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Contemplamos hoy a San José como padre en la sombra, en la continuidad de la carta "Patris Corde" del papa Francisco que, mes a mes vamos comentando en este año santo para que crezca en todos el amor a este gran santo, implorando su intercesión e imitando sus virtudes, poniéndonos en sus manos de padre y protector,

Con la imagen evocadora de la sombra se define la figura de José, que para Jesús es la sombra del Padre celestial en la tierra: lo auxilia, lo protege, no se aparta jamás de su lado para seguir sus pasos. Nadie nace padre, sino que se hace. Y no se hace solo por traer un hijo al mundo, sino por hacerse cargo de él responsablemente. Todas las veces que alguien asume la responsabilidad de la vida de otro, en cierto sentido ejercita la paternidad respecto a él. Ser padre significa introducir al niño en la experiencia de la vida, en la realidad. No para retenerlo, no para poseerlo, sino para hacerlo capaz de elegir, de ser libre, de salir. Sólo cuando un amor es casto es un verdadero amor.

El amor que quiere poseer, al final, siempre se vuelve peligroso, aprisiona, sofoca, hace infeliz. Dios mismo amó al hombre con amor casto, dejándolo libre incluso para equivocarse y ponerse en contra suya.

La lógica del amor es siempre una lógica de libertad, y José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre. Supo cómo descentrarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su vida. Siempre que nos encontremos en la condición de ejercer la paternidad, recordemos que nunca es un ejercicio de posesión, sino un "signo" que evoca una paternidad superior.

En cierto sentido, todos nos encontramos en la condición de José: sombra del único Padre celestial, que "hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos" y sombra que sigue al Hijo.

El objetivo de esta carta apostólica para el año de San José, "Patris Corde" es que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, ya que la misión de los santos no es sólo conceder milagros y gracias, sino interceder por nosotros ante Dios.

Ellos nos ayudan para poder vivir la plenitud de la vida cristiana y la perfección de la caridad. Su vida es una prueba concreta de que es posible vivir el Evangelio. ¿Qué le diremos a San José?: enséñanos a imitar tu vida como padre en la sombra, y ayúdanos a ver a Jesús en cada niño. Pidámosle que nos regale poder imitar su vida y así, crecer en nuestra vida cristiana buscando la conversión de nuestro corazón. Que él, que amó inmensamente a María y a Jesús, nos ayude también a nosotros a amar de este modo a la Virgen y a su Hijo.

En el marco del año de San José, la Penitenciaría Apostólica, a través de un decreto, otorga el don de las Indulgencias. La indulgencia plenaria se concede en las condiciones habituales -confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre- a los fieles que, con espíritu desprendido de cualquier pecado, participen en el Año de San José en las celebraciones ofrecidas en su honor.

(*) Colaboración, Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe.