Enriqué suena con el convencimiento de quien siempre supo lo que quería ser. Es que su infancia, en Luis Beltrán, Choele Choel, en el valle del Río Negro, donde nació y se crió, estuvo signada por los animales. "Mi casa era un zoológico; me iba a las chacras de plantas frutales (que caracterizan el Alto Valle) y juntaba los pichones de pajaritos, me los llevaba, los criaba y cuando estaban fuertes, los liberaba. Tenía palomas, teros y hasta peludos, imaginate", rememora ahora, cuando está a punto de coronar sus 30 años de actividad profesional.

Lo cierto es que, a contrapelo de lo que estudiaban los chicos de su zona -todos optaban por agronomía, se especializaban en vinos o en frutas-, este olavarriense por adopción se trasladó a Tandil para cursar en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional del Centro, de la que egresó, con su flamante título de grado, el 23 de diciembre de 1986. Claro que nunca pensó en volver a la tierra natal, porque "allá con la veterinaria no me iba a ir muy bien; en ese tiempo a las mascotas no se les daba importancia y ni siquiera se podía hacer grandes animales, porque allá todo es fruta", reflexiona, hablando de cómo evitó impactar contra un fracaso asegurado de antemano.

"Me vine a Olavarría y aquí estamos. Aquí formé mi familia, así que de acá no me voy más", dice, cuando sus hijos ya están grandes, algunos recibidos y otros a punto de lograrlo. De los tres, es Angeles la que siguió los pasos de su padre, y transita el último año de la carrera en Tandil. Su otra hija es licenciada en Genética y se orientó a lo humano, tras optar por la genética del cáncer en el Polo Científico y su tercer hijo, el varón, eligió las Ciencias Económicas.

Apenas se recibió, arrancó a trabajar porque "los gatos y los perros eran mi pasión. Por eso me especialicé en pequeños animales y va a hacer 30 años que acompaña a las mascotas". Es cierto que realizar un trabajo de esta naturaleza depende de la vocación: "Te tiene que gustar; si te gusta la medicina, estudiás para médico humano. Pero además de la medicina, a mí me encantan los animales", dice este profesional que ha trabajado en Sierra Chica, ha impulsado un criadero de cerdos y hasta ha tenido un tambo a su cargo, pero sigue privilegiando a los gatos y los perros por sobre todos los demás animales.

Cuando se le pregunta si hay que tener una condición especial para la veterinaria y los animales, asegura que "los tenés que querer; si los querés, parece mentira, pero el trato con el animal es distinto. Entrás en una casa donde hay mascota y enseguida viene a la falda, te saludan. Es algo que uno tiene que el animal enseguida lo percibe, y en mi opinión, eso para la profesión nuestra es fundamental: tener o sentir algo tan especial por ellos, que la percepción es inmediata".

Además de atender el consultorio clínico para el que se vale de análisis que no siempre se realizan in situ, Enriqué concreta las intervenciones más sencillas, las más comunes, como las castraciones y deriva cuando se requiere de mayor complejidad, en aquellos casos en que se necesita instrumental especial.

Hoy, después de más de una década en la que el universo de las mascotas ha cobrado preponderancia, tal vez impulsado por la actividad de las asociaciones protectoras, los cambios de la actividad se han dado sobre todo sobre el costado tecnológico, en el que se disponen de muchos más estudios para el diagnóstico, desde electroencefalogramas hasta resonancias y tomografías computadas disponibles en las ciudades más importantes de la provincia.

El trato con los dueños de las mascotas no siempre resulta sencillo. "Muchas veces, cuando hace algo que no corresponde la gente no te lo dice, y si no te lo dice, si note cuenta la verdad, es más difícil llegar al diagnóstico. Con los años, uno va cobrando experiencia y les vas sacando. Porque, por ejemplo, traen al perro descompuesto y refieren que no comió nada extraño, cuando el pobre animalito se engulló un chorizo. Pero como en todo, hay gente muy accesible y gente muy reacia a contar; hay que tener paciencia y ser un poco psicólogo", dice este veterinario que en muchos casos, admite que el propietario presencie una intervención quirúrgica, siempre advirtiéndole que "si se descompone, yo estoy exclusivamente para el animal".

Sobre el final, y tras confiar que más de una vez operó con un rosario o una estampita de la Virgen colocada por el dueño del animal en la camilla del quirófano, apela a la responsabilidad de los vecinos para con sus mascotas. "Hay que ejercer una tenencia responsable y no soltar los animales a la calle, porque el resultado son nuevos perros de la calle. Y terminar con ese problema está exclusivamente en manos humanas".