Completó los 6.500 metros en un tiempo de 01:58:30.409. "No podía imaginar que iba a poder dar la vuelta completa porque me parecía gigante. Me puse nerviosa porque no creía que iba a poder hacerla en menos de dos horas y por suerte la completé en el tiempo que pretendía hacer", dice.

"Cuando me tiré me preguntaba a mí misma cómo iba a hacer. Mientras nadaba me iba repitiendo que estaba nadando en un lugar espectacular, en el medio del Nahuel Huapi… era un sueño. Al principio pensaba en la línea de meta y una vez que estuve en el agua traté de despejar la mente, pensando en palabras, una canción, mentalizándome que era un lugar desconocido y con gente que vino de distintos países, con un nivel alto", detalla.

"Es un sueño poder nadar ahí porque el agua es turquesa y se veía el fondo del lago", menciona sobre cómo se sintió cuando estaba en la costa de uno de los lugares más hermosos de la Argentina.

Ailín participó de la tradicional competencia gracias el esfuerzo de muchas personas y de la familia de Gonzalo Moyano, un nadador de Salliqueló, con la que viajó a Bariloche.

La largada fue a las 9 de la mañana, con una temperatura ambiente de 11° C. "El agua era fría pero no tanto como en otros lugares que he nadado. El día acompañaba, por suerte casi no hubo viento y el lago estaba tranquilo", describe.

Fue la única mujer menos de 24 años que completó la prueba principal de 6,5 kilómetros. "Uno de los consejos que me dieron era que no me rindiera por nada, que por lo único que tenía que parar era por el frío y el riesgo de la hipotermia. Sabía que no me podía matar al principio porque era el doble de la distancia a la que estoy acostumbrada. En los entrenamientos previos había hablado con los que me ayudan que tenía que buscar un ritmo y mantenerlo, pensando en repeticiones; llegó un momento que lo dejé de hacer y terminé nadando como podía", menciona.

Ailín se ha especializado en pruebas de distancia aunque era la primera vez que haría un esfuerzo tan grande por eso tomó todos los recaudos incluida la respiración, la hidratación y la administración de energías.

"Cuando estábamos por largar el presentador anunció que en un momento determinado nos íbamos a encontrar con un acantilado donde se ve cómo baja la piedra y el fondo es negro, donde muchos abandonan porque a muchos les agarra pánico; nos recomendó seguir nadando. Yo me hice un poco la cabeza porque era la primera vez pero pasamos por tres lugares parecidos y no tuve problemas", apunta sobre uno de los puntos críticos de la competencia.

"Me encantó la experiencia, la disfruté un montón. Iba mirando el paisaje, a los otros nadadores, había cien personas alrededor mío, que era la más chiquita; pude llegar y contenta porque no la sufrí a la carrera… llegué feliz y lo volvería hacer porque para mí que me gusta distancia se me hizo re corta", indica la nadadora lamatritense.

"Cuando terminé me relajé y aunque me dolía todo, no podía creer algo tan grande. Fue increíble. Cuando llegué miré para atrás y no podía creerlo", confiesa.

Los secretos del deporte

A pesar de su juventud, Ailín Garay tiene una experiencia importante. Desde pequeña comenzó a nadar en el Polideportivo Municipal y desde hace un año compite en pruebas de aguas abiertas.

"Lo bueno de estas pruebas es que con todos hablás, te dan fuerzas y consejos, te explican cómo puede ser", subraya.

En las carreras de aguas frías es común el uso de traje térmico. "Te mantiene caliente pero en mi caso me limita un poco los movimientos aunque en los últimos metros me ayudó en la flotabilidad", cuenta sobre la utilización del equipo de neopreno.

La base de la natación es la brazada y la patada. En competencias de tanta distancia -más de 6 mil metros- es fundamental mantener el ritmo. "Yo veía que otros hacían la patada y quedaban, que te puede servir cuando ya estás llegando y el cansancio te puede ganar. En mi caso intenté mantenerme constante", explica.

También es imprescindible el entrenamiento. En este caso, cuenta Ailín, tres días antes de la carrera dejé de ir al gimnasio pero sumé mucho tiempo de natación para aguantar. Se necesita velocidad para poder adelantar y fuerza porque el agua te obliga a tener más tracción y así poder avanzar".

Con respecto a la alimentación describe que horas antes de una competencia como la de Bariloche debe ser "comida caliente porque se gastan energías por el propio ejercicio y porque el cuerpo necesita regular la temperatura; pastas o algo caliente para la energía", detalla.

Más allá del agua

Para Ailín Garay, como para cualquier deportista, alcanzar la meta es mucho más que ocupar una posición final: es la síntesis del sacrificio y de prepararse muchas horas para completar una carrera. Por eso para ella es vital el acompañamiento de su familia, amigos, entrenadores y todos quienes aportan para que pueda demostrarse a sí misma que todo logro se puede conseguir.

"Cuando vas llegando a la meta se te cambia todo… yo tenía el reloj para controlarme pero para mí se me pasó rapidísimo porque iba tan distraída en otras cosas que no me di cuenta. Cuando llegás, te levantás y tocás el piso decís ‘lo logré, llegué’ y es emocionante. Con mi mamá y mi papá, que no pudieron viajar, la familia que me acompañó hizo videollamada y estaban con el corazón en la boca, estaban pegados al teléfono", cuenta.

"Cuando dijeron los resultados fue una mezcla de emociones porque era la más chiquita entre las mujeres que se había animado a nadar la mayor distancia y que había podido completar la prueba. Fue increíble. Estaba contenta, ansiosa", contesta.

"Es una experiencia que me ayuda a madurar mucho. Cuando querés se puede. Antes de ir me preguntaba si me tenía que anotar en la carrera de 6 mil metros y si iba a poder llegar pero hasta que no lo hacés no te lo imaginás. Por suerte me animé y llegué bien, lo volvería a hacer y hasta haría más metros… me sirvió muchísimo como experiencia", cierra Ailín Garay.