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"Entre los mil animales sólo el hombre es un oidor de silencios" dice uno de los primeros hombres que Izidine Naíta interroga. El policía ha llegado hace pocas horas al asilo enclavada en una porción de tierra alejada. Izidine tiene como orden la investigación de la muerte de Vasto Excelencio, el director del lugar, cuyo cuerpo vió al llegar en el helicóptero sobre las rocas. Mientras el policía se acomoda y espera poder comenzar con los interrogatorios para concluir lo antes posible con su trabajo, todos los ojos lo observan. Es un forastero en un tierra prohída. Así se lo explica un poco Marta, la enfermera del asilo. Cada uno de los que son interrogados confiesan la autoría del asesinato. Todos explican y argumentan por qué Vasto Excelencio ha muerto. Para poder confirmar todas las sospechas, el policía debe ir a fondo con el relato de la vida de esos hombres que se sienten desplazados del Mozambique actual.

Pronto las narraciones de los habitantes del asilo, algunas veces fantásticas, otras oníricas, pero siempre una metáfora de la vida que han padecido, se van haciendo reales e Izidine Naíta se ve trasladado a un mundo tan alejado de la realidad que comienza a temer.

Bajo las raices del frangipani descansan los restos de Ermelindo Mucanga, un muerto que no quiere dejar la tierra en la que descansa pero no está contento con aquellos que lo quieren convertir en un héroe nacional. Por eso decide abandonar la eternidad para introducirse en el cuerpo del policía y conseguir una justificación para su muerte.

El asilo es lugar de sueños y pesadillas, donde se mezclan todas las cultura y la historia política de Mozambique e Izidine siente que la investigación tiene algo que lo conecta a todo. Pero llegar a eso lo llevará por un camino sin retorno.

Creo que Mia Couto es uno de los escritores mas brillante de los últimos años, su escritura es absolutamente original y se vale de todas las vueltas idiomáticas posibles para lograr que sus personajes se puedan expresar. Acá hay que hacer un paréntisis y destacar el enorme trabajo del traductor Guillermo Saavedra por dedicación y fidelidad con el texto. Como lectores a veces perdemos de vista que para que un libro de un autor extranjero llegue a nuestras manos hay una persona que no sólo traduce sino que también interpreta el deseo del autor.

La novela navega entre lo onírico, lo espiritual y lo poético, y va llevando al lector por varios niveles hasta ir conformando un relato hecho de varias voces. "Las palabras valen la pena si nos esperan encantamientos" dice uno de los personas y les puedo asegurar con Mia Couto tendrán todavía más.