aunque sea unos veinte puntos.

Eseverri espera

José Eseverri espera ansioso el armado de una referencia nacional. También Eduardo Rodríguez, quien se maneja mucho más cerca de Sergio Massa mientras que el ex intendente lo hace con Alternativa Federal como un espacio general.

La suerte de Lavagna parece estar atada al acuerdo de los gobernadores peronistas porque hasta el momento ha juntado más socialistas y radicales desencantados con Cambiemos que peronistas. Un error similar estaría cometiendo Mauricio Macri, quien ha corrido demasiado a Emilio Monzó, un hombre que le supo junta el voto peronista que lo acompañó hasta ahora.

Y esta es la crítica que le hacen al ex economista de Duhalde y Kirchner, el no preocuparse por sumar peronistas y no haber armado aún una liga de gobernadores que lo vincule mucho más al peronismo no K.

En su afán de conformar un frente amplio, Lavagna se olvidó del peronismo. Los tiene en su mesa chica a Amondarain, Eduardo Camaño y a Eduardo "Bali" Bucca, los dos primeros prácticamente fuera de carrera y el último que pertenece a la Sección electoral más pequeña de la Provincia.

Por lo tanto, José Eseverri aguarda afanoso el armado de Alternativa Federal porque caso contrario se le achicarían sus posibilidades de volver al Palacio San Martín. Hoy mide bien y la gente guarda un buen recuerdo de sus gestiones, pero le falta un espacio nacional que mida por lo menos 20 puntos en lo local.

Lo tiene adentro a José Gervasio González Hueso pero no habla con Adriana Capuano, quien sigue escuchando a Miguel Santellán.

Los dogmas fallan

Por la potencia de lo nacional, todo indicaría que las elecciones distritales se darían por deducción. El Gobierno Nacional hizo del dogma ideológico y de sus "pastores" una profesión de fe. Quiso creer que la inflación comenzaría a bajar en enero y febrero y confió en lo que le decían sus apóstoles. La religión económica funcionó como tal pero cuando se dio cuenta que las profecías no se cumplían, debió andar a las apuradas. Hoy, según la encuestadora Isonomía, Cristina le estaría ganando a Macri por 9 puntos, pero falta todavía computar la incidencia de un 22 por ciento de indecisos.

El diputado de Tandil, Carlos Fernández, está convencido que pasará lo mismo que en 2015, algo que para Cambiemos sería muy peligroso porque si con un inepto como Daniel Scioli, resistido por demás por gran parte de la población precisamente por su ineptitud, Macri ganó por apenas algo más de dos puntos (Cambiemos 51,34%; Frente para la Victoria 48,66%), ¿qué podría pasar con Cristina en la cancha?. El consuelo para el macrismo es que ésta cuenta con mayor rechazo con el ex motonauta y que éste parecía algo más digerible que la ex presidenta. "Ojo que los pueblos siguen eligiendo a Barrabás y no a Cristo", fraseó un dirigente sin precisar quien representaba a quien.

La crisis económica le habría conferido a Cristina una suerte de crecimiento, pero para el diputado Fernández este crecimiento sería "aparente" porque, recordó, "todo el peronismo sumó en la Provincia en 2015 un 38 por ciento, por lo tanto, lo que subió ahora sería un voluntad ahora explicitada de lo que ya se dio".

Entonces, de ser como lo analizó el legislador, no habría sorpresas más allá de que la Argentina pasó o esta´pasando por el río de Heráclito de la recesión y de un empeoramiento de la economía real.