Silvana Melo

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Enloquecida y angosta, doble mano y banquina donde espía la muerte, la ruta nacional 3 muestra números de escalofrío: más de 1.000 accidentes graves en seis años, con 339 muertos en el recorrido de poco más de 900 kilómetros en la provincia de Buenos Aires. Gran parte de ellos dejó vida, historias, sangre y sueños en el tramo populoso y productivo entre Azul y Las Flores. Donde el crecimiento económico de la última década colisionó con una infraestructura perimida e insuficiente.

Desbordada por un patentamiento que en el país llega a 1 millón de automóviles por año, por el transporte de carga casi exclusivamente volcado a la ruta por la agonía terminal del sistema ferroviario, por el sobrepeso de los camiones en una zona rabiosamente productiva (desde los granos a la piedra), por la velocidad y la inconsciencia, por la angostura de un trazado que apenas supera los siete metros, por la temeridad de una cercanía que hace flamear los autos y casi tocarse a los micros de larga distancia y los camiones. La Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) elaboró exclusivamente para EL POPULAR datos estadísticos sobre siniestralidad en la ruta 3, en aquellos tramos por donde circula todo mortal olavarriense que viaje a Capital Federal.

Los accidentes prácticamente no existen en las etapas con autovía. De lo que se desprenden dos necesidades: la impostergable de su construcción y la del fastidio continuo de recordar, cíclicamente desde estas páginas, que entre las muertes más absurdas reinan las que produce en la ruta la displicencia del Estado.

La Agencia Nacional de Seguridad Vial, escenario de visibilidad política desde donde se exhibe Florencio Randazzo, se creó en abril de 2008. Y fue una de las decisiones institucionales más importantes a nivel nacional para hacerse cargo de la ola de mortalidad que las rutas argentinas siembran desde hace años. De esa génesis se desprende el período en que la Agencia mide, en forma exclusiva para este Diario, la siniestralidad en los tramos rojos de la ruta 3.

La ANSV es una foto contradictoria en una realidad donde se actúa escasamente en el plano crucial de la infraestructura pero se determina una presencia institucional en la prevención. Prevenir es educar ante el analfabetismo (o temeridad o criminalidad) vial reinante entre conductores de autos particulares y de camiones. Pero también es construir corredores viales modernos, que imposibiliten el choque por sobrepaso, el más común y letal de los siniestros. Desde la Agencia, Gonzalo Bagú (director nacional de Coordinación Interjurisdiccional) admite que "la infraestructura vial es fundamental para bajar índices de siniestralidad", pero "mientras tanto la labor de la Agencia es trabajar en lo preventivo y en la concientización, teniendo en cuenta que el 90% de los hechos siguen siendo producidos por conductas y prácticas al volante asociadas a la velocidad y al sobrepaso en lugares indebidos".

Historias

En noviembre de 2008, año fundacional de la ANSV, EL POPULAR informaba sobre el terrible accidente de una joven pareja, la muerte de Marcelo Lima y el gravísimo estado de Magdalena Babi. Chocaron contra un camión de La Serenísima en el kilómetro 216 de la ruta 3, cerca de Las Flores, a las 5 de la mañana. En el historial traumático de las cercanías de la fatal curva El Despunte, se sumaba la muerte del comerciante Claudio Balach, de 36 años, en 2006. Chocó de frente contra un camión Mercedes Benz 1114. Un año antes, moría el empresario Francisco Currá (49 años).

En diciembre de 2004, el presidente de la Sociedad Rural de Olavarría dejaba su vida en la ruta después de una reunión en el Ministerio de Seguridad de la Provincia. Un par de meses antes, el médico Ricardo Lapouble Laplace había engrosado la lista de personajes olavarrienses víctimas de la 3.

En marzo de 2010, el médico Luis Volpi y el empresario periodístico Eduardo Zorzano morían después de despistarse, volcar y dar tumbos por el campo, en cercanías de Azul.

La ruta nacional 3 se extiende por más de 3.000 kilómetros desde el centro hasta el sur del país. Un tercio de esa extensión (944 kilómetros) atraviesa la provincia de Buenos Aires.

Los números

La Agencia de Seguridad Vial, por pedido expreso de EL POPULAR, elaboró una estadística tejida desde 2008, fecha de creación del organismo, hasta 2013. La ANSV aprovecha para marcar los porcentajes de disminución de la siniestralidad, de los heridos y de los muertos en seis años de funcionamiento. Que existe, es verdad, a partir de una política institucional de toma de conciencia. Pero es una carátula desprendida de otra que debería ser socia inescindible: el crecimiento y modernización de la infraestructura.

Los accidentes con víctimas en el tramo bonaerense de la ruta 3 evolucionaron de forma extraña en cinco años:

En 2008, fueron 185. En 2009, 180. En 2010, una notoria disminución los llevó a 153. Pero en 2011 los siniestros viales se dispararon nuevamente a 189. En 2012 la cifra bajó abruptamente a 148 y se plantó en 154 accidentes durante 2013. La Agencia anota una "disminución del 16,76%" en estos seis años.

En total, fueron 1.009. Que se concentran, fundamentalmente, entre Buenos Aires y Bahía Blanca. Con el protagonismo febril del tramo Monte - Azul.

La cantidad de ciudadanos que sufrieron heridas en estos siniestros -es complejo y engañoso llamarlos accidentes- oscilan entre los 396 de 2008 a los 282 en 2013, pasando por el mismo abrupto aumento del 2011: 380 heridos. En total, fueron 2.003 los lesionados, de quienes nunca se conocen secuelas, tiempo de recuperación y gasto de la salud pública en la atención de los daños personales que el Estado prefirió no prevenir. La ANSV contabilizó una disminución del 28,79% en la cantidad de heridos, aunque no explica la disparada del 2011.

Las víctimas fatales registradas son un 15% menos en 2013 respecto de 2008. De los 60 muertos en el año inaugural de la Agencia, a los 51 en el 2013, con la misma disparada en 2011: 74. En este caso, el triste aporte lo hizo el choque frontal de la combi lapridense con un camión, en el que murieron 11 personas (entre ellas una bebé). La totalidad de fallecidos sólo en este tramo de la ruta 3, en seis años, fue de 339.

Ese mismo año, después de la tragedia, las ciudades atravesadas por la ruta o vinculadas directamente con ella, comenzaron una campaña para la construcción de una autovía. Que se fue diluyendo con el tiempo ante el silencio o las promesas lánguidas de presupuestar una obra que va paseando del presupuesto de un año al de otro. El Centro Empresario de Azul (CEDA) contó en las crónicas policiales de El Tiempo 138 accidentes, 261 heridos y 96 fallecidos desde 2006 a 2013 en la ruta desde Monte a Azul.

Los vehículos

Los vehículos que mayoritariamente participan en las tragedias de la ruta 3 son automóviles particulares, en dos tercios de los casos y camiones, en el tercio restante.

En 2012 el 62% de los siniestros fueron protagonizados por automóviles; el 35%, por camiones; y el 3% por micros de pasajeros. En 2013, la relación giró y fue de 67 a 27%. Esta vez con un 5% de participación de micros y un 2% de maquinarias. La Agencia calcula una disminución del 25,7% en la intervención directa de camiones en la siniestralidad.

En marzo de este año, una pareja murió cerca de Azul al chocar con un camión que cargaba piedra. En enero de 2012, un bahiense de 48 años murió en un intento de sobrepaso. Se encontró de frente con un camión. En noviembre de 2012 murieron dos personas en un accidente entre dos camiones en el tramo Monte - Gorchs.

En abril de 2011, un niño de 12 años con el corazón trasplantado murió junto a su padre. Eran de Tres Arroyos y viajaban para un control en el Hospital Garrahan. Una mala maniobra de un olavarriense, chofer de un camión, acabó con las esperanzas. El transportista tenía -según la crónica de EL POPULAR- 1,10% de alcohol en sangre.

A las siete y media de la mañana del 24 de julio de 2011 fue el horror. La niebla era una pared delante de los ojos. La madrugada no lograba cortar esa densidad ni con el filo del sol. Y no hubo más que el ruido pavoroso; la muerte cancelando el día. La ruta no permite opciones. A ciegas, la tragedia pega de frente. Y fueron once vidas, diez de Laprida y una bebita de Tandil. Taladas al pie, para siempre.

Apenas lo posible

Bagú insiste en "un trabajo sobre datos reales y lejos del morbo que muchas veces gana estos temas". Deja en claro que "lo ideal es tener una autovía en la ruta 3". Pero "tratamos de desarrollar estrategias y aplicar acciones como el Corredor de Tránsito Seguro, que se pondrá en marcha entre Las Flores, Azul y Olavarría".

Mientras tanto la ruta 3 lleva y trae, recibe y envía, soporta y rechaza entre 5.000 y 8.000 vehículos particulares, 4 a 10 servicios de 16 empresas de transporte, 24.000 camiones diarios y vincula 17 distritos de la Provincia desde Cañuelas a Olavarría. Una zona superproductiva donde la gente se mata porque está obligada a trasladarse por una trampa mortal. Emparchada de a tramos, repintada en zigzag y atravesada por el maleficio del desdén del Estado.

Son 254 kilómetros de autovía la clave para salvar 60 vidas por año. Una obra diez años postergada. Que son 600 vidas. Nada menos.

El sueño no acabó

Esta nota se retomó a las tres de la tarde de ayer. Es decir, a minutos del salto argentino a semifinales en el Mundial de Brasil.

Vi los cuartos de final de Italia 90 en lo que fue la sala de Fotografía de EL POPULAR, cuando quedaba en el camino Yugoslavia, que aún era un país entero pegado con harina y agua, hasta que estalló como el mundo, se bañó de sangre y se partió en mil pedazos.

La Argentina vivía de los sueños del 86. Cuando todavía la utopía estaba en pie. Sólo había que correr a buscarla, dejar seis en el camino y terminar mordiendo la tierra a sus pies. La primavera ya estaba herida pero conservaba un aliento tenue que aún podía poner en vuelo a un par de mariposas. El sueño de cambiar el mundo, de darlo vuelta como una media se encendía en la cara del Diego. Y era un camino abierto, donde no había lugar para los monstruos.

Pero después pasó la vida. Anocheció y fue sombra lo que vino. El derrumbe de una esperanza maltrecha que se despeñó y se hizo huesos en el abismo.

La Argentina vivía de los sueños del 86. Estaba Diego, pero tan malherido como la primavera. Tan maltrecho como la esperanza. Y no alcanzó. De a jirones se fue quedando el sueño en los alambrados. Y se fue.

Veinticuatro años pasaron. Cataclismos y hecatombes se llevaron escombros de la historia y sangre, mucha sangre de la buena.

Hoy estamos vivos. Milagrosamente. En resistencia.

Y la Argentina está en semifinales.

Era complicado que así, sin más ni más, pudiera escribir sobre la muerte en la ruta 3.