La Semana del Cross ya es historia pero las anécdotas se acumulan. Un promedio de 20 pilotos por día intentaron superarse a sí mismos y a la naturaleza, y muchos lo lograron.

Llegaron a La Madrid desde distintos puntos del país. El piloto de mayor edad tenía 73 años y el más joven 15. Varios de ellos no se conocían pero terminaron amigos, intercambiando experiencias y opiniones.

Las damas primero

Silvia Albarracín es salteña aunque actualmente está radicada en Buenos Aires. "Vuelo desde hace 6 años", cuenta. "La actividad aeronáutica me gustó desde siempre. Me gusta el vuelo libre y el parapente principalmente por la practicidad del equipo", subraya la China.

"La descripción de volar es indescriptible. Es muy personal", intenta definir sus sensaciones.

La piloto que comenzó a practicar el deporte en la montaña explica algunas de las diferencias de hacerlo en el llano: "técnicamente el comportamiento del ala es diferente. Además, en la montaña, hay que considerar el relieve y conlleva más peligro".

"Para volar, técnicamente, ser hombre o mujer no tiene diferencias. Sí pasa que cuando estás en la montaña y tenés que cargar el equipo hasta el despegue se te complica más pero por lo demás es exactamente igual. Lo único que los hombres por ahí son más arriesgados", responde con seguridad.

La voz de la experiencia

Al lado de la China se ubica Horacio Acosta, uno de los de mayor edad en el grupo. Con 60 años es un ejemplo a seguir, por su perseverancia. "Empecé a volar hace unos 8 años. Me gusta mucho volar, tanto en parapente como en trike (parapente con motor). Los dos vuelos son distintos pero me gustan mucho", relata.

"Para volar no importa tanto la edad sino el estado físico. Hay que entrenarse y ser consciente, y no exponerse a ciertos peligros", menciona.

"Nunca había tenido contacto con este deporte y andaba en moto. Un día pasé por una escuela de vuelo, entré y me gustó. Desde ese momento no pude parar", señala Horacio, que ya ha visitado la ciudad en otras oportunidades.

"Arriba del ala se siente mucha libertad. Estar en el aire y desplazarse valiéndose de uno mismo y del viento es hermoso… es un deporte totalmente diferente a otros", puntualiza Acosta.

Los pilotos coinciden que el apoyo de la familia es vital porque es una disciplina que tiene ciertos riesgos. "Si ellos no están va todo para atrás", mencionan.

Un chico grande

Junto a los dos mayores se encuentra el benjamín de la Semana del Cross. Nicolás Belsa es rionegrino y llegó por primera vez a La Madrid para compartir la experiencia con otros pilotos. Aunque apenas supera los 15 años tiene una vasta experiencia; la primera vez que se subió a un parapente tenía 3 años y desde los 11 vuela solo, tamaña capacidad lo ubican como el piloto argentino más joven en obtener la licencia avanzada para practicar el deporte.

"La primera vez que volé lo hice con mi papá. Al mes de vida ya me llevaban a ver a mi papá volar y a los 2 años y medio le pedí que me llevara", dice y se le entrecorta la voz adolescente. Después de insistir algún tiempo por fin su súplica fue escuchada y se animó a la aventura.

"Lo primero que me llamó la atención fue la vista; desde arriba se ven cosas que muy pocas personas pueden ver. La sensación es irreproducible", comenta Nicolás.

Alguna vez, desde estas mismas páginas se relató la experiencia de volar (en esta ocasión no se pudo repetir la experiencia) pero en aquel entonces se desarrolló someramente de qué se trata y es bueno reiterar parte de aquella explicación: el parapente es similar a un paracaídas. A diferencia de éste, su ala extendida permite la sustentabilidad en el aire. Ese ala se une a la silla (lugar en el que va sentado el piloto) por docenas de sogas de kevlar (el mismo material con el que se realizan los chalecos antibala) cada una tiene una resistencia de hasta 100 kilos. Además cada parapente tiene un paracaídas de seguridad.

- ¿Cuál es el momento más difícil?

- Según las condiciones climáticas. Los momentos críticos son el despegue y el aterrizaje porque estás cerca del suelo. En altura tenés más chances de resolver los problemas, y de última tenés el paracaídas de reserva.

Más que colegas, amigos

Los tres pilotos rescatan que en este tipo de encuentros que se dio en La Madrid ""lo más importante es compartir. Solo se habla de volar y todos tenemos un mismo idioma, lo que lo hace aún más lindo. Además sirve para aprender algo nuevo", indican.

Según los entendidos, las condiciones climáticas de La Madrid hacen al distrito un lugar ideal para la práctica. A eso se suma -y los subrayan constantemente los pilotos- la predisposición y la organización que ofrece el "Flaco" Lestarpe y su equipo de trabajo.

"Vos salís a buscar y te olvidás de todo. Te dan muchísima tranquilidad que sean tan responsables y te vayan a buscar adonde sea", resumen.

- ¿Por qué alguien debería animarse a volar?

- Si lo pueden hacer que lo prueben. Por ahí no es lo de ellos pero como experiencia es inolvidable, sobre todo por la vista. Estas vos solo y el viento, y nada más.