El diagnóstico temprano y el reconocimiento de los síntomas de alteraciones en la glándula tiroides, lo que provoca disfunciones en todo el organismo, son estrategias que los especialistas consideran vitales para evitar patologías vinculadas a su funcionamiento.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que unas 750 millones de personas en el mundo padecen de alguna patología tiroidea, de las cuales un 60 por ciento lo desconoce.

"Esto podría deberse a que la patología tiroidea suele ser de lenta instalación, y entonces lleva a un retraso en la consulta porque el individuo se va adaptando a la disfunción o al crecimiento de un nódulo", explicó a la agencia estatal Télam Laura María Schiró, médica endocrinóloga del Hospital Posadas.

La tiroides es una glándula pequeña que se ubica en la cara anterior de la base del cuello, con forma de mariposa y produce las hormonas tiroideas conocidas como T3 (triyodotironina) y T4 (tiroxina) que intervienen en múltiples funciones de todo el organismo.

Este órgano endocrino regula la temperatura, el crecimiento, el desarrollo, la reproducción e interviene en el funcionamiento de las células de órganos y sistemas como el corazón, el intestino, los músculos y el cerebro, precisó en diálogo con Télam Karina Danilowicz, presidenta de la Fundación para la Asistencia, Investigación y la Docencia En Endocrinología (Fundaide).

En este sentido, las hormonas T3 y T4 son las encargadas de que el metabolismo funcione correctamente.

Entre los factores de riesgo para desarrollar enfermedades tiroideas, Inés Califano, co-coordinadora del Departamento de Tiroides de la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (Saem), enumeró la predisposición hereditaria, la exposición a radiación (por ejemplo radioterapia en la zona del cuello), la deficiencia de yodo en la dieta y algunos fármacos.

La tiroides puede sufrir alteraciones en su estructura "a través de cuadros de inflamación, las llamadas tiroiditis, que pueden darse luego de infecciones virales o de la ingesta de determinados fármacos

La tiroides puede sufrir alteraciones en su estructura "a través de cuadros de inflamación, las llamadas tiroiditis, que pueden darse luego de infecciones virales o de la ingesta de determinados fármacos, o afectarse en la producción de nódulos pero solamente un 4 o 5 por ciento de los mismos terminarán siendo malignos (cancerígenos)", expuso Danilowicz.

Por otro lado, la tiroides puede padecer un desorden en su función, es decir, una alteración hormonal, que favorece la aparición del hipotiroidismo (no produce suficientes hormonas tiroideas para satisfacer las necesidades del cuerpo) o el hipertiroidismo (produce más de lo necesario).

Danilowicz, que también es jefa de la división de Endocrinología del Hospital de Clínicas, señaló que estas dos afecciones son más frecuentes que el cáncer de tiroides: el hipotiroidismo se presenta en un 10 por ciento de la población en general, mientras que el hipertiroidismo es menos frecuente y se da en el 2 por ciento.

Síntomas

El Ministerio de Salud señala entre los síntomas de hipertiroidismo la piel pálida y sudorosa, ojos saltones y mirada brillante, diarreas frecuentes, aumento de la frecuencia cardíaca con palpitaciones, intranquilidad, insomnio, temblores y pérdida de peso.

En cambio el hipotiroidismo puede presentarse como piel seca y fría, caída de cabello, constipación, disminución de la frecuencia cardíaca, somnolencia y dificultad para bajar de peso.

Sin embargo, la integrante de Saem consideró que los síntomas son "inespecíficos" ya que se comparten con otras enfermedades o situaciones de la vida cotidiana como sentirse cansado o tener caída de cabello.