Daniel Lovano / [email protected]

Cada palabra del relato de Graciela Alderete conmueve, como conmueven su entereza y la fe de que algún día se hará justicia y se conocerán los culpables de la desaparición y el asesinato de su hijo Germán Esteban "Mara" Navarro. 

Un día como hoy, pero igual que ayer por la pureza de un cielo azul - celeste según recordó, madre e hijo compartieron los últimos minutos caminando desde su casa en Rufino Fal y Saavedra hasta la parada de "El Serrano" en la avenida Pringles. 

No son pocas las imágenes que Graciela ha logrado retener de aquel 28 de octubre de 2004: "Salimos de casa a las 2 de la tarde. Era un día parecido al de hoy (por ayer) y justo fue jueves. Yo iba a tomar el colectivo a la avenida porque tengo a mi hija en Sierra Chica y él seguía para la casa de unas amigas". 

Como 18 años atrás la primavera solía ser tan inestable como en la actualidad, le pidió a su hijo que se llevara un buzo porque por la noche podía refrescar, "y él siempre andaba con problemas en la garganta". 

La respuesta de Esteban fue la esperada: "Me acuerdo que me dijo 'vos siempre lo mismo, mamá'. Tomé el colectivo para Sierra Chica y él siguió. Yo volví a las siete y media de la casa de mi hija Adriana y Esteban ya no volvió". 

Esteban ya no se quedaba en la casa de su madre. 

La noche previa a su desaparición sí. Desayunaron juntos, compartieron el almuerzo y salieron sin sospechar que sus caminos se iban a separar para siempre, ni Graciela la pesadilla que le esperaba para el resto de su vida.  

"El 3 de octubre nos habían robado y me dijo 'esto me lo hicieron a mí, cuidate'. Se estaba quedando en la casa de una hermana que vivía en Villa Floresta, así que venía, se bañaba y se iba de vuelta" contó. 

Graciela no tardó en sospechar de la ausencia de Esteban. Hubo una primera consulta a su hija, sobre si había vuelto con ella. Luego se dirigió a la Comisaría II para radicar una denuncia, pero no se la quisieron tomar, aduciendo que no habían transcurrido de 24 a 48 horas de la desaparición. 

"Va a aparecer mamita, quedate tranquila me dijeron en la comisaría. Le pedí que sacaran en los medios, porque cuando un perro se perdía enseguida lo hacían. Esteban era un ser humano, y me decían que se olvidaban, que no estaba el encargado de llevar las cosas a los medios, que el comisario no había dado la orden" narró. 

Debió viajar a Azul Graciela para traer una orden del juez de menores y recién allí salió en los medios la desaparición de su hijo. "Así empezó mi búsqueda" apuntó. 

Dos días antes de cumplirse los 6 meses de la desaparición, el 26 de abril de 2005, Graciela viajó hasta Azul para buscar novedades y a su regreso se encontró con la llamada de una cuñada. 

Era para decirle que "atrás de la Ruta" (un baldío de España y Juan XXIII), se había encontrado unos restos humanos. 

"Me puse una campera y me fui. Cuando llegué estaba todo cercado con cintas rojas y blancas, estaban los móviles, había como 80/100 personas alrededor y no me quería dejar pasar para preservar el escenario, cuando había un montón de gente pisando el lugar. Pero nada me detuvo". 

La firmeza de su relato sólo se alteró para describir qué restos humanos fueron hallados y cuáles faltaban, y que unos pocos días después unas maquinarias municipales se encargaron de destruir cualquier tipo de prueba. 

Recién en enero de 2007 Graciela pudo enterrar los restos de su hijo en el cementerio, tras esperar el resultado del estudio de ADN que certificaba que efectivamente ese cuerpo era el de Germán Esteban "Mara" Navarro. 

"Diecisiete años apenas tenía. El vivía un mundo de fantasía" expresó Graciela.  

Esteban tenía sueños, sentía una profunda sensación de incomodidad con su cuerpo y estaba convencido de que algún día iba a poder afrontar una intervención de adecuación de sexo para convivir con su verdadera identidad de género, mencionó su mamá. 

Y que lo aceptaran tal cual era. Porque fueron demasiado crueles sus 17 años de vida. 

"En la escuela lo discriminaban por su forma de ser y hasta tuvo que dejar la secundaria porque la directora no estaba de acuerdo con su vestimenta o con el color de su pelo" señaló. 

"Cuando falleció su papá nos fuimos a Barrio Evita y allá vivimos 7 años. Nos tuvimos que volver a su casa natal porque se burlaban de él, le gritaban cosas, se le reían. Con 12 ó 13 años lo tenía que acompañar al colectivo, lo tenía que acompañar a la escuela" evocó Graciela. 

Pero no todo está perdido... 

"Alba Mancinelli, de los Sikuris, fue muy buena con él y le escribió unas coplas. Pancho Fuentes también le hizo una bella canción que dice 'he vuelto a nuestra casa humilde de la infancia, a buscar allí tranquilidad'. Hermosa" agradeció. 

En medio de su lucha interminable, Graciela encuentra un remanso en su hija, en su nieta, en sus dos bisnetos de 6 y 9 años: "Siempre están conmigo". 

"Yo he pedido justicia por todos lados. En el diario hay un testimonio de ello; los medios me han acompañado un montón y me siguen acompañando. La gente en general no acompaña en estas cosas. Yo jamás hice una marcha por Esteban, porque sé cómo es de fría la Ciudad" lamentó. 

No faltaron canallas que se atrevieron a acusarla de hacer política con la muerte de su hijo cuando aceptó la invitación del diputado Valicenti y la actual titular de la ANSES Fernanda Raverta para llevar sus pedidos a Buenos Aires.  

"Qué voy a hacer política con la muerte de mi hijo. Jamás se me hubiese ocurrido. Lo único que pedía era que me ayudaran a buscar justicia, porque el juez cuando un testigo de identidad reservada dijo quién lo hizo y cómo lo mataron consideró que no era veraz. No sé lo que es veraz para un juez" se preguntó. 

Para calmar su dolor Graciela recurre con asiduidad al grupo de autoayuda "Por amor a nuestros hijos fallecidos", que se juntan los miércoles en la Sociedad de Fomento Amoroso. 

"No es Esteban sólo; mi hijo mayor se quitó la vida y no sé cómo resolverlo. Porque una está preparada para enterrar a nuestros padres, hermanos, tíos, pero a un hijo nunca" exclamó. 

Seis mil quinientos setenta y cuatro días después de haber visto por última vez a Esteban, Graciela Alderete no pierde la esperanza de que alguna vez la Justicia haga su parte y condene a los culpables de la desaparición y asesinato de su hijo. 

"Si no tuviera la esperanza de que un día se va a hacer justicia, no viviría. Que se sepa qué pasó, por qué y quién fue" reclamó.