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Muchas veces uno se acerca a la poesía para encontrar respuestas o señales a las que aferrarse ante una idea de lo real que no se condice con lo que se siente. Como si el poema encerrara una verdad que a veces se nos escapa. Una metáfora encuentra el camino hacia lo nuevo y nos dejamos llevar por esa especie de diálogo que se da. En el fondo uno busca conmoverse, encontrar una conexión y saberse menos solo. Pero sumergirse en los poemas de Wallace Stevens es llenarse de interrogantes para los cuales no hay una respuesta.

La editorial Serapis se tomó el inmenso trabajo de reunir sus primeros textos, publicados originalmente entre 1915 y 1923, en una edición bilingüe. Lo cual le agrega un plus de calidad y una ya muy cuidada edición. En "Del modo de dirigirse a las nubes y otros poemas" uno tiene la sencilla sensación de encontrarse frente a una lectura que abre las puertas a un mundo en donde todo lo que está a nuestro alrededor cobra un nuevo sentido. Quizás lo explique mejor con una cita de uno de los poemas que forman parte del libro: "En mi pieza, el mundo está más allá de mi comprensión; pero cuando camino veo que consiste en tres o cuatro colinas y una nube". Es claro que el autor busca romper las barreras de lo real para permitir que la imaginación, la suya y la nuestra, sea quien guíe su mano.

Por otro lado hay algo en Stevens que mueve al lector a releer constantemente sus textos, a volver a sumergirse en sus palabras que van cobrando un nuevo sentido con cada relectura. Es uno de aquellos libros a los que hay que volver cada tanto para obtener un resultado distinto al volver a abrir la misma página.

"El hallazgo de una satisfacción, y puede ser de un hombre patinando, una mujer que danza, una mujer peinándose. El poema del acto de la mente" explica el autor en una de las citas utilizadas para hechar luz sobre su obra en el prólogo del libro, que dicho sea de paso es un texto clave para comprender sus poemas y poder acceder al universo literariuo y personal del autor.

Personalmente no conocía su obra y sin embargo enseguida me sentí conectado con las palabras que el autor escribió hace casi 100 años. Quizás porque sus temas siguen siendo los que la poesía trata desde siempre: descorrer el velo de la realidad para encontrarse en un mundo donde la imaginación hace que todo sea posible.