Pancho Sierra, el Gaucho Santo de Pergamino
Francisco Sierra, conocido como Pancho Sierra, un hombre de origen bonaerense, dejó su vida de hacendado para dedicarse a curar enfermos a través de la oración y el agua de su aljibe. Su historia se ha convertido en un enigma del siglo XIX y sigue atrayendo devotos a su tumba cada año.
Pancho Sierra, nacido el 21 de abril de 1831 en Salto, provincia de Buenos Aires, vivió una vida inusual que lo llevó a ser conocido como "el Gaucho Santo" y "el Doctor del agua fría". A los pocos años de su nacimiento, Pancho sobrevivió a una grave enfermedad gracias a la intervención de hojas de olivo bendecidas que cayeron sobre él durante una tormenta.
La vida de Pancho dio un giro cuando se enamoró de una joven llamada Nemesia, pero su relación fue truncada por las circunstancias. Después de perder a su amada, Pancho se retiró del mundo durante siete años, viviendo en aislamiento en el altillo de su estancia. Durante este tiempo, dejó crecer su pelo y su barba hasta que se volvieron completamente blancos.
Fue entonces cuando comenzaron a surgir historias de Pancho curando a los enfermos que se acercaban a él. Se le atribuyeron poderes de sanación, aunque él siempre afirmaba que era Dios quien realizaba las curaciones. Enseñaba a los enfermos una versión modificada del Padrenuestro, comenzando con "Gran Dios del Universo", lo que suscitó especulaciones sobre su posible relación con la masonería.
Pancho Sierra también se destacaba por su clarividencia, a menudo hablando sobre las familias de los enfermos sin conocerlas previamente. Además de sus actos de caridad, daba a los necesitados lo que podía y nunca aceptaba compensación por sus servicios.
Tras su muerte el 4 de diciembre de 1891, Pancho Sierra fue sepultado en Salto, su lugar de nacimiento. Su legado espiritual se ha mantenido vivo a lo largo de los años, y su nombre se asocia a dos mujeres, la Madre María y la Hermana Irma, quienes continuaron su obra y formaron parte del "Triángulo espiritual" de la Argentina.
El culto a Pancho Sierra sigue siendo popular, y cada 4 de diciembre, grupos de devotos visitan su tumba en el cementerio de Salto para llevar a cabo ceremonias en un aljibe cercano. Aunque su aljibe original en la estancia El Porvenir está cerrado, su legado espiritual perdura, y su historia sigue siendo un enigma fascinante del siglo XIX en Argentina.