Un llamado y ninguna huella, la historia del triple crimen que sacudió Mar del Plata en 2010
Facundo Peralta, de 19 años, fue condenado a prisión perpetua por el asesinato a balazos de su papá, la pareja de éste y el hijo de ella.
Agencia DIB
"Me mandé una recagada". Esa fue la frase que Jonathan, del otro lado del teléfono, escuchó de Facundo, con una voz acelerada, en la noche del 23 de septiembre de 2010. La "recagada" era el asesinato de su padre, la mujer de éste y el hijo de ella. Todo en el término de no más de diez minutos. Una triple ejecución a balazos que, pese a que buscó ayuda en su amigo, terminó con una condena a prisión perpetua.
Facundo Peralta tenía 19 años y había llegado ese día a Mar del Plata desde Río Gallegos. Tras dejar sus pertenencias en la casa de un amigo, fue en moto hasta lo de Jonathan Bedoy y después se fue a la casa de su padre. Eran casi las 22 de esa noche primaveral cuando el joven entró a la vivienda. Allí, el masajista Eduardo Peralta, de 55 años, descansaba en el sillón. Facundo se colocó detrás y un disparo en la cabeza le bastó para terminar con la humanidad de su padre. Lo hizo con una pistola calibre 9 milímetros.
Luego, fue el turno de Pilar Piedrabuena, de 52 años, pareja de su papá pero no su madre. Fue en el pasillo de la casa donde le dio un balazo en la cara. Cuando todo parecía terminado, esos dos impactos hicieron entrar en escena a Sergio Neimann, hijo de Pilar y de 21 años. El joven estaba casualmente de visita allí, dedicando su tiempo a organizar su cumpleaños que era en un par de días. Dos disparos en el cuerpo lo dejaron tendido sin vida en la cocina.
Segundos después, el joven huyó y una llamada a su amigo, fue parte de la clave para desentrañar lo sucedido. Fue allí que le dijo a Bedoy que iba para su casa y si bien no le contó el por qué, le adelantó que había cometido un grave error. En la casa del amigo le confesó el triple crimen y le pidió ayuda: le entregó la pistola para que la ocultara. Jonathan en principio se quedó con esa arma, pero tiempo después la permutó junto a su moto, por otro vehículo de mayor valor. El arma nunca fue encontrada y eso dificultó la investigación.
Dos meses después, Facundo fue detenido en la ciudad fueguina de Río Grande, a donde había viajado a principios de ese año para trabajar en una concesionaria de autos, como consecuencia de la mala relación que mantenía con su padre, viudo desde hace dos años, y con la nueva pareja. Además, para los investigadores había otra hipótesis: el masajista, al parecer, se negaba a incluirlo en una herencia.
El testimonio de varios testigos, uno de los cuales fue quien le prestó el arma, y que se haya activado el celular en las proximidades de la casa de su padre en el momento del crimen, algo que quedó registrado en las antenas de la zona, terminaron de cercar su destino.
Al banquillo
En julio de 2012, Facundo y Jonathan tuvieron que enfrentar al tribunal integrado por Eduardo Alemano, Juan Manuel Sueyro y Leonardo Celsi. Las pruebas que se aportaron allí fueron decisivas para condenar a los dos: a Peralta a prisión perpetua, mientras que a Bedoy a tres años de prisión en suspenso por ocultar y hacer desaparecer el arma usada para el triple crimen. Ambos recibieron el veredicto sin inmutarse.
Para los jueces no quedaron dudas acerca de lo sucedido aquella noche de 2010. Tras matar a su padre y a la pareja, ejecutó al hijo de Piedrabuena para procurar la impunidad. Sin embargo, no hubo para el tribunal un móvil preciso, aunque lo vinculó con que el joven no aceptaba la llegada de la mujer a la casa para convivir con ellos. El tema herencia no prosperó.
La clave que condujo a la sentencia fue el entrecruzamiento de llamados. De acuerdo al peritaje, Sergio Neiman hizo varias llamadas hasta las 21.37, aunque después su teléfono no registró actividad hasta detectarse varias llamadas perdidas a partir de las 22.11. Los crímenes, entonces, se habrían producido en este período de tiempo. Y, además, el celular de Facundo se activó a las 22.12 en la zona de la casa donde ocurrieron los asesinatos. Era, de acuerdo al fallo, el llamado a su amigo.
La declaración de Peralta durante el juicio fue muestra de un relato armado, propio de estar leyendo o un libreto estudiado, más que de un relato de hechos verídicos, indicaron en la resolución los jueces. Además, ni se inmutó cuando se mostraron las fotos de su padre asesinado.
Sin embargo, muchos amigos aseguraban que era imposible que mate a alguien. Desde el inicio del juicio oral y público, una bandera pedía por su inocencia. Cuando dieron a conocer el fallo, tanto los amigos como la concubina de Peralta apuntaron sus insultos contra Bedoy, quien salió caminando del edificio por ser condenado a tres años. Lo acusaban de mentir para culpar a Facundo, cuyo destino, en cambio, fue la Unidad Penal N° 15 de Batán. Nunca apareció una prueba física, una huella que lo ponga en la escena del crimen. Pero si hubo testimonios y llamadas telefónicas que lo pusieron tras las rejas. DIB