Karina Gastón

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"El día que entré a la sala de operaciones sentí que tenía un disfraz de Verano Dorado y cuando estaba haciendo radioterapia me volví a Olavarría para ir al corso. Bailé cinco cuadras y después retomé las sesiones", dice Ana, desplegando una sonrisa cómplice. Sólo algunas saben de qué habla pero la carcajada es unánime. Es hora de poner en palabras los miedos y angustias pero desde otro lugar. Casi todas hablan en pasado y las que están en pleno tratamiento cuentan, con naturalidad desdramatizada, eso que les está pasando.

Están en la casa de Rosita, que es de puertas abiertas. La mesa es muy larga pero termina quedando chica. Juntas se potencian, se multiplican y hasta resultan imparables. Hay historias cruzadas, de mujeres que tuvieron cáncer de mamas o acompañaron a familiares en ese proceso pero otras sin casos cercanos que asomaron con ganas de sumar. La agrupación local recibió apoyos desde Neuquén y se alió a una red nacional. A poco de andar, ya hubo escuelas dispuestas a escuchar testimonios en primera persona, trabajan con LALCEC por la prevención y la detección precoz y se preparan para remar en El Socavón con intenciones de ser parte del "Latinoamérica en Rosa 2019" (ver aparte).

El disparador

Rosita no puede con su genio. Va y viene todo el tiempo y hace un par de acotaciones. Su urgencia es cubrir la torta con azúcar impalpable y que las pizzas finalmente lleguen al horno. Por suerte, algunas están retrasadas y las que ya llegaron se entretienen presentando a las "nuevas". Es que todas son parte de Ola Rosa y hasta comparten un grupo de WhatsApp pero varias experimentan un primer cara a cara grupal.

"Acá no solamente hablamos de tetas, eh", advierten de antemano. Solo resta observarlas un rato para confirmar que es así y que el cáncer de mamas si bien las re-une, funciona como puntapié inicial para estar, acompañarse y generar comuniones impensadas.

Ya no se sienten solas. O al menos es lo que repiten a lo largo de toda la charla con FINDE. Es un estar en sintonía desde antes de conocerse para llegar a este espacio de apoyo.

Algunas llegaron luego de compartir la Caminata por la Vida que se hizo en noviembre, otras se vincularon mediante las redes sociales o hicieron contacto a través de la amiga de una amiga. Integran una agrupación gestada tras los pasos de las 10 "remeras rosas" de La Plata, sobrevivientes de cáncer de mamas, que forman parte del programa internacional "Abreast in a boat". Esa iniciativa canadiense demostró cómo remar en "botes dragón" ayuda a prevenir las secuelas de la enfermedad (ver aparte).

"Esto es energía pura"

"Me motiva dar testimonio de lo que viví porque es un antes y un después en la vida de cada una. Y queremos transmitir eso, que la noticia no nos paralice y que actuemos a tiempo. Que hay un grupo que contiene a todas las que están pasando lo mismo, que lo hacemos desde la experiencia", dice Maribel García, museóloga, ex directora de la Red Municipal de Museos de los Pueblo y mujer imparable.

Habla con conocimiento de causa, tras batallar contra esta enfermedad que es la más común entre las mujeres en todo el mundo y representa el 16% de todos los cánceres femeninos pero detectada tempranamente tiene un 95% de chances de curación.

Ella conocía el trabajo de Ola Rosa de La Plata y descubrió que Agustina Farina, desde Olavarría, también las seguía. "Con Tina cursamos juntas en la Facultad de Sociales, así que le escribí para proponerle replicar una agrupación similar en Olavarría. Al otro día estaba en su casa y hoy... miranos...", dice, con alegría.

A Tina no le faltan ganas ni entusiasmos. Con una historia propia y familiar asociada al cáncer busca "poder concientizar sobre la detección temprana y apostar a la calidad de vida a través del remo".

En ese camino ya congeniaron con otras remeras de La Plata, Neuquén, Formosa y El Tigre. "Empezó así. Armamos un Face, invitamos a amistades en común y se fueron sumando", resume Tina sin arrastrar enojos ni reniegues.

"El cáncer es una enfermedad como la diabetes. Aprendí a convivir con él. Pero me gusta encontrarme acá, reírnos... Casi no hablamos de la enfermedad. Esto es energía pura. Les aclaro que llegué hasta acá y ahora no me para nadie porque esto nos contagia y fortalece como grupo", exclama mirando a su alrededor.

Sentirse hermanadas

"Me siento re feliz de formar parte del grupo, de aportar mi experiencia y de qué manera fui transitando esto como algo que Dios me puso en el camino pero siendo positiva, con optimismo y mucha fe. Eso quiero transmitir al grupo", comenta Ana, con murmullos de fondo. Es que el timbre sigue sonando y las "olarosistas" se ocupan de que la casa quede chica.

"Pensé que iban a hablar todo el tiempo de la enfermedad pero hablamos de todo", agrega Patricia, a cinco años de su tratamiento. "Acá uno deja de pensar en la enfermedad, si bien estamos todas en la misma, compartimos y nos reímos mucho", admite.

De repente, irrumpe Estela. "Traje la prótesis, todo, para que vean lo que me sacaron, lo que me hicieron lo que me pusieron", dice mientras se acomoda al lado de María. "Una se siente sola, no te parece que hay tantas mujeres con tu problema y te aislás. Yo estaba como perdida... Y acá me siento parte. Estoy feliz. El grupo te integra, es como si fuéramos hermanas", valora recién llegada de Buenos Aires y aún en rehabilitación.

"Suena feo, ¿uno se muere por eso?", recuerda Nancy que le preguntó a su médico al leer el informe de la biopsia. El profesional le respondió: "con tu carácter, no, pero vas a tener que lucharla". ¿Qué hizo ella? "Todo lo que me indicaron, al pie dela letra. La pase mejor en la quimio que con los rayos y acá estoy. Hace 10 años de eso", expone, dando cuenta de que se puede y es hora salir a testimoniar.

Karina llegó a Ola Rosa por Maribel. "Nos juntamos en Café Vega y no he podido participar de otras actividades porque soy profe, mamá de 4 y estoy sola. Terminé en enero" el tratamiento, expone, dispuesta a ser parte de semejante movida colectiva.

María tampoco es una excepción. Se descubrió "una dureza" que derivó en cirugía y terminó en una quimioterapia casi sin mediar pausa. "Me iba en bici a hacerme las aplicaciones y volvía a mi casa como si nada. Pero sí sufrí cuando se me cayó el pelo. Mi hijo me decía ´ponete la peluca, mamá, no te puedo ver pelada´". Hoy se suma para sumar y dar fuerzas.

Con todos los permisos

Ya son veinte y comparten tardes de mate, cenas a la americana, caminatas por los parques y citas para hacer gimnasia. También se acercaron al Hospital de Oncología y junto con LALCEC hicieron la campaña del mechón rosa en octubre, mes símbolo de la lucha contra el cáncer de mamas.

Ahora van por más y se disponen a remar en el agua y por la vida, a pura brazada, entre todas. Y ahí es cuando reaparece Rosita. "Yo me río pero a mí no me pueden convencer. Si quieren, mi hijo tiene un kayak pero yo le tengo terror al agua, no sé si podré superar ese miedo", confiesa como si no hubiera ganado la batalla más difícil de su vida, hace 12 años. Por eso es que se ríe de sí misma, consciente de que para ella, para todas ellas, es imposible pensar en imposibles y tomando la esperanza como mandato.

Son madres, abuelas, hijas, amigas que se refugiaron en sus familias y en sus afectos para superar momentos cruciales. Pero es acá, en Ola Rosa, donde sienten que hablan el mismo idioma y no hace falta explicar cómo fue se les desplomó el mundo en un instante cuando se toparon con palabras como biopsia, cáncer, quimio, oncología, rayos. Saben reinventarse, con los brazos bien firmes, entre botes y con abrazos desde Ola Rosa. Valiéndose de todos los permisos para llorar, reír y, por sobre todas las cosas, honrar la vida. Siempre y ahora más que nunca.

El Socavón dijo sí

"Hay 200 equipos de remo de mujeres que tuvieron cáncer de mamas en el mundo", destaca Maribel García, una de las referentes de Ola Rosa. La agrupación ya inició gestiones para no quedarse atrás y desembarcar en el Tapalqué. A nivel internacional, e incluso en algunos lugares del país, este deporte se practica en los "botes dragón", una embarcación de 12 metros de eslora que admite hasta 18 remeros, además de un tamborillero y un timonel.

Con ese objetivo, las "olarosistas" iniciaron la búsqueda de un lugar donde pudieran hacer remo. La idea era encontrar una institución que tuviera un compromiso social ya que no todas las integrantes pueden pagar una cuota. Así que después de tanto "remar" tuvieron la suerte de cruzarse con los propietarios de El Socavón.

"Nos ofrecieron ir a remar una vez por semana de manera libre y gratuita para las sobrevivientes del cáncer de mamas. Empezamos en febrero y ya se han sumado muchas chicas", comenta con gratitud Maribel García.

Ya habían obtenido otro gesto de parte de los concesionarios del Salto de Piedra: "nos invitaron especialmente a la inauguración del balneario y fuimos muy bien recibidas". También agendan otra acción para destacar, tras tomar contacto con "Lara Santillan, de Creaciones Venus. La ropa interior para nosotras tiene que tener características especiales y no conseguimos con facilidad. Y su campaña es ´Para vos no hay´. Así fue que nos reunimos con ella y comenzará a diseñar con ese objetivo", valora Maribel en nombre de Ola Rosa.

"Latinoamérica en Rosa"

"Breast in a Boat" se llama el primer equipo de sobrevivientes de cáncer de mama de Canadá. Nació en 1996 a raíz de un trabajo de investigación del doctor Donald C. McKenzie, de la Universidad de British Columbia. El estudio médico-científico demostró que el movimiento repetitivo de remo en "botes dragón" era beneficioso para toda la recuperación de la musculatura del torso superior. Y que además reducía la posibilidad de desarrollar lifedema, deshinchaba los brazos (a la vez que fortalecía los músculos) y sobretodo, era muy importante a nivel emocional.

Hoy hay 200 equipos de remo de mujeres que tuvieron cáncer de mama en el mundo. Algunos de ellos distribuidos en Argentina y uno que intenta hace pie desde Olavarría pero no solo eso: antes de dar la primera braceada, planean decir presente en el encuentro "Latinoamérica en Rosa 2019", que será del 14 al 17 en noviembre, en Neuquén. "Vendrá el doctor McKenzie y sí, pensamos ir", responde Maribel García con naturalidad y sin dudar un instante que remarán en la Patagonia codo a codo junto con otras sobrevivientes de cáncer de mamas.

Aliento clave

"Quería felicitarlas y desearles que sigan adelante con el equipo y logren tener acceso a un bote dragón. Es la mejor decisión que van a tomar". Ese fue el mensaje que recibió Maribel García de Adriana Bartoli, integrante de de la agrupación Argentina en Rosa y a la vez remera del Abreast In A Boat en Canadá. "Comencé a trabajar en la formación de equipos en Latinoamérica, allá por el 2013", agregó la platense dispuesta a apoyar y alentar a Ola Rosas en esta misión de contener y concientizar sobre el cáncer de mamas.