Claudia Rafael

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Caminar entre los patios de la Unidad 2, en Sierra Chica, deja al desnudo el estado de las cárceles bonaerenses y ofrece símbolos casi radiográficos. Las cuevas de las ratas se incrementan en una carrera imparable y los muros transpiran una humedad que enferma y mata. Hace exactamente 20 días se inauguró una huelga de hambre que abarcó a muchos de los 12 complejos carcelarios de la provincia y de sus 58 unidades penales. La medida de protesta se inició ocho días antes de la asunción del nuevo presidente y nueve días antes de la jura del nuevo gobernador. Y se fue diluyendo en las últimas jornadas. En un momento del año clave por demasiadas coincidencias. Cambio de gobierno, cárceles hacinadas con abandonos múltiples, calor intenso y la cercanía de las fiestas que siempre predispone los ánimos para peor cuando se está viviendo en situación de precariedades y violencias.

Miradas atentas hablan desde la realidad intramuros de la "falta de alimento, abandono de la salud, ausencia de recursos y de profesionales. Hubo un enorme recrudecimiento de infecciones históricas como la tuberculosis pero no hay que perder de vista que hay enfermedades más comunes como piedras en la vesícula que tampoco tienen atención. Tampoco se revisan cuestiones odontológicas o de visión. No hay atención en lo que hace a los medicamentos ni dietas para los que tienen que recibir una comida especial".

En ese sentido, un informe realizado entre marzo y abril de este año en las nueve unidades del Complejo Centro (2, 27, 38 de Sierra Chica; 17 de Urdampilleta, 37 de Barker, 7 y 52 de Azul y 30 y 14 de Alvear) por la Defensoría Oficial de Azul, son alrededor de 500 las dietas especiales. Destinadas a pacientes con problemas gástricos, hepáticos, con diabetes, tuberculosis, VIH y celiaquía.

Hay denuncias por hacinamiento tanto para la Unidad 38 como para la 2. "Al punto de tener una celda de 2 para 6 personas. Con 4 en el piso. Si alguien sale para ser asistido por alguna razón, le ocupan el lugar. Pero, además, en la 2 particularmente, ha habido un crecimiento terrible de la violencia física. La pelea y los tiros cotidianos y un gran despliegue de fuerza en los patios en la mañana". De alguna manera, las cárceles constituyen un laboratorio destinado a hacer perder las condiciones de humanidad entre quienes están encarcelados por conflicto con la ley penal.

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