Vivir siendo trans en los pabellones del sistema penitenciario bonaerense
Claudia Rafael
Si bien en mayo se cumplieron seis años desde la aprobación en Argentina de la ley de identidad de género, el colectivo trans-travesti sigue padeciendo situaciones de discriminación que se redoblan muros adentro de las cárceles. En el informe que publicó la Comisión Provincial por la Memoria en el mes de agosto, se le dedica un capítulo completo en el que, inclusive, se da cuenta de las acciones legales que presentó el organismo por la falta de "de asistencia a la salud y un gran abandono en las condiciones materiales de alojamiento".
Argentina es uno de los países con mayor avance en derechos civiles. Sin embargo, una cosa es la letra legal y otra, muy distinta, la práctica cotidiana. Hay pabellones en la Unidad 2 de Sierra Chica; en la 32, de Florencio Varela y en la 44 de Mar del Plata que alojan a personas trans aunque no de manera excluyente. Inclusive, el de Sierra Chica sigue erróneamente catalogado como "pabellón de homosexuales". Allí -según fuentes del Ministerio Público Fiscal- hay 12 personas trans en un pabellón de 150 detenidos. Y se encuentra alojado, por ejemplo, Carlos Robledo Puch, con 46 años dentro de una prisión y del que se volvió a hablar una vez más por estos días a partir de la película de Luis Ortega.
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