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Aun cuando -un poco en broma, un poco en serio- él mismo haya afirmado que "grabar un disco es la peor locura que se te puede ocurrir en la vida", el compositor y músico olavarriense Franco Brisioli se lanzó a esa aventura de la que nació "Si me vieran los muchachos", su primer producción propia.

En nuestra ciudad, Brisioli fue miembro y autor de varios temas del grupo Peinate Q Viene Gente y, ya afincado en la ciudad de Buenos Aires, integró como tecladista la banda Sancamaleon en la etapa de su tercer y último disco, "Afuera". Hoy, tras muchos proyectos intermedios, cuenta en su haber "Si me vieran los muchachos", el que está afilando para salir a tocar en vivo junto a su banda.

"Fue todo un desafío. Las canciones ya estaban, habían pasado por diferentes pruebas y preproducciones, y lograron a tomar forma cuando me acerqué al estudio Alto Voltaje de Parque Centenario con Joaquín Salamero, que fue el productor del disco. Básicamente es un producto que había que grabarse, porque teníamos las canciones y las ganas", afirmó el autor.

En el transcurso de las 13 canciones y con su particular tono de voz, Franco nos conduce por un viaje personal que atraviesa diferentes estilos, desde el funk electrónico hasta algunas melodías pop ("Tuve tu") que luego se cruzan con guitarras de un rock más duro ("A París") y contrastan con el aire festivo y hasta cumbiero de "La Brisa".

-A lo largo del disco se nota un abanico amplio de diferentes estilos. ¿Las canciones van surgiendo así o se busca adrede la diversidad de géneros?

-El concepto primordial que manejo es que la canción mande. No hay que forzar ninguna situación compositiva ni musical, ni nada que tenga que ver con una producción más allá de lo que la misma canción pide. Uno tiene ideas y tienen que tener una comunión que tenés que sentir en el momento que lo escuchás. Cuando hago una canción no me importa el género que puede llegara ser, sino que voy a donde la canción me está llevando. Me dejo llevar un ratito y luego es darle forma al arreglo, buscándole un lenguaje. Ahí sí trato de combinar estilos, algo que me gusta mucho, jugar y fusionar.

-¿Las canciones son todas obras tuyas?

-Letra, música y los arreglos son todos míos. La verdad es que hay un laburo de producción muy grande desde lo que es la concepción de cada tema. Es una etapa de mi vida que quedó retratada de una manera real.

-Después de cerrar esta etapa, ¿en qué lugar estás parado?

-En este momento estoy ensayando con la banda del disco. Estamos metiendo un poco de ruido en el mismo estudio donde grabamos, que nos da otra perspectiva de dónde estamos. Estoy contento, con muchas ganas de empezar a tocarlo, de que la gente pueda escucharlo, tenerlo en su casa y que puedan entender el viaje que es el disco. Está planteado de esa manera. Si uno lo sabe ver, hay algunas cositas que intentan contar una historia.

-Habrá que prestar atención entonces. ¿De qué trata esa historia?

-Son postales de diferentes etapa de mi vida. Mi viaje a Buenos Aires y el alejamiento de mi tierra natal, situaciones que me marcaron, errores cometidos, errores no cometidos. Son varias cosas, el largo camino del crecimiento. Cuando grabás un disco, llegás a cierta adultez como artista y como persona. Este disco me dejó una sensación de paz muy grande. He grabado en un montón de discos con muchos artistas como Juan Subirá y Palo Pandolfo, y sin embargo a este disco le tengo un amor y un respeto porque está ahí mi paz y mi historia depositada, y es lo que quiero que la gente vea.

Tuve la suerte que a los músicos que lo interpretan les encanta, así que los tengo contentos y con ganas de tocar. Imaginate que estamos ensayando en un feriado, ¡y un feriado porteño no es lo mismo que uno olavarriense! En un feriado porteño querés descansar, no querés saber nada con nadie... (risas).

-¿Quiénes ayudaron en el disco?

-Los primeros que ayudaron son mis viejos. Mi viejo (N. de R.: Daniel Brisioli) es el primero que se copó, porque realmente grabar un disco es la peor locura que se te puede ocurrir en la vida. Desde el momento que empezás, todos los procesos que hay que hacer son costosos, llevan mucho tiempo. Tenés que tener un hilo de trabajo con cierto criterio, manejar sonido, algo de arte... es un abanico muy grande. Es como poner una empresa. Y mi viejo fue el primero en apoyarme y en divertirse, él estaba contento en cada instancia de grabación. Mi vieja (N. de R.: Analía Alonso), con el apoyo de siempre, al igual que mis hermanos, mis tíos, mis abuelos, la familia toda y por supuesto Celeste, mi mujer, que está siempre.

También a Joaquín Salamero, "El Místico" de Parque Centenario, que fue prácticamente el motor de todo esto, me abrió las puertas del estudio y me metió la idea de que tenía potencial para siempre componer un poco más y siempre me hizo subir mi nivel. Es un gran tipo y un gran profesional.

-Sé que es difícil porque todas son pedazos de tu historia, ¿pero qué temas destacás del disco?

-Si tengo que elegir, iría por Morfeo ("Empiezo", tema 7) por una cuestión de afinidad y porque me gusta mucho, quedó muy bien, con la onda que yo busco cuando encaro una canción. Me gusta mucho "Hechos en el cielo" (tema que cierra el disco), que es una canción que es lo más cercano a un dolor profundo que tuve, que quedó bien retratado y le sirve a cualquier persona.

Después estaría entre "La Brisa" y "Tuve tu" que son los más bailanteros y los que tienen que estar porque tiene que haber joda y diversión en la carrera de cualquier artista. No puede haber nada de bronca más que en una o dos canciones, hay que tratar de que la gente se divierta.