Análisis de Stephen McDonell
Esta es una gran noticia en un país que no comenzó repentinamente a tener más bebés cuando la política del hijo único se relajó, para permitir que fueran dos.
De hecho, muchos se preguntan cómo la política de tres hijos podría significar más niños si la anterior versión no lo logró, y por qué las restricciones de natalidad se han mantenido dada la tendencia demográfica.
Son todas muy buenas preguntas.
Un razonamiento de la relajación es que, entre los que están preparados para tener dos hijos, al menos algunos de ellos tendrían tres. Sin embargo, he entrevistado a muchas parejas jóvenes chinas sobre este tema y es difícil encontrar estos días a quienes quieran formar familias más grandes.
Generaciones de chinos han vivido sin hermanos y están acostumbrados a familias pequeñas: la opulencia ha significado una menor necesidad de varios niños para apoyar con su trabajo a la familia, y los jóvenes profesionales dicen que prefieren darle más ventajas a un hijo que distribuir sus ingresos entre varios.
En las redes sociales, algunos chinos se mostraron poco entusiasmados con el anuncio. "[Podemos tener] tres hijos, pero el problema es que ni siquiera quiero tener uno", señaló un usuario de Weibo, el Twitter chino. "¿Saben que a la mayoría de los jóvenes incluso les resulta agotador cuidar de sí mismos?".
Una residente de Pekín que habló con la BBC antes del anuncio se hizo eco de estos pensamientos y declaró que quería vivir su vida sin las "preocupaciones constantes" de criar a un hijo.