JUAN ROMÁN RIQUELME tenía 22 años el 8 de abril de 2001. Ese día Boca le ganó 3-0 a  River el clásico en la Bombonera y el segundo gol lo marcó la figura excluyente, el encargado de los raptos mágicos de un equipo acostumbrado a amargar a su eterno rival y a obtener estrellas: tres torneos locales, dos Libertadores y una Intercontinental, de sus pies y de la mano de Carlos Bianchi.

Tras ejecutar el penal que Franco Costanzo rechazó pero que mandó a la red en el rebote, Román remató su festejo con un freno frente al palco donde estaba la plana mayor de la dirigencia, menos el presidente Mauricio Macri. Con sus manos detrás de las orejas y la mirada fija hacia ese sector en medio de una Bombonera envuelta en ardorosa euforia, rubricó una celebración silenciosa que era encendida protesta.

El "Topo Gigio" de Juan Román Riquelme

Al ser consultado tras el partido por el significado del gesto, el autor respondió con ironía: "el festejo es para mi hija porque le encanta el Topo Gigio". Pero todos sabían que iba dirigido a Macri y su negativa a mejorarle el contrato, que según se decía, era parecido al de un juvenil a pesar del decisivo aporte de Riquelme en la obtención de aquellos éxitos deportivos.

La relación entre el talentoso futbolista y el férreo dirigente -que tuvo efectos colaterales en 2010 cuando el por entonces tesorero Daniel Angelici, afín a Macri, se manifestó en contra de otro contrato del crack- quedó rota y jamás se recompondría. Más allá del regalo de Macri de un Topo Gigio ante las cámaras cuando Riquelme volvió a Boca.

Devolución de gentilezas: Macri le regaló un Topo Gigio a Riquelme en su vuelta a Boca.

El vínculo no tiene retorno ni siquiera 22 años después, cuando parece que  -según lo adelantó el diario Olé- volverán a enfrentarse pero desde un mismo plano: el de la arena política.

El próximo 2 de diciembre habrá elecciones en Boca y la idea del actual vicepresidente y mandamás del Consejo de Fútbol es continuar con una faena que ayer, en conferencia de prensa, calificó como "maravillosa" en cuanto a títulos aunque no haya podido culminarse con la obtención de la Copa Libertadores.

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Durante su comparecencia ante los medios este martes tras la desilusión en Brasil, brindó algunas respuestas que hay que decodificar con la exégesis que corresponde a su particular estilo y que podrían sugerir que su deseo es el de apuntar al máximo puesto a nivel dirigencial, algo que estaría en condiciones de hacer desde su agrupación Soy Bostero, que integra el frente oficialista y fue aprobada en abril pasado. Tal anhelo podría exacerbarse si el contrincante de turno fuera un nombre con tanto peso como el de Macri.

El 14 de noviembre vence el plazo para la presentación de listas participantes y crece hora tras hora la posibilidad de que el titular boquense entre 1995 y 2007 conforme la opción opositora que postula a Andrés Ibarra, a quien acompañaría como vicepresidente. "Estoy evaluando si voy como compañero de fórmula de Andrés Ibarra. Estoy trabajando activamente en eso", dijo en una entrevista en Radio Mitre.

Mauricio Macri se postularía a vicepresidente de Boca y acompañaría a Andrés Ibarra.

El traspié inesperado que dejó trunco el sueño de la Séptima es en el fondo un elemento que fortalece las aspiraciones de los grupos opositores al actual gobierno que encabeza Jorge Amor Ameal. Además de Ibarra, que fue ministro de Modernización de la Argentina en el Gobierno macrista y vicejefe de Gabinete, se postulará Jorge Reale, candidato de la Agrupación Boca La Causa.

Lo cierto es que el enfrentamiento Riquelme-Macri traerá aparejados otros duelos protagonizados por ídolos que fueron soldados de una misma tropa en la consecución de los hitos deportivos que engrandecieron a Boca en los gloriosos 2000: Roberto Abbondanzieri, Diego Cagna y Rolando Schiavi, por el lado de Ibarra y Macri; Jorge Bermúdez, Mauricio Serna, Raúl Cascini y Marcelo Delgado, consustanciados con Riquelme e integrantes actuales del equipo que comanda el fútbol.

En medio de compromisos deportivos que definirán la participación xeneize en la Libertadores de 2024, los focos se correrán hacia el plano institucional y pondrán al rojo vivo la campaña para las elecciones que tendrán lugar en menos de un mes y en la que Riquelme y Macri, ya sin Topo Gigio de por medio, dirimirán sus irreconciliables diferencias.