Cementos Avellaneda nació en 1919, de la mano de un visionario llamado Carlos Von Bernard, cuando el mundo aún sentía los sacudones sociales, políticos y económicos, y la inadjetivable tragedia humanitaria que dejaba atrás la Primera Guerra Mundial.

Sus 101 años representan una historia de valores muy ligada a Olavarría desde la planta de San Jacinto.

Han sido innumerables sus desafíos a lo largo de este tiempo.

Este año, tan especial, Cementos Avellaneda tuvo el reto adicional de poner en marcha una ampliación muy importante, en la de Planta San Luis, que triplicó su capacidad productiva.

El proyecto, ejecución y puesta en marcha de esta ampliación se realizó con una fuerte participación de profesionales de Olavarría, donde está la perla de este holding de capitales brasileños y españoles.

Como en cada ámbito de la vida individual, social o empresarial que se haga referencia, la pandemia de COVID-19 y sus efectos plantearon más desafíos, nunca vividos en estos 101 años de historia, y una incertidumbre radical que impuso la obligación de adaptarse permanentemente a los cambios.

Desde el día que arrancó la primera máquina, entre 19 y 20 de marzo por primera Cementos Avellaneda Sociedad Anónima debió detener todos sus equipos, y estuvo hasta el 5 de abril sin poder funcionar.

La reanudación fue restringida, al mismo tiempo que una progresividad en los procesos permitió llegar a julio con un acumulado de despacho en el orden del 60% de la capacidad instalada.

Hoy el despacho de cemento en bolsas muestra una ostensible mejoría, pero el volumen de consumo a granel aún está demasiado bajo.

En ese contexto CASA mantuvo todas las fuentes de trabajo y, aun cuando no estaba despachando ni vendiendo ni una bolsa de cemento, priorizó el pago de sueldos a sus empleados.

Diseñó además un sistema con sus proveedores que permitió no cortar la cadena de pago, y depositó en tiempo y forma la tasa de explotación de canteras al Municipio.

CASA se planteó el regreso a la nueva normalidad desde antes de que la minería fuese declarada como actividad esencial por el Gobierno Nacional, en un trabajo mancomunado con autoridades municipales y provinciales, profesionales de la salud, y en contacto permanente con representantes de AOMA.

Surgió de ello un protocolo sanitario que contempla todos los aspectos de bioseguridad para minimizar los riesgos de contagio.

Así como en su momento CASA implementó las "10 Reglas de Oro de Seguridad", por la pandemia creó las "10 Reglas de Oro Sanitarias", de un modo resumido y simple para que la gente las incorpore a la vida cotidiana dentro y fuera de la empresa.

Hoy a todas las personas que ingresan a planta -incluidos los transportistas-, se les hace una inducción básica obligatoria sobre estas reglas sanitarias, se les controla la temperatura y se les exige el uso de barbijo, como parte de una batería de medidas.

Fueron redefinidos los espacios comunes y el transporte de forma de garantizar el distanciamiento social; se incrementaron las rutinas de limpieza y desinfección en todos los ámbitos laborales, vestuarios y otros espacios.

Esto implicó una importante inversión en tecnología e insumos para el cuidado de la salud de la comunidad laboral.

Cementos Avellaneda no se aparta de un tradicional compromiso en la búsqueda de equilibrio entre el crecimiento económico y el uso racional de los recursos naturales.

Adhirió al concepto de "economía circular" en el marco del desarrollo sostenible, con el objetivo de reducir el consumo de materias primas, agua y fuentes de energía no renovables, minimizando el enterramiento de residuos, que pasan a convertirse en fuentes de materiales y/o energía.

Cementos Avellaneda se convirtió en la primera cementera nacional, y una de las pioneras a nivel mundial, en la producción de puzolana industrial como resultado del proceso de calcinación de arcillas.

Este desarrollo conjunto con la UNICEN fue premiado como el mejor poster entre 127 presentaciones en el último Congreso Internacional de Química del Cemento en Praga, y dio como resultado un nuevo Cemento Portland Compuesto, que reduce en un 10% las emisiones de gases efecto invernadero.

En 2008, CASA ya había lanzado al mercado la Cal Hidrat Extra, un producto altamente innovador, cuyo proceso derivó en una reducción significativa de gases de efecto invernadero y fue aprobado por las Naciones Unidas como proyecto de "Mecanismo de Desarrollo Limpio".

Cementos Avellaneda incorporó al proceso de fabricación residuos de diferentes tipos, previamente seleccionados y acondicionados por tratadores autorizados, aprovechándolos como fuente de materia prima y energía alternativas.

Llegaron para sustituir el consumo de otros recursos naturales no renovables (gas natural, fuel oil, coque de petróleo), gracias a una fuerte inversión en instalaciones que permiten coprocesar combustibles sólidos recuperados, combustibles derivados de residuos, biomasa, neumáticos fuera de uso, entre otros.

Por la relación entre sus yacimientos y la biodiversidad asociada, CASA realiza un retrollenado a medida que avanza la explotación, seguido de la restauración ecológica del sitio con sustrato vegetal y especies nativas.

Cementos Avellaneda es la primera cementera en declarar los hallazgos de restos paleontológicos, preservando el patrimonio cultural e histórico, y su reconocida su colaboración con especialistas en la materia y los proyectos de investigación, educación y divulgación asociados.

Todo ello es posible gracias al plantel humano que forma parte de Cementos Avellaneda.

La empresa no sería lo que es sin su profesionalismo, trabajo y compromiso.

Ricardo Graselli: "Innovación es un valor muy importante de nuestra compañía"

De niño el paseo preferido era ir de la mano con su padre a recorrer por dentro la fábrica de Calera Avellaneda; hoy el ingeniero Ricardo Graselli es el Gerente de planta encargado de llevar de la mano a Cementos Avellaneda, una de las empresas más importantes de la Ciudad y de la Argentina en el rubro de la construcción.

Su historia y su presente están enlazados en esta fábrica.

"Siempre digo que puedo contar mi vinculación con esta fábrica desde distintos lugares, porque fue transitando mi niñez en la Villa que salía al patio de mi casa a jugar y veía en la primera mirada las imponentes torres de los hornos que había en esa época" recordó.

"Hoy la puedo contar como profesional, desde que ingresé hace ya 22 años, y en la actualidad con esta gran responsabilidad y orgullo de ser responsable de una planta de cemento que es la más importante en capacidad y en volúmenes de despacho del país. Es muy linda toda la historia familiar que hay detrás de todo esto" agregó.

Su padre "Fefo" caminó buena parte de los 101 años de vida de Cementos Avellaneda hoy, Calera Avellaneda durante décadas. Con 46 años de trayectoria se jubiló como máximo responsable del taller mecánico de la planta.

"Me formé en el área de mantenimiento, fui haciendo la carrera y hace 6 años tengo la responsabilidad de estar al frente de toda la operación de la fábrica" repasó.

La máxima autoridad de la planta se manifestó sobre lo que espera en el futuro cercano: "Debemos ser optimistas. Esto de a poco va a ir tomando su curso, y a medida que lo sanitario se vaya recomponiendo la demanda irá acompañando".

"Cementos Avellaneda se ha ido adaptando a todos los cambios, en sus 100 años creció 50 veces y pasó de 70 mil toneladas anuales de cal a hoy con tres millones y medio de toneladas anuales como capacidad de despacho en todos sus productos. Eso muestra la fuerte actitud inversora de sus accionistas.

"No es común trabajar en una empresa que tenga 100 años y eso se hace con valores. Los valores que caracterizar a Cementos Avellaneda son el liderazgo, compromiso, integridad, sostenibilidad, pertenencia y cuando hablo de pertenencia normalmente las personas que ingresan en CASA se jubilan en CASA y eso es algo muy valorado" cerró.