Con la astucia de una política de raza, Cristina Kirchner logró que durante toda la semana que siguió a las Paso, todos los medios se ocuparan de ella y no de la paliza que sufrió en los comicios.

Su conducta fue guiada por su habilidad maquiavélica y por la necesidad. La Vicepresidenta llevó a cabo una maniobra casi genial. Le ordenó al Ministro del Interior, un discípulo suyo, que amagara con la renuncia, -maniobra que otros imitaron-, y puso en jaque al Presidente y a la estabilidad institucional. Es decir, como decía Helios Eseverri, tiró de la cuerda pero cuidando de no cortarla. ¿Cuál es la medida? Solo el ex líder local lo sabía.

La Vice era partidaria de re-lanzar su gobierno castigado por el voto de la gente pero Alberto tuvo un ataque de autonomía y se había negado a modificar su gabinete.

Tanto Cafiero como Frederic o Felipe Solá o Bazterra ya estaban demostrando su incapacidad y su inoperancia y Cristina entendió que enfrentar noviembre sin hacer ningún gesto político era prácticamente suicida.

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