El Pontífice se mostró complacido con el camino de la amistad con una "raíz fuerte y sólida" que distingue la experiencia de sus encuentros iniciados hace cuarenta años. Al presentar su discurso, recordó a los muchos que participan "desde lejos" (181 obispos están conectados en línea de 45 países y 70 iglesias y comunidades eclesiales) y también rezó por una pronta recuperación del cardenal Francis Xavier Kovithavanij, "que no pudo venir a causa de la enfermedad".

El carisma de Chiara Lubich: unidad, fraternidad, comunión. El Papa recordó el camino y los ámbitos en los que la fundadora de la Obra de María, o Movimiento de los Focolares, siempre cultivó el sentido y el servicio de la unidad: unidad en la Iglesia, unidad entre todos los creyentes, unidad en el mundo entero".

Y asoció este estilo con la definición que el Concilio Vaticano II dio de la Iglesia: "el sacramento, es decir, el signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano".

"En medio de las laceraciones y la destrucción de la guerra, el Espíritu puso una semilla de fraternidad, de comunión en el corazón joven de Chiara. Una semilla que se desarrolló y creció a partir de ese grupo de amigos en Trento, atrayendo a hombres y mujeres de todos los idiomas y naciones con el poder del amor de Dios, que crea unidad sin anular la diversidad, mejor dicho, realzándolos y armonizándolos".

El sueño de la fraternidad. El Pontífice enfatiza que el sueño de Dios es reconciliar y armonizar todo y a todos en Cristo. Aquí citó la encíclica Fratelli tutti, dedicada precisamente al "sueño" de la fraternidad, que vincula con el título mismo del encuentro de los obispos: Frente a las "sombras de un mundo cerrado", donde muchos sueños de unidad "se hacen añicos", donde "falta un proyecto para todos" y la globalización navega "sin una ruta común", donde el flagelo de la pandemia corre el riesgo de exacerbar las desigualdades, el Espíritu nos llama a "tener la audacia de ser uno".

"La valentía de la unidad nos es testificada sobre todo por los santos", dice el Papa. Francisco no olvida, entonces, a muchos testigos de nuestro tiempo, pastores y laicos, que tuvieron "la audacia de la unidad", pagando personalmente un precio a veces altísimo. "La unidad que Jesucristo nos dio y nos da no es unánime, no se lleva bien a toda costa. Obedece a un criterio fundamental, que es el respeto a la persona, el respeto al rostro del otro, especialmente al pobre, al pequeño, al excluido", concluye el Papa. Agencia AICA