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En 1493 una grave epidemia de cólera azotó a la ciudad de Génova, alcanzando la vecina localidad de Chiavari donde María Turquina Quercio, piadosa mujer, prometió a la Virgen una señal de público reconocimiento si la mantenía inmune a la peste.

Superado el flagelo, María Turquina encargó al artista Benedicto Borzone pintar sobre un muro del huerto ubicado entre el Palacio de Gobierno y el puerto, una imagen de la Santa Madre y el Niño.

Poniendo todo su empeño Borzone logró expresar de manera admirable la bondad de la Santísima Virgen y la fuerza de su protección. El conjunto de la imagen es una admirable representación pictórica de las palabras inspiradas del salmista: "Has sostenido mi mano derecha y me has guiado según tu voluntad".

El artista representa a la Virgen en el acto de estrechar en su seno con la mano izquierda al Niño Jesús, que se toma de su cuello, mientras que con la mano derecha sostiene alzado el pequeño brazo del Hijo para bendecir a la ciudad ya cualquiera que tuviese la gracia de pasar delante de ella. En torno a la cabeza de la Virgen se leen las palabras del Ángel Gabriel en la Anunciación: "Ave gratia plena" (Salve llena de Gracia) y más alto la frase bíblica "Hortus conclusus", que significa "Huerto Cerrado".

Huerto cerrado o jardín recoleto o privado es la forma típica de un jardín medieval, especialmente vinculado a monasterios y conventos. Es una zona verde, generalmente de pequeño tamaño, rodeada de muros altos, donde los monjes plantaban principalmente plantas y árboles para fines alimentarios y medicinales. La expresión de Hortus Conclusus deriva del Cantar de los Cantares: "Un huerto cerrado eres, hermana mía, esposa, jardín cerrado, fuente escondida" (Cant, 4, 12).Muchos Padres de la Iglesia han visto en esta imagen la figura de la virginidad de María y de la misma Iglesia.

El jardín cerrado, también, nos recuerda a la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal: En María, el calificativo de cerrado no responde a un aspecto negativo de prohibición, sino a una predilección: a la protección del "fruto bendito de su vientre". Existe una relación entre ambos jardines y se pueden establecer conexiones entre personajes y sucesos del Antiguo Testamento y del Nuevo. Dios toma una tierra incorrupta y forma al primer hombre (Adán) y de él a la primera mujer (Eva). Al cometer el pecado de desobediencia se ven expulsados del jardín de Edén y obligados a cultivar una tierra infecunda. Por medio de sus pecados la tierra se vuelve estéril. En esta misma tónica, y a modo de restauración, Dios toma a María (la nueva Eva) y engendra en su seno (el nuevo Paraíso) a Jesucristo (el nuevo Adán). Se instaura así, una relación entre el jardín de la caída (Jardín de Edén) y el jardín de la redención (María).

San Germán de Constantinopla, en la Fiesta de la Anunciación, exclama: "Ella es el jardín siempre verde e inmarchitable, en el cual fue plantado el árbol de la vida (Gn 2, 9) que proporciona a todos liberalmente el fruto de la inmortalidad". Catalina de Siena (Salvador-Conde, 1999: 156) llama a la Virgen María "el campo donde fue sembrada la semilla de la Palabra hecha Carne".

En 1528 la peste volvió a castigar la Liguria, abatiéndose con especial fuerza en Chavari, hecho que acrecentó la devoción por la imagen. Tiempo más tarde comenzaron las apariciones y en algún momento la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. También nosotros como peregrinos imploremos gracias a nuestra Madre y el fin de esta pandemia que estamos transitando.

(*) Voluntario de la Inmaculada Padre Kolbe – Olavarría